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Entrada principal de la Cueva de Boquique. Valcorchero, Plasencia (Cáceres). |
La España del primer tercio del siglo XIX no tenía nada que envidiar al Far West americano, es cierto que no teníamos a Toro Sentado y sus sioux, pero tuvimos al general Soult y sus tropas imperiales. En esa época sangrienta surgen una serie de personajes de lo más novelesco. Es el caso de la cuadrilla de guerrilleros conocida como “Los muchachos de Santibáñez” formada casi exclusivamente por mozos de Santibáñez el Bajo (Cáceres) y capitaneada por los “Tres Migueles”. Durante la guerra contra los franceses, y pese al nombre de la banda, hicieron los que se esperaba de ellos: mucha audacia, mucho arrojo y mucho salvajismo. De tal modo, que los franceses temían como al demonio a los terrenos montañosos del norte cacereño. Eran unos héroes y como a tal se le prometió tierras para cada uno de los que formaban la partida una vez expulsados los invasores. Como en toda buena película que se precie las buenas promesas no se cumplieron y los muchachos se volvieron a echar al monte, esta vez para acabar con todo lo que oliera al régimen absolutista, que ellos indirectamente habían contribuido a establecer. Se une a la partida otro vecino de Santibáñez, don José Montero, el cura. La partida ahora cuenta con un ideólogo, el “Cura Moro”, y se dedica a dar golpes de efecto de gran resonancia tomando Ciudad Rodrigo y acabando con los más destacados hombres del régimen absolutista en Béjar y Hoyos. Tachados de bandoleros por unos y de anarquistas por otros, tras incluir también a los liberales entre sus objetivos, no tardaron en pasar de héroes a villanos. En 1821 los Muchachos se toparon con la horma de su zapato.
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Vista superior del gran bolo que formó la cueva |
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Al fondo se abre una chimenea que comunica con el exterior. Allí pasé dos horas atrapado cuando era niño. |
Don Mariano Ceferino del Pozo, vecino de Plasencia, era otro de esos personajes típicos de aquella época convulsa. Durante la guerra contra los franceses también encabezó una partida de guerrilleros de gran audacia y comenzó a ser conocido como “Boquique”. Finalizada la guerra mató el gusanillo acabando con varias partidas de bandoleros. Con la llegada del trienio liberal un monárquico acérrimo como él no pudo por menos que echarse al monte con su partida como voluntario realista. No debió ser muy molesto al poder pues asentó su campamento muy cerca de Plasencia en la cueva que lleva su nombre y allí permaneció tres años, hasta que cayeron los liberales. Sin embargo, el norte de Cáceres era un corral demasiado pequeño para tanto gallo y en 1821 el bueno de don Mariano acaba con la banda de “Los Muchachos de Santibáñez”. Tras la caída de la banda sigue una brutal represión que acaba con 111 vecinos de Santibáñez condenados, varios de ellos al garrote vil.
Don Mariano cuelga su escopeta durante unos años, pero en 1834 al estallar la primera guerra carlista se le vuelve a inflamar la vena, gracias esta vez a la ayuda de varios curas placentinos, y bajo el lema Dios, Patria y Rey se trasladará con su partida otra vez a la cueva para apoyar la causa de Carlos V. Dado que don Mariano el carlista sí era molesto para el poder, su caída fue rápida. La noche del 5 de marzo de 1834 toda su partida es atrapada en la cueva y sometida a un inacabable proceso judicial. Nace entonces la leyenda del bandolero Boquique.
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Según la leyenda el bandolero Boquique se ahorcó aquí antes de ser apresado. |
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La chimenea. |
La Cueva de Boquique, situada en la dehesa de Valcorchero (Plasencia) es en realidad un gran abrigo formado tras el colapso de un gigantesco bloque de granito. Pese a las peripecias de don Mariano esta cueva es más conocida por la leyenda del bandolero y sobretodo por sus restos de cerámica, que dieron nombre a la llamada “Cerámica de Boquique”. Este tipo de cerámica, grosera y con incisiones punto y raya, caracterizó la cultura de los castros de la Meseta del período final de la Edad de Bronce.
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Los restos de Cerámica de Boquique son fáciles de localizar. |