Prunus lusitanica. Las Villuercas, Cáceres. |
Aprovechando que el domingo se
presentaba como un día perfecto para salir al campo, soleado tras días de
lluvia y con entre 15 y 20 °C, decidí acercarme a visitar algunas
loreras de las Villuercas (Cáceres). Este es un buen momento para ver cómo han
pasado el verano los loros (Prunus
lusitanica), para ver la cantidad de frutos que han producido y para
rebuscar las plántulas recién emergidas antes de que ciervos y corzos se las
merienden. Muchas diferencias entre las dos loreras más importantes y como
viene siendo habitual últimamente El Mesto le gana la partida a La Trucha.
Cuando ya estaba empezando a
cambiarme el semblante un Mirlo acuático que buceaba en la lorera de la Trucha
me distrajo y comencé a fijarme en los pajarillos que pasaban por la zona,
imagino que buscando los frutos del loro, que a fin de cuentas no deja de ser
un pariente del cerezo. Tan bucólico me puse que me olvidé de antiguas
experiencias y me comí una magnífica cerecita madura de loro. Si pudiera
describirse en una escala el grado de amargor este debería estar cerca de “soñar
con una muerte rápida”. Me llevó un buen rato que mi boca volviera a este
mundo.
Los arces (Acer monspessulanum) se están quitando del medio este año muy pronto. |
Esto me hizo pensar que la
dispersión del loro, aunque parece que también se debe a pequeños mamíferos,
debe ser más bien trabajo para las aves. Muy mal debe estar una garduña rodeada
de extensos madroñales cuajados de dulces frutos para hacerle semejante desaire
a su paladar. Además, el tamaño del fruto es típicamente pajarero.
Esta relación planta-ave es una
de las maravillas de la Naturaleza. Así un pequeño pajarillo nacido al norte de
Alemania, por poner un ejemplo, puede volar durante miles de kilómetros, en una
época con muy pocos insectos y casi ninguna semilla, en dirección al sur rumbo a
África. Parará en las zonas donde abundan árboles con frutos, imagino que cada
uno se irá elaborando su propia ruta con sus propias “estaciones de servicio”,
que con suerte repetirá en años sucesivos. De esta manera, además, su ruta
migratoria se enriquecerá con los frutos que el mismo contribuye a dispersar.
Cuando se avecina el momento más difícil, cuando requerirá mayor esfuerzo y
consumo de reservas, la Naturaleza le echa un cable en forma de extensa franja
por toda la zona mediterránea cuajada de acebuches (y desde hace unos milenios
olivos también), que le proporcionan auténticas bombas energéticas que le
permitirán cruzar el mar y el desierto. Es impresionante.
Jejeje, hice lo mismo hace algo más de un mes con una cereza silvestre del Guadarrama que tenía un color de estar madura y riquísima y madre mía casi se me dan la vuelta las encías.
ResponderEliminarOtra curiosidad botánica que debo ir algún día a visitar: las loreras.
Un saludo
¿El arce que aparece en la foto se puede considerar una especie que se ha habituado al entorno mediterráneo? ¿Hay muchos por las Villuercas? Un saludo!!
ResponderEliminarEsta es una especie típica de ambientes mediteráneos, aunque con cierta influencia eurosiberiana. Nunca forma grandes rodales, aparece más bien disperso por toda la provincia, aunque es más común en zonas de sierra: Valle del Jerte, Villuercas, Ambroz, La Vera.
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