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lunes, 30 de abril de 2012

PÁJAROS EN EL JARDÍN II

Este era el mal aspecto de la Curruca carrasqueña (eso creo) de esta mañana.


Ya he comentado más de una vez que me hace mucha ilusión que mi pequeño jardín se esté convirtiendo en un lugar de moda entre los pajarillos. Es cierto que me producen esporádicos dolores de cabeza por la afición de algunos de ellos de arrancar las plantas alpinas de la rocalla. Pero es el precio que hay que pagar por no vivir en Marte.

Mis favoritas son las especies migratorias, que solo paran un poco a descansar antes de reemprender su largo viaje. Desde el principio los mosquiteros (creo que todos son Phylloscopus collybita) se han hecho asiduos y durante el paso otoñal siempre hay alguno entre los arbolillos, generalmente uno o dos. Parece mentira que todos hagan lo mismo y que elijan para dormir el madroño. Este año uno de ellos no pudo continuar su viaje, encontré sus restos durante una limpieza de hojarasca bajo el madroño. Este año también ha permanecido un par de semanas en casa un Petirrojo (Erithacus rubecula). Por el día se alimentaba entre los setos y el césped que hay frente a mi casa y por la tarde pasaba a mi hostal (el madroño, por supuesto).

Sin embargo, el paso primaveral no parece elegir esta área de descanso, o tal vez sea más discreto, como ocurre en general con esta migración. El caso es que esta mañana estaba en el jardín cuando oí un pequeño golpe contra el cristal de una ventana. Tardé poco en localizar sobre el alféizar de una ventana a un pequeño pajarillo que parecía ser el responsable. Estaba embolado y con los ojos entreabiertos…mala cosa. Entré en casa a coger la cámara de fotos y le tiré una foto sin que apenas reaccionara. Creo que se trata de una hembrita de Curruca carrasqueña (Sylvia cantillans), una nueva especie para el jardín. La verdad es que viendo su aspecto, además del golpe, pensé que sus días de gloria habían llegado a su fin. Pero me equivocaba. Tras una cabezadita de unos 20 minutos (que yo asocié con la mismísima agonía) pareció encender otra vez el botón de “máxima actividad”, comenzó a moverse eléctricamente y se lanzó al aire en un vuelo directo y rápido, dejándome su tarjeta de visita en el alféizar. Un cabezazo con un vidrio no debe ser gran cosa para una criaturita de 10 gramos capaz de sobrevolar dos veces el desierto del Sáhara y el Estrecho de Gibraltar.

Estos días también hemos tenido novedades entre la población sedentaria. Los mirlos (Turdus merula) definitivamente parece que van a criar en el jardín y han montado un nido en lo más denso del tejo. Sólo espero que no hereden la afición a la botánica de su padre.

La hembra de Mirlo aportando material al nido.


El Mirlo macho parece responsable de los recubrimientos de barro del nido.

Por último, os dejo una lista actualizada de las especies que he podido observar en el jardín (posadas dentro de sus límites) desde marzo de 2009: Hirundo rustica, Delichon urbica, Erithacus rubecula, Saxicola torquatus, Phoenicurus ochruros, Monticola solitarius, Turdus merula, Cisticola juncidis, Sylvia cantillans, Sylvia melanocephala, Sylvia atricapilla, Phylloscopus collybita, Parus caeruleus, Sturnus unicolor, Passer domesticus, Carduelis chloris, Carduelis carduelis, Carduelis cannabina y Athene noctua.

miércoles, 25 de abril de 2012

OTRO ENDEMISMO EXTREMEÑO: EL CODESO DE MONTÁNCHEZ

Adenocarpus desertorum. Sierra de Montánchez, Cáceres.

¿Ahora resulta que a un endemismo de flora exclusivo de Extremadura también le voy a poner pegas?
Me temo que no lo puedo evitar.

