Imposible resistirse a la supermoto de la grulla gigante. |
¿Un festival de grullas a mi
edad? Pero oye, que las grullas y yo, uña y carne. Horas y horas de
observaciones durante muuuchos años. Eso es algo de suecos educados, alegres
por recibir la primavera. Pero bueno, este año teníamos la oportunidad
irrepetible de ir a un festival de grullas a hacer milmoching y no
era cosa de perdérsela. Y me alegro un montón de haber tenido esta oportunidad
de descubrir este festival con los ojos de un niño.
Perogrullo en acción. |
Para empezar la zona donde se
celebra el festival es el mejor lugar de Europa para ver grullas en invierno.
El espectáculo natural de magnitudes africanas está garantizado. Además, la
observación de grullas tiene la grandísima ventaja de poder realizarse a
cualquier hora del día, lo que facilita mucho las labores de despliegue para
aquellos que cuenten con pajareros infantiles entre sus filas.
Toma pipi. |
Toma pipi a comer. |
Que te reciba el duende
Perogrullo en la casa de las grullas y puedas subirte a la moto de una grulla
gigante ayuda a que se despierte la curiosidad al pajarero novel más reticente.
Aprovechando unas réplicas a tamaño natural de las grullas le contamos a Águeda
cómo y qué comen estas aves y es evidente que lo entendió, porque poco más
tarde, mientras observaba por el telescopio un grupo de grullas, se sacó una
bellota del bolsillo y acercándola al ocular empezó a decir “toma pipi a comer”.
Y por supuesto, cuando el
milmoching finaliza y la joven pajarera descansa, es el momento de disfrutar
del impresionante espectáculo de estas concentraciones de miles de grullas.
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