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martes, 29 de septiembre de 2015

La Pajarera portuguesa (Thymelaea broteriana).



La Pajarera portuguesa es sin dudas una de las plantas más humildes y discretas que uno se puede echar a la cara. En su medio, rodeada de brezos y carquesas, resulta casi invisible y tan sólo durante la floración puede llamar la atención el tono amarillo que adquiere con sus flores. Aunque no conviene hacerse ilusiones pues tampoco es nada muy espectacular y si no se va sobre aviso es muy fácil ignorarla. Aunque parece un brezo, su pariente más cercano es el Torvisco (Daphne gnidium), algo que salta a la vista comparando sus flores.

Bonita o no, lo cierto es que se trata de un valioso endemismo ibérico con un área de distribución muy restringida. En Portugal aparece tan sólo en sierras de la mitad norte (Serras do Gerês, Alpedrinha y Estrela), con una cita dudosa en la Serra da Arrábida. En España la encontramos en Galicia, con una población en Ourense, que se podría englobar con las portuguesas del norte y otra en el Alto del Candán (Pontevedra), y en la Sierra de Gata (Salamanca y Cáceres), que alberga al menos al 80 % de las plantas conocidas para España. En 2008, sin datos para Portugal, su población no alcanzaba siquiera los 8.000 individuos reproductores. Su tendencia parece regresiva, pues se ha constatado la desaparición de alguna población.

Porte de Thymelaea broteriana  ramoneada por Ciervo en la Sierra de Gata cacereña.

Viendo su distribución se aprecia el carácter atlántico de esta especie y una vez más se observa la gran puerta hacia el interior de la península Ibérica que representan la Serra da Estrela y la Sierra de Gata, por donde han penetrado numerosas especies atlánticas que aún hoy día sobreviven de manera relicta en nuestro ambiente mediterráneo. La Thymelaea broteriana permite reconstruir casi totalmente esa ruta. Esta afinidad atlántica también podría explicarse por el origen subtropical de las Timeleas y su gusto por la humedad y un clima templado. Así, pese a su humildad, es una especie de gran importancia biogeográfica.

Ya se ha visto que su situación es preocupante, por lo que está protegida en las tres Comunidades Autónomas donde está presente. Por desgracia, esto no parece ser suficiente cuando las amenazas para esta especie provienen del hombre, en forma de incendios y una gestión forestal que la ignora sistemáticamente (sin olvidar la presión que el fomento del Ciervo supone para alguna población). Thymelea broteriana requiere zonas donde el brezal no llegue a ahogarla y por eso aparece en terrenos alterados o pobres donde el brezal está más claro y aparecen jaguarzos. Se parece en esto mucho a otra ilustre planta atlántica como Drosophyllum lusitanica y, como en el caso de aquella, puede dar lugar a la creencia de que es una planta que soporta un manejo intenso del territorio. Una cosa es vivir en los bordes de caminos y cortafuegos, donde la competencia es menor, y otra cosa es que sus poblaciones puedan soportar unas cada vez más frecuentes labores de mantenimiento y ensanche de estas infraestructuras. Si no se plantean estas labores teniendo en cuenta los requerimientos de esta especie, allí donde se encuentre, las poblaciones desaparecerán empezando por los ejemplares reproductores adultos y terminando con la última semilla del banco de semillas del terreno.

domingo, 20 de septiembre de 2015

RUGBY: FLORES DE CEREZO VENENOSAS.

Logo de la selección japonesa de rugby

Sé que son las flores más raras de las que hemos hablado en el blog, pero me hicieron pasar una tarde genial, comparable a la de Gasol contra Francia.

Que te conozcan como Cherry Blossoms (flores de cerezo) en un deporte como el rugby no es una buena presentación, a qué engañarnos. Si, además, nunca has ganado un partido de un mundial no debes esperar ser muy respetado. Si resulta que enfrente se encuentran los temibles Springboks sudafricanos, dos veces campeones del mundo y considerados como duros entre los duros, la cosa no presagiaba nada bueno. No importa que el año para los sudafricanos haya sido nefasto.

Imagen de la prensa inglesa con dos seguidores sudafricanos antes del partido. 