Cuando en el año 2004 se estaban seleccionando las especies de flora leñosas amenazadas de Extremadura, para realizar un estudio sobre su estado de conservación, defendí la inclusión de este taxón frente a los investigadores que veían serias dudas al respecto de su validez como especie. Mi argumento era sencillo, pero demoledor: se trataba de una especie descrita por el coordinador general de la principal obra de referencia (Flora Ibérica) y era la única endémica de Extremadura. Y concluí: “para una vez que tenemos un endemismo no vamos a ser más papistas que el Papa”. Puro razonamiento científico, ya lo sé.

En 1998 Santiago Castroviejo describió esta especie con ejemplares de la sierra de Montánchez y la denominó Adenocarpus desertorum como homenaje a unos amigos fallecidos (los desertores). Siempre había visto la palabra desertorum asociada a especies africanas (del desierto), por lo que no entendía su significado en el Codeso de Montánchez.
El mismo autor que la describió ya ponía algunas dudas sobre la validez de los rasgos distintivos, al ser estos muy variables, e incidía en rasgos ambientales y de ecología. Previamente una revisión sobre este grupo de especies en Extremadura había colocado al Codeso de Montánchez dentro del Adenocarpus complicatus subsp. complicatus (López Martínez, 1995), algo con lo que coincidían otros autores (López, 2001). En 2003 dentro del proyecto Atlas de Flora Amenazada se realizó un estudio con esta especie para determinar su distribución y grado de amenaza (Blanco & Ruiz, 2003) volviendo a suscitar la duda sobre la validez de esta especie, que para los autores podría ser una subespecie de Adenocarpus complicatus. Aunque finalmente, ese mismo año, aparece recogida en la publicación del Atlas como Adenocarpus desertorum (algo que por supuesto también ocurre en Flora Ibérica).

El género Adenocarpus tiene menos de 30 especies repartidas por la región Mediterránea, Norte de África y Macaronesia, gran parte de ellas con distribuciones endémicas muy restringidas. Se trata seguramente de unas reliquias de la antigua flora preglacial. Adenocarpus complicatus es el más extendido de estas especies, el más variable y el que tiene más hibridación con otras especies con las que contacta. Pocas veces un nombre estuvo tan bien puesto, pues junto a las hojas enrolladas (complicatus) presenta un embrollo (complicatus) de formas intermedias que vuelve locas a generaciones de osados taxónomos.

Así pues, la duda era: ¿se trata de una especie endémica o de una forma rara de la subespecie más complicada del Adenocarpus más complicado? Un reto que no amilanó a los investigadores de la Universidad de Extremadura, que como sus anteriores colegas quedaron atrapados por la variabilidad de este grupo. Sólo algo menos del 40 % de los individuos estudiados presentaron los rasgos característicos descritos por el autor. Algo que plantea una duda razonable sobre el status de la especie. Para poner todavía más turbia la cosa otro autor da por buena la especie y cita una nueva población en Malpartida de Cáceres (Vázquez, 2004).

Sea lo que sea, estamos hablando de una planta con buena capacidad colonizadora que habita zonas de berrocal granítico casi desarboladas entre los 500 y 850 m, con suelos poco desarrollados y en fuerte competencia con Cytisus multiflorus y Cytisus scoparius. Planta con ciertos requerimientos térmicos que prefiere laderas de solana. Se estima una población de unos 30.000 individuos en la sierra de Montánchez en la provincia de Cáceres y su entorno (Plasenzuela y Zarza de Montánchez), sin incluir la población de Malpartida de Cáceres. En los extensos codesares de las laderas orientadas al sur es donde aparecen un mayor número de ejemplares de lo que se considera Adenocarpus desertorum, junto con ejemplares dudosos. En las otras partes de la sierra el número de ejemplares dudosos es muy superior.
Aquí lo dejo.

