SEGUIDORES

domingo, 27 de julio de 2014

Dorsirrojos & Cía.

Alcaudón dorsirrojo con la ceba en un Saúco, esperando que los zarceros le den pista.

Parece que la “invasión” va por buen camino y cada vez se ven más alcaudones dorsirrojos por la vertiente cacereña de las sierras de Béjar y Gredos. De seguir así las cosas muy pronto contactarán con los alcaudones comunes que alcanzan los prados de media montaña y será muy interesante ver cómo se lo toman estos. El alcaudón real ya convive con ambos y observará la jugada desde su privilegiada posición.

Aquí  zarcero desde el Serbal, pista libre.


El otro día me encontré con un alcaudón dorsirrojo macho con la ceba en el pico, posado en un saúco en el lindero de un prado de siega. Mientras lo observaba, una pareja de zarceros comunes salieron de un serbal de cazadores y chillando sin parar se acercaron a mí y comenzaron a moverse a mi alrededor sin parar de gritar. Como supuse que tendrían el nido en el serbal me alejé hasta que se calmaron los zarceros, que volvieron al serbal. Entonces, el macho de dorsirrojo voló al serbal y se introdujo en su copa hasta una horquilla baja donde se intuía su nido. La imagen me recordó a la asociación de currucas mirlonas con alcaudón común tan típica de nuestras dehesas.

domingo, 20 de julio de 2014

El viejo Aliso (Alnus glutinosa).



Resulta muy difícil encontrarse con un viejo aliso en el campo extremeño, llevo muchos años pateando gargantas y ríos y no creo que lleguen a 20 los ejemplares que me han llamado la atención. Son realmente pocos, pero lo más llamativo es que la mayoría de ellos son extra-ribereños o se encuentran en nacientes de las gargantas.

Por desgracia el aliso es una de las especies que más ha sufrido nuestra ignorancia arboricida, nuestras alisedas son continuamente sometidas a “trabajos de limpieza” en las que son eliminados todos los pies añosos y se pone en práctica una especie de jardinería ribereña por parte de unas personas convencidas de que los cauces de agua son tuberías a cielo abierto. Cualquier aliso maduro es un peligro para la Humanidad, el aliso es un árbol estructuralmente muy débil y se pudre rápido, los alisos crean tapones en las gargantas y pueden provocar avenidas, etc. Para evitar esto lo más sencillo es mantener unas alisedas esmirriadas con arboles jóvenes (los sauces por supuesto son una reencarnación del Mal y no se contempla clemencia para ellos). No importa que el aliso lleve millones de años sobre la Tierra sin las ayudas del hombre o que en invierno el río, sin alisos que lo impidan, se lleve grandes mordiscos de los prados ribereños, si la cosa se pone muy fea se pueden poner esos gaviones de malla y cantos rodados tan bonitos.

Cuando un cultivo se establece al borde de una garganta los días felices se acabaron para los alisos de la ribera, puede que al principio el cultivo (leñoso generalmente) conviva sin problemas, pero el agricultor no tardará en mirar con malos ojos esas frondosas copas de los alisos que sombrean su cultivo: la guerra se ha declarado. El final suele ser un tramo de garganta sin alisos.

He llegado a tener que escuchar las quejas de un ganadero que tenía un prado de siega de más de 1 ha con un aliso en una pequeña fuente en el centro del prado: “Este aliso me está sombreando el prado y la hierba no me crece…”. En el Valle de Jerte había algunos prados de siega con manantiales que mantenían pequeñas alisedas, siempre se consideró normal respetar esas madres de agua, hasta ahora.

Por unos segundos esta rama me hizo ver lo que no era.


El ejemplar de la foto está en Casas del Monte, en la Tras la Sierra cacereña, un término que conserva ejemplares notables de casi todas sus especies de árboles, desde los rebollos a los abedules. Este ejemplar es muy accesible y lo conozco desde hace años, pero me parece tan bonito y su entorno es tan bello que siempre me ha dado vergüenza sacar la cinta métrica para medirlo. Sé que no es el más grande, incluso en Casas de Monte hay otro ejemplar mayor, pero este tiene toda la dignidad de los árboles viejos y por sus raíces discurre un pequeño reguero de agua procedente de la garganta cercana creando una zona rezumante con hepáticas, helechos y el bellísimo endemismo gredense Sedum campanulatum. Un árbol de cuento.

martes, 15 de julio de 2014

Coenonympha dorus

Coenonympha dorus sobre Manzanilla de Gredos. Hervás, 1400 m.

Esta pequeña mariposa puede pasar fácilmente desapercibida: al fin y al cabo una pequeña mariposilla parda sin mucho atractivo a simple vista. Tampoco ayuda que sea una especie que en Extremadura hay que buscarla en terrenos de sierra en el Sistema Central, con una aparición testimonial en la zona alta de Las Villuercas.


Se alimenta de diversas gramíneas y por ello no es fácil de dar con la tecla para encontrarla, yo cuando la tengo delante no la dejo pasar, aunque hasta ahora no había podido sacar una foto que mostrara esa banda de escamas doradas tan impresionante (pocas veces citada en los libros). 

miércoles, 9 de julio de 2014

Cosas de abejorros.

Bombus pascuorum en su spa.

Ya he dejado clara en varias ocasiones en este blog mi admiración por los abejorros, soy completamente sospechoso de parcialidad, pero me parecen unos bichos increíbles, fáciles de observar y me encanta estar en sitios repletos de abejorros, sobre todo ahora que empiezan a hacerse raros en muchos lugares. El otro día recorriendo unos prados de siega con setos en la Sierra de Béjar cacereña me encontré con dos abejorros que me sorprendieron, como casi siempre.

El primero de ellos era un Bombus terrestris de talla media-grande, me llamó la atención por la torpeza con la que se movía, supuse que se habría “colocado” con algún néctar, pero al acercarme me di cuenta que le faltaban las alas, en realidad sólo tenía unos muñones. Me senté un rato a ver cómo se las apañaba y no pude evitar sentir admiración por su tenacidad. Subía y bajaba de las flores trepando y se desplazaba andando de una a otra. Lógicamente no podía ser muy exigente y visitaba plantas que no son muy atractivas para un abejorro que puede volar, su cosecha era casi inexistente y poca sería su aportación a la colonia. Los Bombus terrestris tienen varias tallas en función de la alimentación que reciben cuando son larvas, desde obreras más pequeñas que una abeja de la miel hasta pequeñas bolitas peludas de casi medio gramo. Las tallas pequeñas se ocupan de las labores internas de la colonia y las mayores recolectan el alimento en un radio de unos 2 km, aunque algunas de estas grandes pueden quedarse dentro de la colonia. Dentro de la colonia las alas no son necesarias, así que hubiera sido la mejor opción para este abejorro sin alas, pero está claro que le pudo el instinto recolector.

El Bombus terrestris sin alas.


El segundo era uno de esos Bombus pascuorum leonados, mientras recorría la sauceda de un arroyo se posó delante de mis narices en la hoja de un sauce, con esa total ignorancia hacia las personas tan de abejorro. Rápidamente llamó mi atención porque comenzó a restregarse sobre la hoja como si fuera un perrillo, casi parecía disfrutar mientras repasaba todo su cuerpo con las patas. La operación duró casi un minuto y se marchó. Imagino que las hojas de sauce, cargadas como están de alcoholes y taninos, pueden ser un remedio contra los ácaros, que no son nada raros en los abejorros.
Related Posts with Thumbnails