Si la cara es el espejo del alma esta foto lo dice todo. (Foto propiedad de la familia Shigo). |
Muchas veces lo más evidente no
es lo más cierto, afortunadamente. Que el clarinetista de una banda de la U.S.
Air Force durante la guerra de Korea pase más de 30 años como técnico del U.S.
Forest Service del departamento de Agricultura con la misión de estudiar la
pudrición de la madera, algo eminentemente práctico para la industria maderera,
puede justificar en parte las reticencias de los investigadores académicos al
uso. Si, además, ese personaje decide que su herramienta de trabajo va a ser la
motosierra, a la que pone al nivel del microscopio, y trabaja bajo el lema
“Toca los árboles”, diseccionando personalmente más de 30.000 árboles en las
zonas de corta, mientras afirma con cierto desdén “si una investigación requiere un trabajo duro o ensuciarse,
probablemente no se ha realizado aún”, es fácil imaginar que más de uno se
sienta escocido, por muy doctor en fitopatología que sea el personaje.
Shigo en su laboratorio (Foto propiedad de la familia Shigo). |
Uno de los libros que guardo en
mi casa con mayor cariño es uno de Alex L. Shigo (Duquesne, Pennsylvania
1930-Durham, New Hampshire 2006). Tiene una edición muy cuidada pero su
cubierta es bastante kitsch, con
mucho dorado y grandes dibujos. Me recuerda a un libro religioso. Su interior
está repleto de textos cortos acompañados de diagramas realizados la mayoría de
ellos a mano y con una calidad artística que deja bastante que desear. Por
último, se trata de una autoedición del autor con el curioso nombre de Shigo
& Trees, Associates. En realidad cumple con todos los requisitos para ser
un clásico libro de friki…si no fuera
porque su contenido es asombroso. Un torrente de ciencia arbórea explicada casi
para niños.
Todos esos años de trabajo de
campo le permitieron ver que los árboles no son esas estructuras formadas mayoritariamente
por madera muerta, de hecho, duda incluso de que se pueda hablar de madera
muerta viendo su capacidad de reacción. Descubrió que los árboles ante una
amenaza no son esos seres inermes que se pensaba sino que son capaces de
generar barreras (obviamente no pueden correr, lo suyo es otro deporte). Surge
así su archifamosa teoría de la compartimentalización de las pudriciones en los
árboles (CODIT en sus siglas inglesas), base de la moderna arboricultura y
publicada en 1975. Después vendrían descubrimientos de otros mecanismos de defensa
como la unión tronco-rama.
Amante de la música y lector
empedernido de biología, física, química, filosofía, etc. Siempre consideró que
la química era la herramienta básica para profundizar en el conocimiento de la
fisiología de los árboles y se lamentaba de que pocos colegas suyos tuvieran
conocimientos sólidos en ella, de ahí su famosa su frase “los radicales libres no son personas que protestan”.
Su relación con la industria de
la arboricultura no fue precisamente muy cordial. Reconocido como el gran
maestro, sin embargo criticó con dureza lo que él llamaba la arboricultura del
músculo, la conocida cirugía arbórea y sus técnicas (drenajes, masillas,
limpiezas, etc.). Las empresas, pese a reconocer la validez de los criterios de
Shigo, se negaban en buena medida a cambiar sus procedimientos por una
elemental cuestión de rentabilidad económica: a mayor intervención, mayor
factura. Shigo lo tenía claro: “no llame
carnicero a los mutiladores de árboles, los carniceros son gente muy
cualificada”.
Con el unánime reconocimiento
mundial, más de 280 artículos científicos, varios libros imprescindibles y una
ingente cantidad de material divulgativo, la muerte le sobrevino en un
desafortunado accidente doméstico mientras trabajaba en su casa.