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lunes, 31 de diciembre de 2012

¡A POR EL 2013!

Globularia repens. El Bujaruelo (Huesca).


No sé qué deparará el año 2013, pero con seguridad no voy a aprender alemán, ni me apuntaré a un gimnasio para esculpir, aún más, mi apolíneo cuerpazo, ni amenazaré con tocar el oboe, ni construiré esa maqueta del Titanic en madera de balsa a escala 1:1. Un año más no conseguiré terminar el Ulises de Joyce y, desgraciadamente, seguiré sin conocer a ese tío perdido que me invitará a viajar a Nueva Zelanda.

Para aquellos que como yo todavía busquen un reto que platearse de cara al nuevo año, me he permitido sacar un párrafo de Thoreau, el archiconocido autor de “Walden or life in the woods” (unos de los 10 libros que me llevaría a una isla desierta, junto con un teléfono satelital de cobertura global). Pertenece a su libro “Letters to a Spiritual Seeker” que me he leído este año:

Me digo a mi mismo: dedícate un poco más a la labor que dices dominar. Usted no está satisfecho o insatisfecho consigo mismo sin razón aparente. ¿No posee una cualidad del intelecto de inestimable valor? Si existe algún experimento que le gustaría llevar a cabo, adelante. No deje espacio para las dudas que no le sean satisfactorias. Recuerde que no tiene por qué comer si no está hambriento. No lea los periódicos. Aproveche cada oportunidad de estar melancólico. Y en cuanto a salud, considérese sano. No se empeñe en encontrar las cosas tal y como usted cree que son. Haga lo que nadie puede hacer por usted. No haga nada más”.
 

¡FELIZ AÑO 2013!

viernes, 21 de diciembre de 2012

Grullas en el Embalse de Gabriel y Galán (Cáceres, Extremadura).



Familia  alimentándose en una dehesa del Ambroz.


Si alguien me pregunta por un lugar para ver grullas en Extremadura tengo claro que le diré que la zona de Madrigalejo-Navalvillar de Pela. Pero si la pregunta es por mi lugar favorito para ver grullas en esta región tampoco dudaría con la zona, en este caso la del Ambroz y Embalse de Gabriel y Galán.


El Embalse de Gabriel y Galán visto desde la subida al Puerto de Honduras.


Que este núcleo de invernada “sólo” acoja a unas 800-1500 grullas (algo menos del 2 % de las que invernan en Extremadura) no representa ningún demérito para mí. Este es un núcleo tradicional de grullas de las de antes, que se desparraman en pequeños grupos familiares buscando alimento por dehesas con paredes de piedras donde pastan vacadas de moruchas, avileñas y ganado bravo. Cuando muchos de estos núcleos de dehesa van perdiendo efectivos invierno tras invierno, en favor de otras zonas con cultivos de regadío, este núcleo se mantiene estable y me gusta pensar que es por fidelidad.


Grupo de grullas con el Torreón y el Pinajarro de fondo.


Tras observar a las grullas en las dehesas, el mejor momento del día es la entrada al dormidero del embalse y en eso tiene mucho que ver la ubicación del mismo (no es mala opción, aunque habrá que contar con la suerte, la de esperar el paso de las grullas por el Valle de Jerte desde la zona de Cabezabellosa, por ejemplo). El Embalse de Gabriel y Galán se encuentra rodeado por las montañas del Sistema Central por el norte, este y oeste, mientras que al sur se extienden los extensos y densos encinares del Ambroz. El propio embalse, con su contorno irregular entre pequeños cerros poblados con encinares y pinares, presenta un aspecto muy poco artificial que no desmerece en absoluto. El fondo sobre el que discurrirán los vuelos de las grullas difícilmente puede ser más atractivo.
 

Algunas de las primeras en llegar cruzan el Valle del Jerte desde La Vera y el norte de Monfragüe.


Esta zona además es una amplia zona deshabitada, sin luces de pueblos y sin carreteras principales (yo suelo situarme en un lugar desde el que la presa no es visible), lo que la convierte en una zona de una increíble tranquilidad durante estos atardeceres de otoño e invierno. Lo apreciaremos por lo distante de los bocinazos de las grullas que podremos escuchar. Las oiremos cuando aún están en el suelo de las dehesas y en vuelo las oiremos bastante antes de que las podamos ver. Al estar tan dispersas y estar los comederos tan próximos al embalse, las grullas van entrando en numerosos grupos, la mayoría de ellos de menos de 100 aves. Tampoco se esmeran mucho en adquirir una formación en V muy marcada, ni en ganar altura, de modo que son comunes los largos cordones de aves cruzando las aguas del embalse a pocos metros sobre el agua. Sus trompeteos en esos momentos suenan de una manera impresionante, como si estuvieran en un auténtico auditorio.
 
A la puesta del sol la llegada de grupos se acelera.


Vista del embalse, con un nivel de agua bastante bajo para la época.


Ya de noche nos retiramos, pero antes debemos atravesar alguno de los parajes por donde se vieron linces hasta hace muy pocos años. Sé que es un imposible y, aún así, nunca puedo evitar cierta tensión infantil que no se pasa por muchas veces que haya recorrido estos caminos. Soñar es gratis…todavía.

¡FELIZ NAVIDAD!

lunes, 17 de diciembre de 2012

Un endemismo de Nueva Zelanda: Raoulia australis.


Detalle de la floración de Raoulia australis.


Hace ya tiempo que no comento nada sobre la rocalla, pero seguimos adelante con el proyecto. Tener una planta alpina de Nueva Zelanda era una idea demasiado atractiva como para descartarla, sobre todo porque mis preferencias por Saxifraga y Androsace estaban convirtiendo este pequeño espacio en casi una colección temática de estos dos géneros. Saber decir no es una de las cosas más difíciles en jardinería.

