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Thymelaea procumbens. Flor masculina. Valle del Jerte, Cáceres. 1400 m. |
Hace 5,96 millones de años se cortó la conexión entre el mar
Mediterráneo y el océano Atlántico y, dado que la evaporación de Mediterráneo
supera los aportes de sus ríos, comenzó un proceso de desecación de este mar
conocido como la Crisis de Salinidad del Messiniense. Esta desecación casi
total permitió la aparición de puentes de tierra que unieron la Península
Ibérica con el norte de África y con Oriente Medio, uniendo la mayoría de las
islas del Mediterráneo. Este parece ser el origen de la actual flora iberonorteafricana.
Este acontecimiento también permitió la llegada hasta la Península Ibérica de
un buen número de especies originarias de las zonas áridas de Asia Central,
especies que se extenderían por ambas orillas del Mediterráneo y que forman la
llamada flora Irano-turanica, entre las que podemos destacar los géneros Astragalus, Stipa, Artemisia y Thymelaea. La conexión entre Atlántico y
Mediterráneo se restableció hace 5,33 millones de años y los puentes entre las
distintas regiones se perdieron, iniciándose la evolución separada de estas
especies que dará lugar a numerosos endemismos.
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Thymelaea procumbens. Flores femeninas. Valle del Jerte, Cáceres. 1400m. |
Las especies de género Thymelaea
son sumamente atractivas, si no por su escasa belleza, sí por sus interesantes
estrategias reproductivas adaptadas a medios donde las condiciones son muy duras
y cambiantes. Dentro de este género, con unas 30 especies, se pueden encontrar
plantas capaces de producir frutos carnosos y frutos secos de manera
simultánea. Esto, conocido como heterocarpia, permite a la planta producir
frutos en los que primaría la dispersión, junto con otro tipo en los que
primaría su dormancia y, por tanto, son un seguro de vida ante imprevistos
ambientales (p.e. un incendio).
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Thymelaea procumbens. Hábito. Valle del Jerte, Cáceres. 1400 m. |
La expresión del sexo en estas especies es muy complejo, así
encontramos mayoritariamente especies dioicas, con plantas masculinas y plantas
femeninas separadas, pero también podemos encontrar todas las posibles
combinaciones con plantas con flores de los dos sexos, con flores de un sexo
junto a flores hermafroditas, incluso plantas que cambian de sexo conforme
avanza la temporada pasando de machos a hembras. En general las flores son
bastante modestas y tienen muy poco desarrollada su capacidad de producir
néctar, por lo que se considera que su polinización está dominada por el viento
aunque también intervienen los insectos.
En junio de 1904 Gandoguer recolectó en la Sierra de Gata (¿Salamanca?)
una especie de Thymelaea que atribuyó
a Thymelaea nitida. Era una especie
conocida y la cita pasó al olvido. En junio de 1951 un equipo de botánicos
portugueses de la Universidade de Coimbra recolecta una planta no florida de Thymelaea en la Ribeira d’Arnes, Sabugal
(Serra de Malcata). La especie les parece nueva pero sin flores no la pueden
describir, así que el 20 de abril de 1952 recogen bastante material con flores
en la misma localidad (A. Fernandes, F. Sousa y J. Matos). Ese mismo año Abilio
Fernandes y Rosetta Fernades describen la nueva especie como Thymelaea procumbens y al estudiar el
material de 1904 recogido por Gandoguer en España lo atribuyen a esta nueva
especie.
Desde entonces se han añadido unas pocas citas nuevas, que
confirman la rareza de este endemismo ibérico. En 1973 Casaseca la cita como
abundante en los rebollares de Villarrubias en la sierra de Gata (Salamanca),
en 1975 Fernández Díez la recolecta en La Alberca, en la Sierra de Francia
(Salamanca). A principio de los años 80 Arturo Valdés Franzi la localiza en dos
puntos de la Sierra de Gata (Cáceres). Con el nuevo siglo la especie es localizada
en la Sierra de Gredos: el 4 de mayo de 2003 por Antonio González Canaleja en
Navalonguilla (Ávila) y, posteriormente, dos poblaciones en el Valle del Jerte
(Cáceres). En 2003 también se localiza otra población en Sierra de Gata
cacereña (J. Blanco, S. Ramos y FM. Vázquez).
Thymelaea procumbens aparece en zonas aclaradas de matorrales
de brezo, escoba o piorno en zonas de rebollar (Quercus pyrenaica) o por encima de este, sobre suelos ligeramente
ácidos, entre los 700 y los 1900 m. Parece tener problemas en zonas de matorral
muy cerrado, donde busca taludes, bordes de pistas o zonas quemadas. Es una
especie dioica, aunque se encuentran ejemplares con flores masculinas y
hermafroditas. Presenta un olor desagradable que persiste en los pliegos de
herbario, aunque a mí la verdad es que no me ha llamado la atención pese a
estar muy cerca al fotografiarla.