Cheirolophus uliginosus. San Vicente de Alcántara (Badajoz). |
Hace unos días regresaba a casa contento tras disfrutar de
la floración de una de las plantas más raras que tenemos por Extremadura, el Cheirolophus uliginosus o Cardo de
pantano. Lo cierto es que me duró bastante poco la alegría pues el incendio de
Doñana puede que haya afectado a alguna de las poblaciones onubenses de este
raro endemismo ibérico presente el litoral de Cádiz, Huelva y centro de
Portugal, por donde llega hasta Extremadura de manera absolutamente puntual y
maravillosa, aprovechando esa influencia atlántica que permite la existencia de
plantas como Erica tetralix o Drosophyllum lusitanicum en el rincón
extremeño que se adentra en Portugal.
Me tengo por un buen conocedor de
Extremadura, pero aún así no dejo de sorprenderme con los enclaves que todavía
quedan por aquí, cada vez más pequeños y amenazados, eso también. Bastó con
girar el volante y descender a un pequeño vallecín para pasar del más tórrido
termomediterráneo del verano pacense, a un arroyito casi cerrado por el
bellísimo Helecho real (Osmunda regalis)
con enclaves higroturbosos en sus márgenes, donde aparecía el Cheirolophus rodeado de zarzales y
sauces. Una auténtica estación de servicio que atendía a una enorme población
de mariposas dominadas claramente por Argynnis
pandora y Melanargia lachesis.
Como no quiero mentir, los eucaliptos ocupan ahora el sitio que debieron tener
los alisos pero, aún así, la zona continúa siendo una auténtica isla verde en
un mar pardo.