La Raoulia australis, además de su procedencia, tiene unos indudables atractivos para el tipo de rocalla que mantengo. Es una planta siempreverde que crece de manera rastrera incluso sobre rocas, lo que permite crear llamativos volúmenes a pesar de que esta planta rara vez excede los 2 cm de altura. Además, mantiene un follaje muy compacto que a pleno sol se mantiene de un bello color plateado. La floración es bastante insignificante, con pequeños capítulos florales amarillos pegados al follaje que recuerdan a diminutas manzanillas y que son frecuentadas por abejas y mariposas. Aunque he leído que es una planta de crecimiento lento, en mi caso ocurre todo lo contrario y ya desde el segundo año he tenido que limitar su crecimiento recortando sus bordes.




Esta especie no plantea dificultades para su mantenimiento en nuestras latitudes, aunque habrá que tener ciertas precauciones. Lo más importante es disponerlas en una zona con un drenaje superior, ya que tienen unas raíces muy propensas a las pudriciones. Hay que recordar que aunque no soporta el exceso de humedad en el suelo es una planta que no debe pasar sed. En mi caso no he tenido problemas con ella en invierno, ha soportado temperaturas de hasta - 5° C y no tiene protección frente a las lluvias, aunque he leído que tanto el frío como la humedad invernal son fatales para ella, de hecho se recomienda tomar en primavera esquejes enraizados para reponerla al año siguiente (algo que yo nunca he conseguido). El mayor problema que estoy teniendo con ella es que todas las zonas que florecen mueren tras la floración, creando zonas secas en el interior de la planta, que en mi caso son sistemáticamente arrancadas por los pájaros produciendo daños a las delicadas raíces de esta planta. Me resisto a cubrir la rocalla con una malla pero la verdad es que los pájaros-mejor dicho los mirlos-son bastante dañinos para estas diminutas plantas.

La Raoulia australis es una compuesta (Asteraceae) que procede de las dos islas principales de Nueva Zelanda, donde recibe el nombre de Vegetable sheep (Planta oveja, supongo que debido a que las especies más alpinas del género forman cojines redondeados que en la distancia pueden parecer ovejas). Esta no es una especie propiamente alpina, más bien ocupa la media y baja montaña y le gusta instalarse en zonas de suelos desnudos, lechos de arroyos o terrazas fluviales. Por su aspecto y comportamiento me recuerda bastante a nuestros Gnaphalium. Se trata de una especie de interés para la industria farmacéutica por ser la fuente del ácido raúlico de gran efecto frente a los rinovirus humanos.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El Castillo de Peñafiel. Parque Natural Tajo Internacional. Zarza la Mayor, Cáceres.

El Castillo de Peñafiel visto desde Salvaterra do Extremo (Portugal).


Aunque no es este el tema de este blog, la realidad nos muestra que el Parque Natural Tajo Internacional y su entorno inmediato reúnen, cuanto menos, tantos valores históricos como medioambientales: el mejor puente romano del mundo (¿el mejor puente a secas?), un magnífico conjunto megalítico con dólmenes y menhires, abrigos con pinturas rupestres, castros prerromanos, juderías, conventuales, castillos medievales, etc.

Dejando de lado el puente de Alcántara (no muchos límites de un espacio natural son tan impresionantes) yo me quedo con el Castillo de Peñafiel, pocas cosas hay tan atractivas como unas ruinas medievales perfectamente integradas en un entorno natural privilegiado y si además existe una leyenda asociada a esas ruinas pues mejor. En este caso tenemos la leyenda de Racha Rachel (la peña de Raquel), con una hechicera mala-Miriam la egipcia-, un apuesto caballero cristiano-Leafar- y una bella princesa mora de nombre Rachel. El resto seguro que os lo podéis imaginar.

Parece ser que en el siglo IX los bereberes, tras meter en cintura a los moros, instalaron una torre de vigilancia donde ahora está el castillo. Poca cosa, no fue hasta la conquista de estas tierras por Alfonso IX de León en 1212 cuando este enclave adquirió importancia. La razón es sencilla, al otro lado del río Eljas está Portugal y sus caballeros templarios (aquellos que juraban no derramar sangre cristiana) no hacían otra cosa que disputar las fronteras con el reino leonés. Así que esta frontera se fue llenando de fortalezas, no para defenderse de los moros, sino para defenderse de los otros cristianos (algo parecido ocurría en la otra frontera extremeña entre León y Castilla). La obra actual procede del siglo XIII y en el siglo XVI sufrió una nueva reforma. Tras la guerra de independencia de Portugal del siglo XVII este castillo fue abandonado, las modernas piezas de artillería del ejército portugués hicieron inútiles fortalezas de este tipo.

Hoy día, lo mejor es cruzar a Portugal para poder apreciar este monumento en toda su magnitud. Mientras observo los buitres y las águilas pienso en la estupidez de los moros, los bereberes, los templarios portugueses y los caballeros de Alcántara. Tanto pa´na.

domingo, 2 de diciembre de 2012

FESTIVAL DE LAS GRULLAS EN EXTREMADURA.



Imposible resistirse a la  supermoto de la grulla gigante.


¿Un festival de grullas a mi edad? Pero oye, que las grullas y yo, uña y carne. Horas y horas de observaciones durante muuuchos años. Eso es algo de suecos educados, alegres por recibir la primavera. Pero bueno, este año teníamos la oportunidad irrepetible de ir a un festival de grullas a hacer milmoching y no era cosa de perdérsela. Y me alegro un montón de haber tenido esta oportunidad de descubrir este festival con los ojos de un niño.

Perogrullo en acción.


Para empezar la zona donde se celebra el festival es el mejor lugar de Europa para ver grullas en invierno. El espectáculo natural de magnitudes africanas está garantizado. Además, la observación de grullas tiene la grandísima ventaja de poder realizarse a cualquier hora del día, lo que facilita mucho las labores de despliegue para aquellos que cuenten con pajareros infantiles entre sus filas.

 Toma pipi.


Toma pipi a comer.