Contra lo que pudiera parecer, no voy a contar una historia de David contra Goliat. No era eso en lo que pensaban los japoneses. Su idea era clara, jugar a Sudáfrica con sus propias armas, ser más duros que ellos si hacía falta. Un suicido, o no…


Los Springboks, un equipo curtidísimo con varios campeones del mundo sobre el terreno, no entendían nada. No sólo no tenían atemorizados a los japoneses, si no que les estaban dominando en todas y cada una de las fases del juego en las que ellos son los maestros. A cada arreón suyo respondían los japoneses, para llegar así a un final muy cerrado. Con tiempo para una última jugada (32-29), Japón tenía un cómodo golpe de castigo para poner el empate en el marcador. Todo el mundo consideraría eso una gesta. Pero, para asombro de todos, decidieron arriesgar e intentar ganar el encuentro, muerte o gloria. Se comieron a la delantera sudafricana y consiguieron el ensayo (32-34). No hubo transformación y el partido acabó así. Gracias Japón.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Sostener lo insostenible.

Collado de las Yeguas. Agosto 2015.

Hay día mejores y peores, eso está claro. Pero cuando uno decide darse una caminata por el campo dentro de una Reserva Natural, como La Garganta de los Infiernos, lo último en lo que piensa es que ese va a ser un mal día. Pero resulta que hoy, por el afán de llevar a todo el mundo a todas partes, se nos ha olvidado que no todo el mundo puede ir a todas partes. Algunas personas donde mejor están es en sus casas.

Collado de lasYeguas. Agosto 2015.


Ese día llegaba al Collado de las Yeguas después de unos diez años sin pisar la zona. Me sentía bastante bien, casi emocionado, la vegetación en la zona del Hornillo, muy castigada tradicionalmente, se recuperaba de una manera increíble y había arbolitos y matas nuevas por todas partes. Pero sólo necesité unos segundos allí para cogerme un tremendo cabreo. Escondidas entre los piornos botellas y garrafas de 5 litros de agua vacías, completando el cuadro varias bolsas de basura ya rotas que derramaban sus inmundicias. Alguna ruta organizada por “amantes” de las actividades saludables y de Naturaleza había establecido en ese punto clásico un lugar de avituallamiento y allí decidieron dejar todos sus residuos, que el rollo ecológico se queda en casa. Un poco escondidos, eso sí, no fueran a molestar mucho y en la vertiente verata, no fuera a pillarlos ensuciando una Reserva Natural y les callera una multa mayor.

De bajada, las cosas empeoraban. Tras seguir el camino que viene de la Garganta Chica llegamos a la zona de Los Pilones. Lugar emblemático de lo que nunca debería ser turismo en un espacio natural (protegido o no), al modo de lo que ocurre en las gargantas veratas. Se ha trasplantado el turismo más chusco de sol y playa a la sierra, con las dificultades de accesibilidad y presupuesto que esto supone para su gestión. El resultado es asqueroso, algo que es más dramático por los parajes afectados, con papeles impregnados de todo tipo de líquidos, sólidos y geles que un cuerpo humano es capaz de expeler por los 2 o 3 orificios que me vienen a la cabeza. Tampones, compresas, pañales,… la sección de higiene personal de un supermercado en plena Naturaleza, unida al departamento de bebidas y alimentos para biodeportistas. Un lugar como Los Pilones (Alardos o Pedro Chate) no se merece lo que le está ocurriendo y, si unos tienen la culpa por facilitar su acceso y vender el último paraíso, otros tienen más culpa por no estar a la altura del lugar que visitan, ni de la especie a la que pertenecen. Hablar de tasas y cuotas es algo tabú, pero no veo yo muchas más alternativas.


Hace años en esta zona podías cruzarte con turistas extranjeros, prismáticos en ristre. Hoy esa visión es casi imposible (y no por falta de atractivo). Los guiris camperos son un buen indicador de la gestión de un espacio: a más domingueros, menos guiris camperos. Resulta, además, que son gente muy intercomunicada y rápidamente los informes pasan de unos a otros, para bien o para mal. Los otros, los guiris de sol y playa, se quedan en la Costa Brava, lógicamente. Esto puede gustar más o menos, pero en donde se ha apostado por la cantidad ya han surgido graves problemas que comprometen la sostenibilidad del negocio, por no hablar de cuestiones ambientales o de convivencia.
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