A veces las cosas minúsculas nos cuentan grandes historias, sólo hay que tener ganas de escucharlas. En unos pequeños prados, cuya superficie total apenas alcanza las 20 hectáreas, en la Sierra de Béjar (Salamanca y Cáceres), nos encontramos con una pequeña mariposilla que no será posible encontrar en otro punto de la Península Ibérica (en realidad existe otra cita aislada en la cercana Sierra de Gredos). Su población no debe superar los 2000 individuos si nos atenemos a los datos obtenidos por los investigadores que estudiaron la parte más densa de esta colonia (Hernández-Roldán, J., Munguira, M. y Martín, J., 2009), estimando para esa zona 569 individuos con un margen de error de 83. Sólo 2000 pequeñas mariposillas, encerradas literalmente en cuatro pequeños prados, es como no decir nada. Y, sin embargo, es mucho lo que nos cuenta esta colonia.
Pyrgus sidae fue descrita para la ciencia con ejemplares de la Rusia asiática y posteriormente se descubrió su presencia de manera muy aislada en la Península balcánica, la Península itálica y la Provenza, al margen de otras poblaciones en Asia central conectadas con las rusas. Esta distribución ofrecía un ejemplo de libro: una pequeña mariposa de hábitos muy sedentarios, que depende de una planta asociada a prados húmedos y bordes de turberas, cuyo origen es Asia central y que en Europa aparece de manera muy aislada asociada a los clásicos refugios de las pasadas glaciaciones, como son las penínsulas del sur de Europa (la población de la Provenza parece originarse por una posterior recolonización desde Italia). La historia parecía clara, ya había sido contada antes con otras especies. Pyrgus sidae se originó en Asia central y durante las últimas glaciaciones pudo ir desplazándose detrás de las Potentillas (su planta nutricia) hasta llegar a Europa, con continuas extinciones y recolonizaciones, expandiéndose en los períodos interglaciales y replegándose en los momentos más intensos de las glaciaciones. En Europa debió ocupar una amplia zona a juzgar por los restos de su población, pero lo más duro de las glaciaciones en primer lugar, seguido del establecimiento del actual clima mediterráneo, con un verano árido, debió acabar con la mayor parte de las poblaciones europeas, manteniéndose de manera aislada sólo aquellas situadas en zonas refugio en las ya citadas penínsulas. Llegamos así a la situación actual, con una población extensa en Asia central y varias poblaciones relictas aisladas en Europa. Por desgracia para ellas después de las glaciaciones no tuvieron que hacer frente sólo al clima mediterráneo, el Homo sapiens empezó a demostrar que tenía la misma capacidad destructiva que el casquete glaciar Finoescandinavo y a un ritmo mayor.
Pero faltaba la guinda para coronar un ejemplo tan bueno y a comienzo de los años 80 se descubre en el norte de Cáceres una pequeña colonia de esta especie, con lo que se completaba toda la ruta migratoria de la especie. Como en el caso de francesas e italianas, las mariposas españolas fueron descritas como una subespecie nueva (subsp. gargantoi). Era de esperar, pues se trata de las poblaciones que han permanecido más tiempo aisladas.
Fotografiar a las Pyrgus sidae no es fácil, son muy activas y están continuamente volando con ese vuelo rápido y a brincos que les da nombre en inglés (Skipper). Cuando por fin se posan, lo hacen en medio de una maraña de hierbas bajas y siempre habrá algunas hojas molestando. En este caso tuve la suerte de encontrar un ejemplar bebiendo en una zona con la vegetación despejada por una arroyada reciente. Me tumbé en el suelo junto a ella y esperé a que se girara para verle la cara, me gusta tomar la foto cuando entreabren las alas, para así poder ver los diseños de anverso y reverso.