Que te reciba el duende Perogrullo en la casa de las grullas y puedas subirte a la moto de una grulla gigante ayuda a que se despierte la curiosidad al pajarero novel más reticente. Aprovechando unas réplicas a tamaño natural de las grullas le contamos a Águeda cómo y qué comen estas aves y es evidente que lo entendió, porque poco más tarde, mientras observaba por el telescopio un grupo de grullas, se sacó una bellota del bolsillo y acercándola al ocular empezó a decir “toma pipi a comer”.





Y por supuesto, cuando el milmoching finaliza y la joven pajarera descansa, es el momento de disfrutar del impresionante espectáculo de estas concentraciones de miles de grullas.

lunes, 26 de noviembre de 2012

ORQUÍDEAS Y BOTELLÓN: Epipactis helleborine.

Epipactis helleborine. Subida al Puerto de Honduras, Gargantilla (Cáceres).


A fuerza de ver a los insectos como pequeñas maquinitas dirigidas férreamente por sus instintos, nos suele resultar difícil darles al menos un pequeño margen de independencia para poder elegir. Pero está claro que tienen sus propios gustos y harán bien en conocerlos todas aquellas especies interesadas en aprovecharse de ellos. Aunque las plantas hacen todo lo posible por engañar y utilizar a los insectos, estos son capaces de vengarse mediante robos que acarrean graves daños. Es una batalla que nunca acabará.

Las prestigiosas y reputadas orquídeas son, sin embargo, algunas de las plantas más tramposas y canallas de la Naturaleza. Ya hemos hablado aquí del Zapatito de dama, le toca el turno ahora a la Falsa verdegambre (Epipactis helleborine), una planta que representa muy bien las malas artes de parte de las especies de este grupo.

Se trata de una planta extendida por toda Europa y Asia, por donde llega hasta Japón. En Norteamérica fue introducida en 1891 y ahora ocupa buena parte de Canadá y Estados Unidos, siendo considerada como plaga en algunas zonas. No parecen unas buenas credenciales, pero estoy seguro que la maldad no anida en su corazón y que todo debe tener su explicación.

Las Epipactis son orquídeas de bosques templados y umbrosos, zonas en las que los potenciales insectos polinizadores son escasos. Además, presentan unas flores pequeñas y poco llamativas (aunque vistas de cerca tienen la inconfundible belleza de las orquídeas). Su modo de vida no es fácil y requieren establecer una buena relación con las micorrizas de los árboles grandes de su entorno próximo, algo que muchas no consiguen. Si consiguen establecerse se aferran al lugar y son difíciles de erradicar (como bien saben los jardineros estadounidenses), aguantarán bajo tierra cuando las condiciones ambientales no sean las adecuadas, para florecer cuando la cosa mejore, no importa que eso suceda una vez cada 20 años. Ante tanta dificultad muchas especies de Epipactis son capaces de autopolinizarse para no depender de unos insectos tan poco predecibles en estos medios. Epipactis helleborine está en el grupo de las que todavía necesitan la ayuda de los insectos para su fecundación. Y lo consigue sí o sí.

Los investigadores han analizado el néctar de esta especie y el resultado es sorprendente, llegando a describirlo como una “bomba narcótica”. Así, entre las múltiples sustancias identificadas se encuentran 4 atrayentes de insectos, 3 sustancias fuertemente narcóticas que producen sopor, sedación, narcosis e incluso alucinaciones, varias sustancias responsables del olor característico de la planta (lo que sería la única artimaña honesta de la planta) y vanillin un fuerte atrayente de animales (incluida nuestra especie), que fue aislada por primera vez en la orquídea Vainilla (Vanilla planifolia). Por si esto no fuera ya suficiente, el néctar tiene sustancias azucaradas que reaccionan con los hongos que siempre están presentes sobre la flor, creando una fermentación etílica que origina alcohol etílico en buenas dosis. El resultado de esto no es ninguna sorpresa y aparece citado en la literatura científica como la “abeja borracha”.


Las plantas de Epipactis helleborine son grandes y tienen muchas flores, semejante despliegue químico no pasa desapercibido y cualquiera que pase un rato sentado frente a una de estas plantas se dará cuenta de cómo las organizadas abejas, las precavidas moscas, las marciales hormigas y las inflexibles abejas sociales sacan su lado más oscuro. Es un espectáculo lamentable de hormigas incapaces de andar con sus patas hacia arriba, avispas incapaces de coordinar sus dos pares de alas, abejas durmiendo la mona y escarabajos ahogados en el alcohol. Como estamos en verano el número y diversidad de especies de bichos es asombroso, muchas de ellas por su tamaño ni siquiera son útiles como polinizadores. ¿Por qué esta orquídea organiza semejantes botellones dejando tantos insectos intoxicados? Parece que esta planta no sabe contar y desconoce el efecto de lo que se cocina en su negocio, para ellas será suficiente con que algunas abejas o moscas atontadas e incapaces de volar correctamente recorran toda la inflorescencia pasando de flor en flor o, como máximo, sean capaces de desplazarse entre las plantas próximas de la misma población, asegurando con ello su fecundación. Lo más curioso es que los insectos se comportan como auténticos toxicómanos que buscan repetir la experiencia.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La Lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni). Cuidado con las colas.

Iberolacerta cyreni. El Torreón, Tornavacas (Cáceres). 2400 m.


La Lagartija carpetana es un valioso endemismo que habita los duros canchales oromediterráneos y crioromediterráneos (1800-2500 m) de las sierras de Béjar, Las Parameras, Gredos y Guadarrama. Siendo este un hábitat muy querencioso también para mí no es raro que hayamos pasado buenos ratos juntos. Recuerdo a algunos machos trepando descaradamente por mis pantalones para intentar arrebatarme parte de mi comida (pobres ilusos), comportamiento muy distinto al de otros individuos que se mantenían prudentemente en la entrada de su refugio hasta que yo abandonaba el lugar. Cuestión de temperamento supongo.

