Antes de nada me gustaría hacer un pequeño paréntesis:
Hace unos días Salomé Guadalupe Ingelmo desde su blog http://hervasencuatrosaltos.blogspot.com/ consideró este blog como uno de los 12 que merecían el premio Sunshine Awards. Mentiría si digo que no me hizo ilusión, y más viniendo de un blog que tengo entre mis preferidos, cuya autora, con sus solitarios comentarios, me animó muchos días a escribir algo aquí. Sin embargo, inmediatamente me entró una pequeña congoja al tener que elegir yo a otros 12 blogs para pasarles el premio. Considero los blogs que me gustan como algo tan personal de sus respectivos autores, que eso supondría para mí elegir 12 personas y no 12 blogs, algo que ni estoy capacitado para hacer, ni me apetece hacer. Sólo espero que Salomé no se tome esto como un desaire.
Bellas, pero invasoras, en un paseo por el Ambroz.
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Melitaea athalia se me mostró absolutamente ajena a mis ideas fitoxenófobas. |
Pero hombre por qué te pones así, si son unas plantas muy bonitas y no le hacen daño a nadie. Debe ser que con la edad me estoy avinagrando, pero reconozco que cada vez que me cruzo con una de estas plantas se me arruga la nariz. Si estuviera en mi mano no durarían ni un segundo en nuestros campos, lo que probablemente me crearía una legión de enemigos entre los amantes de lo bello. Afortunadamente son pocas las especies que son capaces de escapar al cultivo, pero todas aquellas que lo hacen son portadoras potenciales de problemas para nuestro campo. Sólo un puñado son capaces de producir grandes daños en pocos años, como es el caso del Jacinto de agua (Eichhornia crassipes), que tanta guerra ha dado en Extremadura recientemente. Otras van más despacio, creando “jardines botánicos espontáneos” en hábitat degradados, donde las plantas autóctonas casi no existían previamente y donde ya no tendrán hueco, así ocurre en algunas zonas de las Vegas del Guadiana, como apuntaba ya hace años D. José Luis Pérez Chiscano. Otras encuentran un hueco en nuestros hábitats naturales y en ellos se instalan. En un principio son buenas vecinas y, por su bajo número, no crean problemas y son hasta pintorescas, pero cuando sus poblaciones se asientan empiezan a reclamar su espacio y este siempre se consigue a costa de una especie autóctona. Generalmente cuando descubrimos el problema ya es demasiado tarde para solucionarlo.
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Fruto de Lunaria annua. |
La Lunaria annua (Hierba de nácar, Hierba de plata o Moneda del Papa) procede de los Balcanes y suroeste de Asia. Ha sido muy cultivada por sus llamativos frutos, que una vez secos se utilizan para formar centros por su aspecto nacarado o plateado. Aunque es una planta cunetera y de baldíos, la puñetera también se deja caer por el sotobosque de algunos castañares y rebollares de La Vera, el Valle de Jerte o el Valle del Ambroz, donde existen plantas de gran valor con las que no conviene interferir, por muy bonita que seas. Además, a mí personalmente sólo me parece un yerbajo bastorro, como tantos otros de su familia que abundan por aquí, con un fruto curioso, eso sí.
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Lychnis coronaria. |
Más difícil lo tengo con Lychnis coronaria (Candelaria o Clavel lanudo), planta llamativa donde las haya, con unas flores grandes y de un color fucsia subido, encaramadas a un tallo plateado de más de 50 cm. Es tan bonita que aparece en folletos y otro material divulgativo sobre la Naturaleza del Valle de Jerte o La Vera, en fín... Como Lunaria, procede del este del Mediterráneo, lo que le garantiza una excelente aclimatación y cada vez me la encuentro en más sitios, casi siempre bien escogidos entre los bosques mejor conservados. Al contrario de lo que le ocurre al resto de las personas, a mí su aspecto tan llamativo sólo contribuye a cabrearme más, al hacerla más fácilmente visible.
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Mimulus moschatus. |
La tercera es más rarita, de hecho procede de las Montañas Rocosas y, de momento, sólo la he encontrado en una turbera y unos prados de siega en La Garganta (Cáceres). La primera vez que la observé me dejó descolocado y no fui capaz de identificarla. Consulté con dos ilustres botánicos, buenos conocedores de Gredos y su entorno, pero tampoco me pudieron ayudar. Estaba en un lugar tan especial que nunca imaginé que fuera una planta introducida (¿quién la habría llevado hasta allí?). La duda duró lo que tardé en enseñarle una foto a mi antiguo profesor de ciencias naturales del instituto, que le puso nombre al instante: Mimulus moschatus (Flor de almizcle). Una planta con la que ya tuvo que lidiar hace años cuando recorría las sierras cacereñas buscando bichos raros (qué cerebro ha perdido la ciencia española con esta persona). Esta sí que no tiene perdón, ya que está colonizando todos los canales de una de nuestras turberas más valiosas, desplazando a plantas autóctonas muy escasas en Extremadura, donde no nos sobran precisamente las turberas.