miércoles, 11 de abril de 2012

LA ORQUÍDEA ABEJERA DE ALMARAZ: Ophrys apifera var almaracensis

Ophrys apifera var almaracensis. Almaraz, Cáceres


En 1990 se describió esta bellísima orquídea como variedad de la Ophrys apifera y se le dio el nombre de la localidad donde crecía: Ophrys apifera var almaracensis. Todo impecable. La variedad es una categoría taxonómica muy abstracta y variable situada entre la subespecie y la forma, que ya es el summum de la abstracción. A veces pienso que es una categoría para no pillarse los dedos, hay algo raro, pero no sé, quizás… Se basa en caracteres secundarios y en el hecho de que la variedad suele convivir con el tipo. No sé cuantas personas han podido ver a la Ophrys apifera var. almaracensis y a la Ophrys apifera var. fulvofusca, descrita en 1987 con plantas de Cerdeña, para poder hacer una comparativa seria, pero se tiende a considerar que la variedad almaracensis es lo mismo que la fulvofusca y que por tanto, siguiendo las reglas de nomenclatura, el nombre correcto es el de esta segunda. Más recientemente, en 2007, aprovechando una revisión del género, se zanja la cuestión considerando a estas orquídeas como una simple forma hiperpigmentada, denominándola Ophrys apifera forma fulvofusca (algunos llegan a más y las consideran simples anomalías morfológicas).

Abejera de Almaraz y Abejera


La verdad es que nunca he entendido este afán de los especialistas por minimizar cualquier tipo de diferenciación dentro de la Ophrys apifera, que por otro lado es la especie más extendida del grupo. Uno está habituado a la descripción de nuevas especies dentro de otros grupos, con la Ophrys fusca como paradigma. Especies que son muy difícilmente sostenibles, desde luego menos que en el caso de la almaracensis, pero siempre se termina zanjando la discusión aludiendo a la autofecundación de la Ophrys apifera, que permite que esas aberraciones cromáticas se perpetúen.

Pero resulta que esto no es del todo cierto. Aunque se ha demostrado que cualquier Ophrys es capaz de autofecundarse, parece que la mayor facilidad de Ophrys apifera para hacerlo es un mecanismo de seguridad surgido en una especie que puede habitar zonas muy norteñas con pocos bichos. La planta espera la visita del insecto con sus polinios preparados, como cualquier Ophrys, e incluso emite olores que simulan las feromonas femeninas de un tipo concreto de abeja, también algo habitual en el género. Pero a diferencia de sus parientes, la apifera no es muy paciente y si pasado un breve plazo su flores no son visitadas por insectos, ella misma se autofecunda. Hoy se sabe que algunas abejas Eucera son polinizadores especializados en Ophrys apifera y que incluso un escarabajo de las flores (Exosoma lusitanicum) es capaz de polinizarla. De hecho, como prueba de esa polinización cruzada se han descrito 8 híbridos de apifera con otras tantas especies del género Ophrys, 7 de las cuales se describieron en países Mediterráneos, donde es más abundante el número de insectos. Sin ir muy lejos, los híbridos de apifera y scolopax son relativamente comunes en la Comunidad Valenciana y algunos muestran rasgos que me recuerdan a los de la almaracensis.

Las arañas cangrejo son especialistas en cazar abejas en las flores ¿Qué hace aquí?

Y si la polinización cruzada sigue siendo utilizada por la apifera, aunque de manera secundaria, entonces cualquier diferencia en la morfología floral debería ser mirada con mayor interés. Si las flores de Ophrys son verdaderas obras maestras del engaño para atraer machos de abejas, en las que hasta el más mínimo detalle parece importante, entonces habrá que ver la trascendencia que unas diferencias en su aspecto pueden tener en la polinización. Un día decidí comparar 10 flores de apifera con otras 10 de almaracensis, nada serio lógicamente, pero picado por la curiosidad quería ver si las diferencias eran sólo de color como generalmente se afirma. No soy un especialista, pero pude establecer más de diez diferencias, algunas de ellas que podrían afectar a la capacidad de atracción de los insectos (forma del labelo, diseño cromático), a la facilidad de polinización (anchura de cavidad estigmática, curvatura de ginostemo, tamaño del retináculo de la bursícula) y a la capacidad de autopolinización (longitud de la caudícula). Siempre se ha sostenido que las Ophrys se han diferenciado entre ellas por su especialización en un determinado polinizador. No sé si esto será así de simple, pero en cualquier caso esto también debería valer para apifera y almaracensis.