Hace poco leí unos estudios realizado con esta especie (*) con individuos que pierden su cola para burlar a un depredador y parece que la “personalidad” influye un poco en los tiempos de recuperación de cada individuo. Pero sobretodo me llamó la atención el coste tan brutal que la pérdida de la cola tiene para estos animales, que va más allá de los recursos destinados a la regeneración de la misma (¡ay! si hubiera sabido esto de niño).

La pérdida de la cola genera problemas de locomoción, esto hace que las lagartijas que la pierden se sientan vulnerables y busquen los lugares más seguros (grandes rocas) donde, pese a ganar en seguridad, tendrán una dieta mucho más pobre y tendrán mayores problemas para mantener su temperatura corporal. Por el contrario, los individuos con cola frecuentan los pastizales y piornos próximos a las rocas, que ofrecen mayor número e idoneidad de presas y les permiten calentarse con mayor velocidad. Esta conducta, podemos llamarla atemorizada, de los individuos amputados al final redunda en una reducción de su actividad para compensar sus carencias. Además, sólo los individuos en buen estado pueden permitirse moverse dentro del refugio para salir por un lugar distinto al de entrada, engañando así al predador. Si vas justo sales por donde entraste, aún a riesgo de que te estén esperando. Así, de cómo sean capaces de optimizar el uso del refugio para minimizar la pérdida de condición física asociada al mismo dependerá su supervivencia.

Macho de Iberolacerta cyreni  regenerando la cola. El Calvitero, Béjar (Salamanca). 2300 m.


A fuerza de esconderse más y de ser menos activas en sociedad, estas lagartijas pierden su estatus. Los machos pasan a ser individuos con territorios más pequeños, donde habrá menos hembras, que además les encontrarán muy poco atractivos para aparearse con ello. Estos machos cada vez son más huraños e inactivos intentando con ello desviar el mayor número de recursos a la regeneración de su cola. Esta falta de vida social parece que además les hace crecer más que los machos dominantes, envueltos en mil cortejos y combates, algo que me recuerda a lo que ocurre con capones y bueyes. La vida de un macho sin cola puede llegar a ser un mar de tranquilidad casi eremítica, sin sexo y con una dieta frugal.

Las hembras lo tienen más difícil aún. Cualquier macho verá a una hembra sin cola (que es como decir sin su reserva de grasa) como a una futura mala madre y no perderá su tiempo con ella. A diferencia del macho, la hembra sin cola se vuelve más activa (su territorio no disminuye), buscando desesperadamente aparearse. Lo tendrá difícil porque muy pocos machos la cortejarán. Si la pérdida de la cola se produce cuando mantiene los huevos en su interior, la situación es aún peor. Los embriones necesitan una temperatura óptima constante para un buen desarrollo, lo que incluso puede acortar su periodo de desarrollo, que parece que aumenta sus posibilidades futuras de supervivencia. Si la hembra pasa mucho tiempo en un refugio perderá temperatura y eso afectará tanto al desarrollo embrionario como a su propia masa corporal. Así que estas hembras tienen que armarse de valor y jugar a una peligrosa lotería acortando periodos de permanencia en el refugio tras una amenaza. Estará contribuyendo a mejorar su estado físico y el desarrollo embrionario, pero a costa de dar más oportunidades a sus depredadores.

Ahora la verdad es que me pensaré muy mucho lo de esperar junto al refugio de una de estas lagartijas para que se deje hacer una foto, sabiendo que todo el tiempo que pasa de más dentro del refugio va en contra de ella y, sobre todo, cuidado con las que han perdido su cola.

  

(*) Martín,J., Salvador, A. (1992). Tail loss consequences on hábitat use by the Iberian rock lizard Lacerta monticola. Oikos 65: 328-333.
Martín,J., Salvador, A. (1993). Thermoregulatory behavior of rock-lizards in response to tail loss. Behaviour, 124: 123-136.

Martín, J., López, P. (1999). When to come out from a refuge:risk-sensitive and state-dependent decisions in an alpine lizard. Behavioral Ecology, 10:487-492.

Amo,L., López, P., Martín, J. (2007).Pregnant female lizards Iberolacerta cyreni adjust refuge use to decrease thermal cost for their body condition and cell-mediated immune response. Journal of Experimental Zoology 307A (2):106-112.

Amo,L., López, P., Martín, J. (2007). Refuge use: A conflict between avoiding predation and losing mass in lizards. Physiology &Behaviour, 90 (2-3):334-343.

domingo, 11 de noviembre de 2012

MILMOCHING




Es una nueva actividad a la que me he ido aficionando en los últimos meses. Siento el palabro pero no encuentro ningún sinónimo en español. Un día que salíamos al campo con nuestra pequeña Águeda se nos ocurrió bromear con la palabra birdwatching, sin caer en la cuenta que un niño de 2 años no tiene cerebro sino esponja. Esa tarde cada vez que salía un pájaro delante de nosotros era una algarabía y no dejaba de gritar “mira papá un milmoching”. Pese a su edad, ella ya es conocedora perfecta de nuestra fauna, así los pájaros son los pipis que vuelan, mientras que los pipis que nadan son los peces, el resto de vertebrados se divide en diversos caballos y guau-guaus. Por otro lado, todos los invertebrados son “otro”, estando en revisión el estatus de los lepidópteros. Realmente, no sé porqué Linneo quiso complicar tanto la cosa.

Pero un milmoching es algo más, es salir al campo con un extraño objeto colgado al cuello, que nos llevaremos a los ojos cada vez que nos crucemos con un pipi que vuela, y cuya función es ayudarnos a mantener los párpados perfectamente cerrados de forma que no seamos capaces de ver absolutamente nada. Gente rara estos adultos.

miércoles, 17 de octubre de 2012

UN PASEO POR EL TEIDE.


La parte que emerge de las nubes era nuestro objetivo.
 
