|
Por desgracia, el introducido Muflón de Córcega ha sido un acompañante habitual en mis últimos recorridos por la Sierra de
San Pedro y eso se nota en la vegetación. |
Las 8 de la mañana de un día
brumoso de diciembre. El camino de tierra que había recorrido durante
kilómetros termina ante una gran puerta de un estilo intermedio entre la
mansión marbellí de un jeque y un rancho petrolero tejano. Detrás de esa puerta
tan ostentosa se encontraban cientos de hectáreas que en mi mente colocaba
dentro del núcleo que podemos considerar como “pata negra” dentro de la Sierra
de San Pedro. No había sido fácil llegar hasta ese punto, fueron necesarias
varias conversaciones y la intervención de una tercera persona para que se me
permitiera acceder a ese supuesto paraíso. Pero para ello tendría que llamar
primero al portero automático de esa enorme puerta.
-
Buenos días, soy Alberto Gil, he quedado con el
encargado.
-
Ah, eres el de las flores.
-
Sí.
De una manera tan prosaica se me abrían
las puertas del paraíso, laderas cubiertas de espeso alcornocal donde criaban
decenas de parejas de Buitre negro, Águila real y a veces el Águila imperial.
El encargado no había llegado,
así que me toco esperarle con uno de los guardas de la finca mientras observaba
atónito como unos enormes jabalíes se acercaban tranquilamente a nosotros.
-
¿Están domesticados?
-
No, lo que pasa es que no los cazamos. Ellos
bajan a comer aquí y no se les molesta. Esta es una finca de ciervos.
Al rato llegó el encargado a toda
velocidad en su enorme todoterreno.
-
¿eres Alberto?
-
Sí
-
Perdona el retraso pero ando muy liado. Bueno,
cuéntame lo que quieres hacer.
-
Estoy buscando una planta rara que crece en las
paredes de cuarcita. Son como unos geranios de roca y ya los he encontrado en
la fincas X e Y. Mi idea es subir a los canchales de la cuerda, echar un
vistazo y marcharme. Calculo que eso me llevará toda la mañana. Lo más probable
es que no encuentre nada porque es una planta muy escasa.
-
¿Sabes que eso son dolores de huevos para los
propietarios?
-
Estoy convencido de que no encontraré nada, así
que no te preocupes. Pero estando las otras tan cerca…
-
Por lo menos no eres uno de esos melenudos de los
pájaros que contrata Medio Ambiente.
Pese a su
ocupada agenda el encargado no se fiaba mucho de un tipo que busca flores en
las rocas. Examinó mi coche y encontró la excusa perfecta para acompañarme.
-
Con esas ruedas no vas a ninguna parte. Sube a
mi coche que te llevo.
|
Flores de Erodium mouretii de una población
cacereña. |
Una vez en su
coche nos lanzamos a toda pastilla por las pistas de la finca. Las primeras
impresiones en el llano no eran buenas, mucho ciervo, monótonas dehesas casi
monoespecíficas y con síntomas claros de seca, nada de regeneración, etc.
Mientras subíamos la ladera por una pista horripilante, siguiendo la línea de
máxima pendiente, con las ruedas lanzando piedras en todas direcciones,
sorteando cárcavas y grandes piedras sueltas, continuaba nuestra conversación:
-
¿Y para qué sirve esa planta?
-
De momento para nada, es sólo por su rareza.
-
Ya, lo de siempre. ¿Pocas fincas como esta
habrás visto?
-
Uf, no creas. Últimamente he recorrido casi
todas las fincas grandes de San Pedro.
-
Pero esta tiene una vegetación como ninguna. La
pena es que no nos dejan hacer más caminos en la ladera para mantener el
arbolado y se nos está muriendo.
-
¿Y eso?
-
El forestal que es un anormal y nos tiene
enfilados con tanta denuncia por chorradas. Pero no le importa cómo tenemos el
arbolado. Eso sí que es un problema, porque nos estamos quedando sin alcornocal
en la finca. Tenemos una plaga de Cerambyx
que se está comiendo el arbolado.
-
Por lo que yo sé los Cerambyx sólo atacan madera muerta o moribunda. Aquí parece que el
problema es la seca y por eso hay tanto Cerambyx.
-
¡Aquí no hay seca!, lo que hay es mucho Cerambyx. Le he pedido a la Junta que
nos dejen fumigar con avión la finca y nos dicen que no se puede por los nidos
de los buitres, que coloquemos trampas. Así que apunta que los Cerambyx están acabando con el arbolado
de la finca.
-
No te preocupes…
-
Son unos estalinistas. No te dejan hacer nada.
Si esta finca tiene tantos bichos es porque los propietarios los han mantenido.
Mientras decía esto yo me fijaba en la multitud de
pistas abiertas en la ladera, por las que cruzaban ciervos sin parar. La
erosión en muchos puntos daba miedo. Toda aquella finca de cientos de hectáreas
se podía recorrer de cabo a rabo sin bajar del todoterreno. Muchos olivares no
tienen mejores accesos.
-
Pues esta finca tiene sello como explotación
forestal ecológica. Es una manera de diferenciarnos de la competencia.
Casi me atraganto cuando oigo eso,
fuera del coche un Buitre negro más levantaba precipitadamente el vuelo,
alarmado por nuestro paso tan cerca del nido. Al menos mi visita sería
rápida, porque llegábamos a todos los canchales de la cuerda con el coche. De
esa selva mediterránea que yo había imaginado, nada de nada. Los ciervos y los
desmontes periódicos dejaban crecer pocas especies, las pioneras. La
vegetación era una mónotona sucesión de alcornoques, madroños, dos jaras y dos
brezos. Sólo puntualmente se veían durillos, aladiernos, olivillas y
cornicabras. Una diversidad muy baja para una umbría tan extensa.
-
Creo que he terminado, no hay nada de interés.
-
¿Quieres que te enseñe alguna otra cosa?
-
Si tenéis algún manantial me gustaría verlo,
porque allí se pueden encontrar cosas curiosas.
-
Tenemos uno cojonudo que hemos arreglado hace
poco. Ya verás…
La charca que habían construido
no sólo había destruido el manantial, sino que había cortado el arroyo. Era
como una plaza de toros de agua fangosa. Pero una plaza de primera, eso sí.
Después de algo más de 3 horas
pisteando por las laderas de la sierra di por terminada mi infructuosa búsqueda.
Y salí bastante triste de aquella finca. Estoy aburrido de oír siempre la misma
cantinela. A los buitres negros les ocurre como a las personas. Si te
construyen un aeropuerto a la puerta de casa te tendrás que quedar en tu casa
si no puedes comprarte otra casa lejos de allí, aunque te resulte insufrible.
Eso sí, no creo que tus hijos se queden en la zona mucho tiempo y seguramente
nadie te compre la casa.