Polinios descendiendo


¿Y si un híbrido de Ophrys apifera y Ophrys scolopax hubiera dado lugar a la almaracensis? Que luego ha emprendido su camino separada por la autofecundación y los distintos polinizadores. Esto puede parecer una chorrada, una paletada fitonacionalista o una reacción alérgica, pero no conozco ningún estudio en profundidad sobre esta cuestión. El caso es que con las cosas como están la Orquídea Abejera de Almaraz, de la que sólo se conoce una localidad con menos de 500 ejemplares y que probablemente sea la orquídea más bonita de Extremadura, no está protegida legalmente. Los catálogos de especies amenazadas son eso, catálogos de especies, que tan sólo descienden a las subespecies en casos puntuales de endemismos. Sería triste olvidarse de estas plantas tan sólo porque su nombre no se adapta al guión, sobre todo cuando haría falta un pequeño esfuerzo para que algún especialista le dedicara su tiempo. Al fin y al cabo esto también es biodiversidad. Si no es así, yo casi prefiero creer la conocida leyenda urbana de que las radiaciones de la cercana central nuclear han creado a este mutante.

martes, 3 de abril de 2012

LA DUALIDAD DE LOS ERODIUM

Una especie perenne. Erodium cheilanthifolium. Sierra Nevada, Granada. 3100 m.


Es posible que para la gran mayoría de las personas los alfilerillos o Erodium no sean más que unos yerbajos vulgares, tal vez un agradable recuerdo de la infancia jugando con sus frutos, pero nada más.

Reconozco que a mí nunca me hicieron gracia aquellos juegos, tener que ver enrollarse uno de aquellos diminutos frutos cada vez que te cruzabas con un Erodium era un aburrimiento (incluso para un cerebro cuasi-psicópata de 4 años). Ahora, conocida la afición de estas plantas para valerse de los animales en su dispersión, me pregunto si no serían aquellos yerbajos los que jugaban con nosotros.

Sin embargo, los vulgares alfilerillos tienen una historia interesante que contar. La evolución pocas veces es un túnel sin salida con una única puerta de emergencia. El género Erodium es un buen ejemplo, un ejemplo cristalino.

Los Erodium son parientes de los Geranium y de los Pelargonium (a los que solemos llamar geranios). Actualmente este género cuenta con algo más de 100 especies, la mayoría de ellas concentradas en la Cuenca Mediterránea, aunque están presentes en lugares tan alejados como Australia, Mongolia, China o Estados Unidos.

Lo realmente interesante de este género es la radical diferencia que existe entre sus miembros, en función del sistema de vida que desarrollen. Básicamente se puede hacer una división entre Erodium anuales y Erodium perennes, algo que como veremos tiene su aquel.

Una especie anual. Erodium primulaceum. Sierra de Gredos, Cáceres. 1200 m.


Si eres un Erodium anual, debes saber que perteneces a una minoría, ya que más de 85 % de las especies son perennes. Pero poco importa esto si las especies anuales son las más abundantes, las únicas cosmopolitas y las que utilizan el viento como medio de dispersión. Aunque tus flores serán muy variables según donde vivas, todas serán poco visitadas por los insectos, lo que te importara bien poco pues serás capaz de autopolinizarte. Tu vida será como uno de esos anuncios de BMW.

Visto esto, los parientes perennes podrían parecer unos paletos incestuosos si no fuera porque constituyen uno de los grupos de plantas más atractivas del Mediterráneo. Su diferenciación en las distintas especies se ha producido por una disminución del flujo genético, dando lugar a numerosos endemismos aislados en pequeñas poblaciones que conservan una gran homogeneidad morfológica dentro de ellas. Aunque sus flores también son hermafroditas, son dicógamas, lo que más o menos significa que los sexos maduran por separado, por lo que nunca se podrán autofecundar. Esto les obliga a contar con los insectos para la polinización y lo logran con gran éxito, gracias a los atractivos diseños de sus flores. Por último, su sistema de dispersión está basado en el transporte a bordo de animales, lo que explicaría las extrañas distribuciones de algunas de estas especies.
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