El Pico del Teide (Echeyde en guanche) es un cono volcánico de unos 1150 años que se alza unos 200 m sobre el propio Teide hasta alcanzar los 3718 m. Según he podido leer, El Teide en su conjunto ocupa la décima posición en altitud para una isla en todo el mundo y es el tercer volcán más alto del mundo, tras dos volcanes hawaianos, con 7500 m desde el lecho marino. Las condiciones ambientales en esta zona son bastante duras y exigen bastante mano izquierda a cualquier especie que se plantee instalarse por aquí. Hablamos no sólo de un substrato volcánico con pendientes del 70 % sino de una humedad relativa inferior al 50 % durante todo el año, con 6 meses de sequía (3 de ellos con precipitación 0 mm) y una precipitación anual de sólo 325 mm. Las temperaturas anuales oscilan entre los -15 °C y los 26 °C y recibe la increíble cantidad de 3000 horas de sol al año. Por todo ello no es de extrañar la presencia de más de 30 endemismos de flora exclusivos de Tenerife en las laderas del Teide.
 
Panorámica chapucera del cráter del Teide.


 Habíamos ido a pasar unos días de descanso a las Cañadas del Teide y, aunque se trataba del mes de octubre, tenía esperanzas de encontrar algunas plantas de montaña con flores, aunque no fuera una floración plena de temporada. Y la verdad es que buscando un poco pudimos dar con ejemplares floridos de varias de las especies emblemáticas de este increíble Parque Nacional: Silene nocteolens, Echium wildpretii, Erysimum scoparium, Adenocarpus viscosus, Spartocytisus supranubius, Echium virescens, Pterocephalus lasiospermus, Descurainia bourgaeana, etc. Un objetivo estaba claro, subir al cono del Teide en busca de plantas y tenía tres cosas en la cabeza.

Azufre y vapores de las fumarolas. Al fondo la isla de La Palma.

Gleras móviles, más abajo la Corona Forestal y el mar de nubes.


La primera era ver alguna Violeta del Teide (Viola cheiranthifolia) cerca de la cumbre, había visto ya algún ejemplar con flores pasadas en Montaña Blanca y no perdía la esperanza de conocer en primera persona a las que se suponen que son las plantas vasculares que crecen a mayor altitud en España, y es que había leído infinidad de veces sobre esas plantitas que suben casi hasta el cráter y me picaba la curiosidad. Antes de llegar a los 3500 m vimos una matita sin flores en una enorme glera de piedras. No buscamos más pues se trataba de una zona de acceso restringido.
 
Margarita del Teide (Argyranthemum teneriffae). 3600 m.


El segundo objetivo de la lista era más complicado y tan sólo nos fuimos fijando por si sonaba la flauta al recorrer la zona donde se suponía que era posible localizarlo un poco abrumados, eso sí, por la cantidad de turistas que merodeaban por la zona. Se trataba de la Borriza de cumbre (Ghapalium teydeum), que recibe también el comercial nombre de Edelweiss del Teide. Sólo existen unos 200 individuos en dos poblaciones que ocupan menos de 1000 m² asociadas a las microzonas húmedas generadas por las fumarolas. Lógicamente no hubo suerte.

Fisuras húmedas con musgos y hepáticas a 3700 m.

Pequeños céspedes de musgos a unos 3680 m.

Otra fisura con musgos a unos 3700 m.


 El tercer objetivo era la comunidad colonizadora de algas cianofíceas, musgos y hepáticas asociadas a las fumarolas. De estas sí que vimos una buena muestra, incluso en el propio cráter. Desconozco las especies de esta comunidad, aunque los céspedes verdes brillante de Campylopus pilifer y la diminuta hepática Cephaloziella divaricata son las especies más comunes, como así parecía. Viendo cómo son capaces de sobrevivir estas especies, rodeadas de azufre, con vapores a 85 °C y sobre rocas volcánicas porosas, realmente me olvidé de todo lo demás.
 
Esta Tolpis webbii fue la planta vascular que vimos a mayor altitud (3650 m).


Al final las plantas con flores que pudimos ver a mayor altitud fueron una Tolpis webbii (endemismo de Tenerife y La Gomera) que vimos sobre los 3650 m, junto al sendero Telesforo Bravo, y una Argyranthemum teneriffae (endemismo de Tenerife) a unos 3600 m sobre La Rambleta. Después vendría el descanso de los guerreros: conejo en salmorejo, papas arrugadas, tabla de quesos canarios y vino tinto de Tacoronte (Viña Norte) y ¡qué bien sienta el vino por encima de los 2000 m!

lunes, 8 de octubre de 2012

LA GRASILLA PÁLIDA (Pinguicula lusitanica).

Pinguicula lusitanica. Reserva Regional del Cíjara, Badajoz.


Pese a su nombre, esta especie ocupa toda la fachada atlántica europea, desde el norte de Escocia al norte de Marruecos. Se trata de la única especie del género dentro de Extremadura, aunque a este respecto aún recuerdo cómo hace años me dejé las suelas de unas botas buscando Pinguicula grandiflora en la Garganta de los Infiernos en la sierra de Gredos cacereña. Me habían enseñado una foto supuestamente tomada allí, que finalmente resultó ser una foto de Peñalara. Es el riesgo de no ser ordenado con las fotos.

En los últimos años las grasillas, entre otras especies de plantas carnívoras, se han hecho populares entre los aficionados a la jardinería, que disponen de una buena oferta en los centros de jardinería, generalmente vistosos híbridos de hermosas flores similares a las violetas. Quién tenga esa imagen en la cabeza se llevará una desilusión cuando se encuentre con Pinguicula lusitanica, la más esmirriada de las grasillas ibéricas. Yo reconozco que no soy objetivo porque me atraen casi todas las plantas, esta no es una excepción, pero debo reconocer que la primera impresión con esta especie suele dejar bastante frío. Es muy pequeñita (máximo 12-15 cm contando el tallo floral) y la roseta de hojas a veces es poco más grande que una moneda de 2 euros. Estas, además, están parcialmente enrolladas y tienen un intranquilizador aspecto viscoso verde-amarillento con venitas rojas. Un asquito vamos. La florecilla tampoco es un exceso de la Naturaleza y hay que ser generosos para ver alguna similitud con las violetas o incluso las prímulas, como en la mayoría de sus parientes. Su color como colofón es de un blanco azulado poco llamativo.



