El jovenzuelo provocando. |
Cuando uno pasa un rato
observando tranquilamente a un animal en su ambiente, rápidamente aparecen
actitudes y comportamientos que inevitablemente ve reflejados en los de nuestra
propia especie, incluso en las lagartijas.
Bajaba de recogida, tras un paseo
por la parte alta de la sierra, cuando no pude evitar parar en una zona
especialmente buena para la Lagartija colirroja. Será una especie de zonas
áridas y vendrá equipada de serie para las dunas, pero le gustan un montón las
zonas soleadas de la media montaña cacereña.
El adulto y la hormiga. |
Conseguí sentarme cerca de un
adulto de gran tamaño que se soleaba y que tenía ese aspecto típico de las lagartijas
cuando están pegando una cabezadita. Cuando apareció un jovenzuelo abrió los
ojos, lo midió visualmente, tras lo que lo ignoró sin más. Pero el jovenzuelo
empezó a desafiarle levantándose todo lo posible con sus patas delanteras para
parecer más grande. Esto el viejo no lo toleró y le respondió con el mismo
gesto, pero el jovenzuelo no se echaba atrás. Mantuvieron el duelo un par de
minutos sin que ninguno se moviera de su posición, pero en ese momento unas
hormigas gordas empezaron a pasear entre las patas estiradas del viejo. Viendo
ese festín bajo su cuerpo empezó a mirarlas de reojo, aunque mantenía al joven
controlado. Pero la tentación era mucha y empezó a relajar su postura, más
preocupado ya por las hormigas. Esto lo debió interpretar el joven como una
victoria y avanzó casi medio metro hacía el adulto. Error. El adulto por ahí no
iba a pasar y se lanzó como un rayo sobre el joven, que escapó entre el
matorral por los pelos.
Tras su victoria, el adulto volvió
al lugar de las hormigas con grandes contoneos, hizo un par de gestos de
amenaza, todo lo cual recordaba al típico abusón fanfarrón, y se merendó unas
hormigas.