Sin embargo, estos “sin embargo” son siempre muy importantes para mí, estamos ante una grasilla peculiar y con su propia personalidad. Es una planta de vida corta, unos 2 o 3 años, a la que no le gusta la presencia de muchas plantas a su alrededor, algo difícil en las zonas turbosas donde vive. Por eso es frecuente verla en zonas muy próximas al agua, en los canales que drenan las turberas, canales que habitualmente pueden subir de nivel de agua durante varios días. Esto no es ninguna molestia para esta pequeña plantita que aguantará varios días bajo el agua, pero reduce mucho el número de especies vegetales que pueden colonizar estos medios anfibios. También se distingue de otras grasillas ibéricas en que mantiene sus hojas carnívoras durante todo el año, a diferencia del resto que tiene hojas de “entretiempo” y otras más desarrolladas de verano con capacidad carnívora. Esto puede ser una forma de ahorro de costes para una especie de vida corta, aunque tiene dos graves inconvenientes. El primero es que las hojas carnívoras dotadas de abundantes glándulas, que segregan mucílagos pegajosos unas y enzimas digestivas otras, producen un gran consumo de agua por parte de la planta, que se deshidrataría rápidamente si no tuviera a su disposición agua permanentemente. El segundo es que las elaboradas hojas carnívoras no resisten las heladas, por lo que estas plantas aparecen como quemadas en invierno y mueren en zonas muy frías, a diferencia de otras especies ibéricas, cuyas hojas no carnívoras forman unas yemas muy apretadas al final de la temporada que pueden resistir las heladas y que reciben el apropiado nombre de hibernaculum.

Con unos requerimientos tan marcados su presencia en Extremadura no debería ser abundante y así ocurre, ya que sólo está presente en los escasos enclaves turbosos de las Villuercas cacereñas y la comarca pacense de Los Montes. Nunca me he parado a contar cuantas plantitas de estas puede haber en una turbera, probablemente entre varios cientos y pocos miles, porque no es esa la pregunta que hay que hacerse sino ¿estos pocos metros cuadrados de turbera tienen garantizado su futuro?

Ya les digo que por muchos carteles y pasarelas de madera que les coloquen la respuesta es no.

lunes, 1 de octubre de 2012

LOS FRUTOS DEL LORO (Prunus lusitanica).


Prunus lusitanica. Las Villuercas, Cáceres.
Aprovechando que el domingo se presentaba como un día perfecto para salir al campo, soleado tras días de lluvia y con entre 15 y 20 °C, decidí acercarme a visitar algunas loreras de las Villuercas (Cáceres). Este es un buen momento para ver cómo han pasado el verano los loros (Prunus lusitanica), para ver la cantidad de frutos que han producido y para rebuscar las plántulas recién emergidas antes de que ciervos y corzos se las merienden. Muchas diferencias entre las dos loreras más importantes y como viene siendo habitual últimamente El Mesto le gana la partida a La Trucha.

Cuando ya estaba empezando a cambiarme el semblante un Mirlo acuático que buceaba en la lorera de la Trucha me distrajo y comencé a fijarme en los pajarillos que pasaban por la zona, imagino que buscando los frutos del loro, que a fin de cuentas no deja de ser un pariente del cerezo. Tan bucólico me puse que me olvidé de antiguas experiencias y me comí una magnífica cerecita madura de loro. Si pudiera describirse en una escala el grado de amargor este debería estar cerca de “soñar con una muerte rápida”. Me llevó un buen rato que mi boca volviera a este mundo.
Los arces (Acer monspessulanum) se están quitando del medio este año muy pronto.

Esto me hizo pensar que la dispersión del loro, aunque parece que también se debe a pequeños mamíferos, debe ser más bien trabajo para las aves. Muy mal debe estar una garduña rodeada de extensos madroñales cuajados de dulces frutos para hacerle semejante desaire a su paladar. Además, el tamaño del fruto es típicamente pajarero.

Esta relación planta-ave es una de las maravillas de la Naturaleza. Así un pequeño pajarillo nacido al norte de Alemania, por poner un ejemplo, puede volar durante miles de kilómetros, en una época con muy pocos insectos y casi ninguna semilla, en dirección al sur rumbo a África. Parará en las zonas donde abundan árboles con frutos, imagino que cada uno se irá elaborando su propia ruta con sus propias “estaciones de servicio”, que con suerte repetirá en años sucesivos. De esta manera, además, su ruta migratoria se enriquecerá con los frutos que el mismo contribuye a dispersar. Cuando se avecina el momento más difícil, cuando requerirá mayor esfuerzo y consumo de reservas, la Naturaleza le echa un cable en forma de extensa franja por toda la zona mediterránea cuajada de acebuches (y desde hace unos milenios olivos también), que le proporcionan auténticas bombas energéticas que le permitirán cruzar el mar y el desierto. Es impresionante.

lunes, 17 de septiembre de 2012

LA ESTRELLITA. Saxifraga stellaris.

Saxifraga stellaris subsp. robusta. Los Altares, Tornavacas (Cáceres). 2200 m.


Reconozco mi debilidad por esta especie, que sobrevive atrapada en uno de los entornos más frágiles de nuestras montañas: las fuentes y nacederos. No deja de sorprenderme que esta especie viva tan tranquila en lugares como Groenlandia, la Rusia ártica o el norte de Alaska. La veo tan delicada, casi siempre refugiándose entre los musgos, que me parece increíble tanta dureza en un ser tan diminuto. Y eso que las plantas del sur de Europa, incluyendo los Alpes, son un poquito más grandes que sus parientes norteñas.

 En Noruega han realizado algunos estudios con esta especie para ver cómo les afectaría el cambio climático, para ello incrementaron la temperatura en el aire y el suelo de unas plantas (+1,6 °C y + 2,6 °C respectivamente), también manipularon la disponibilidad de nutrientes y la luz. Los resultados debieron ser buenos para los noruegos ya que tras estos estudios con la subespecie norteña (subsp. stellaris), las plantas sobrecalentadas aceleraban su fenología, incrementaban su eficiencia reproductiva e incluso disminuía el coste reproductivo y con ello las plantas disponían de más recursos para incrementar su eficiencia reproductiva o para crecer más. A mí más bien me parece que descubrieron exactamente cómo funciona la subespecie robusta del sur de Europa.

 Estoy convencido que si unos investigadores españoles o del sur de los Alpes hicieran un estudio similar los resultados no serían tan positivos para la especie. Para ello no tendrían más que bajar unas plantas unos 200 m de altitud (por debajo del límite inferior que la especie ocupa naturalmente) para ver su comportamiento. Ya les digo que en Extremadura se pueden ahorrar el viaje, pues a esa altitud se encontrarían con la Saxifraga fragosoi ocupando los mismos hábitats y no tengo muchas dudas sobre el desenlace del duelo entre estas dos especies si las condiciones ambientales favorecen a fragosoi.

martes, 11 de septiembre de 2012

GENCIANAS EN CÁCERES.



Gentiana pneumonanthe. Valle del Ambroz, 1400 m.


El género Gentiana engloba a 361 especies y, aunque generalmente se considera a este como un género cosmopolita, la realidad es que 312 de estas especies son asiáticas, no hay ninguna en toda Sudamérica, sólo 1 en Australia y 2 en África, aunque estas están en el norte de Marruecos, que biogeográficamente es una prolongación de Eurasia. Son especies de montaña, viviendo prácticamente todas por encima de los 1000 m. El récord de altitud lo tiene Gentiana urnula que vive entre los 4000 y los 6000 m del Himalaya.

Se han establecido dos centros de diversificación para este género, el primero serían las montañas del NW de China con unas 190 especies y la segunda la zona Alpes-Pirineos con 27 especies, 17 de las cuales son endémicas. Estudios de ADN realizados con las especies europeas concluyen que no tienen un origen único y que, si bien muchas especies se originaron durante los períodos glaciares del Cuaternario, ya existían Gentiana en Europa antes de ese momento.

Flora Ibérica recoge 13 especies para la Península Ibérica, pero tan sólo tres de ellas se dejan ver en la Sierra de Gredos cacereña. La falta de sustratos calizos y de un clima más húmedo tienen la culpa de ello. En cualquier caso esta pequeña muestra nos permite hacernos una buena idea de lo que son las gencianas, tan sólo nos faltaría alguna especie del grupo de la pequeña Gentiana verna.

Juncia o Junciana (Gentiana lutea). Una planta enorme que puede superar los 150 cm con tallos de flores agrupadas en racimos a varios niveles y de un color naranja intenso, que se corresponde con la variedad aurantiaca, muy distinta de la variedad de flores amarillas de otras zonas. Se trata de una de las plantas tradicionalmente más buscada por los cabreros, que utilizaban tinciones con extractos de sus hojas para las mataduras debido a su alto poder bactericida y sobre todo su raíz, de un espantoso sabor amargo, que se empleaba para todo tipo de males estomacales. Debido a esto su población en Cáceres está bajo mínimos, sólo conozco cinco poblaciones, de las cuales sólo una supera los 1000 individuos, estando las otras por debajo de los 50 (una de sólo 3 plantas que no florecen). También he podido recoger de boca de los cabreros otras tres localidades donde la planta estuvo presente hasta hace unos 30-40 años, lugares que fueron recolectados hasta su desaparición. Conociendo esto, y viendo que las localidades supervivientes están en riscos inaccesibles o en lugares de acceso complicado es fácil deducir que la especie debió ocupar zonas de megaforbios por toda la sierra de Gredos cacereña.


Comunidad de megaforbios dominada por Gentiana lutea. Valle del Jerte, 2300 m.


Genciana de turbera o Cáliz de la aurora (Gentiana pneumonanthe). La típica genciana con el típico color azul de genciana. Es la especie más numerosa en Extremadura, aunque no la más distribuida, ya que sólo conozco dos grandes poblaciones de más de 6000 individuos una y más de 1000 la otra. Pese a su nombre donde realmente vive es sobre cervunales húmedos con encharcamientos temporales en primavera, que pueden estar próximos a turberas o no. Dependiendo de la exposición y del año puede aparecer como una matita rastrera de menos de 20 cm o como una mata ramificada de más de 50 cm.

Gentiana boryi. Valle del Jerte, 2200 m.


Genciana de Bory (Gentiana boryi). La pequeñina de la clase, ya que rara vez supera los 10 cm. Es un endemismo ibérico con tres áreas disyuntas en Sierra Nevada, Sierra de Gredos y Cordillera Cantábrica. Las plantas de Gredos son intermedias entre las otras dos, como parece lógico, y el color de la flor es lila o azul celeste. Dentro de Cáceres sólo la he localizado en cuatro puntos y no sabría estimar su población por la gran dificultad para su conteo dentro de los cervunales húmedos donde vive (un ejemplar sin flores puede medir 2 cm y estar rodeado por un césped de cervuno de 15 cm), pero por el pequeño área de ocupación que presenta no debe superar en número a la genciana de turbera.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

DESARROLLO SOSTENIBLE EN LA SIERRA DE SAN PEDRO.

Por desgracia, el introducido Muflón de Córcega ha sido un acompañante habitual en mis últimos recorridos por la Sierra de
San Pedro y eso se nota en la vegetación.



Las 8 de la mañana de un día brumoso de diciembre. El camino de tierra que había recorrido durante kilómetros termina ante una gran puerta de un estilo intermedio entre la mansión marbellí de un jeque y un rancho petrolero tejano. Detrás de esa puerta tan ostentosa se encontraban cientos de hectáreas que en mi mente colocaba dentro del núcleo que podemos considerar como “pata negra” dentro de la Sierra de San Pedro. No había sido fácil llegar hasta ese punto, fueron necesarias varias conversaciones y la intervención de una tercera persona para que se me permitiera acceder a ese supuesto paraíso. Pero para ello tendría que llamar primero al portero automático de esa enorme puerta.

-          Buenos días, soy Alberto Gil, he quedado con el encargado.

-          Ah, eres el de las flores.

-          Sí.

De una manera tan prosaica se me abrían las puertas del paraíso, laderas cubiertas de espeso alcornocal donde criaban decenas de parejas de Buitre negro, Águila real y a veces el Águila imperial.

El encargado no había llegado, así que me toco esperarle con uno de los guardas de la finca mientras observaba atónito como unos enormes jabalíes se acercaban tranquilamente a nosotros.

-          ¿Están domesticados?

-          No, lo que pasa es que no los cazamos. Ellos bajan a comer aquí y no se les molesta. Esta es una finca de ciervos.

Al rato llegó el encargado a toda velocidad en su enorme todoterreno.

-          ¿eres Alberto?

-         

-          Perdona el retraso pero ando muy liado. Bueno, cuéntame lo que quieres hacer.

-          Estoy buscando una planta rara que crece en las paredes de cuarcita. Son como unos geranios de roca y ya los he encontrado en la fincas X e Y. Mi idea es subir a los canchales de la cuerda, echar un vistazo y marcharme. Calculo que eso me llevará toda la mañana. Lo más probable es que no encuentre nada porque es una planta muy escasa.

-          ¿Sabes que eso son dolores de huevos para los propietarios?

-          Estoy convencido de que no encontraré nada, así que no te preocupes. Pero estando las otras tan cerca…

-          Por lo menos no eres uno de esos melenudos de los pájaros que contrata Medio Ambiente.

Pese a su ocupada agenda el encargado no se fiaba mucho de un tipo que busca flores en las rocas. Examinó mi coche y encontró la excusa perfecta para acompañarme.

-          Con esas ruedas no vas a ninguna parte. Sube a mi coche que te llevo.
 

Flores de Erodium mouretii de una población
cacereña.


Una vez en su coche nos lanzamos a toda pastilla por las pistas de la finca. Las primeras impresiones en el llano no eran buenas, mucho ciervo, monótonas dehesas casi monoespecíficas y con síntomas claros de seca, nada de regeneración, etc. Mientras subíamos la ladera por una pista horripilante, siguiendo la línea de máxima pendiente, con las ruedas lanzando piedras en todas direcciones, sorteando cárcavas y grandes piedras sueltas, continuaba nuestra conversación:

-          ¿Y para qué sirve esa planta?

-          De momento para nada, es sólo por su rareza.

-          Ya, lo de siempre. ¿Pocas fincas como esta habrás visto?

-          Uf, no creas. Últimamente he recorrido casi todas las fincas grandes de San Pedro.

-          Pero esta tiene una vegetación como ninguna. La pena es que no nos dejan hacer más caminos en la ladera para mantener el arbolado y se nos está muriendo.

-          ¿Y eso?

-          El forestal que es un anormal y nos tiene enfilados con tanta denuncia por chorradas. Pero no le importa cómo tenemos el arbolado. Eso sí que es un problema, porque nos estamos quedando sin alcornocal en la finca. Tenemos una plaga de Cerambyx que se está comiendo el arbolado.

-          Por lo que yo sé los Cerambyx sólo atacan madera muerta o moribunda. Aquí parece que el problema es la seca y por eso hay tanto Cerambyx.

-          ¡Aquí no hay seca!, lo que hay es mucho Cerambyx. Le he pedido a la Junta que nos dejen fumigar con avión la finca y nos dicen que no se puede por los nidos de los buitres, que coloquemos trampas. Así que apunta que los Cerambyx están acabando con el arbolado de la finca.

-          No te preocupes…

-          Son unos estalinistas. No te dejan hacer nada. Si esta finca tiene tantos bichos es porque los propietarios los han mantenido.

 

Mientras decía esto yo me fijaba en la multitud de pistas abiertas en la ladera, por las que cruzaban ciervos sin parar. La erosión en muchos puntos daba miedo. Toda aquella finca de cientos de hectáreas se podía recorrer de cabo a rabo sin bajar del todoterreno. Muchos olivares no tienen mejores accesos.

 
-          Pues esta finca tiene sello como explotación forestal ecológica. Es una manera de diferenciarnos de la competencia.

Casi me atraganto cuando oigo eso, fuera del coche un Buitre negro más levantaba precipitadamente el vuelo, alarmado por  nuestro paso tan cerca del nido. Al menos mi visita sería rápida, porque llegábamos a todos los canchales de la cuerda con el coche. De esa selva mediterránea que yo había imaginado, nada de nada. Los ciervos y los desmontes periódicos dejaban crecer  pocas especies, las pioneras. La vegetación era una mónotona sucesión de alcornoques, madroños, dos jaras y dos brezos. Sólo puntualmente se veían durillos, aladiernos, olivillas y cornicabras. Una diversidad muy baja para una umbría tan extensa.

-          Creo que he terminado, no hay nada de interés.

-          ¿Quieres que te enseñe alguna otra cosa?

-          Si tenéis algún manantial me gustaría verlo, porque allí se pueden encontrar cosas curiosas.

-          Tenemos uno cojonudo que hemos arreglado hace poco. Ya verás…

La charca que habían construido no sólo había destruido el manantial, sino que había cortado el arroyo. Era como una plaza de toros de agua fangosa. Pero una plaza de primera, eso sí.

 Después de algo más de 3 horas pisteando por las laderas de la sierra di por terminada mi infructuosa búsqueda. Y salí bastante triste de aquella finca. Estoy aburrido de oír siempre la misma cantinela. A los buitres negros les ocurre como a las personas. Si te construyen un aeropuerto a la puerta de casa te tendrás que quedar en tu casa si no puedes comprarte otra casa lejos de allí, aunque te resulte insufrible. Eso sí, no creo que tus hijos se queden en la zona mucho tiempo y seguramente nadie te compre la casa.
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