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domingo, 25 de septiembre de 2011

COMO BURRO DE NORIA

Con menos de 5 mm esta diminuta y abundante Violeta kitaibeliana sólo
 está al alcance de los que miramos al suelo.

Estos últimos días del verano se me han hecho muy duros. De tanto mirar al suelo tengo quemaduras de tercer grado en la parte superior del pescuezo y nacimiento del morrillo. Anoche, mientras me aplicaba una generosa dosis de crema hidratante en las zonas achicharradas, me acordé de una anécdota que me ocurrió hace unos años como consecuencia de esta manía mía de ir buscando yerbajos cabizbajo, como burro de noria.

Por aquella época me encontraba buscando las poblaciones clásicas de la orquídea Serapias perez-chiscanoi, un endemismo lusoextremadurense con la mayor parte de su población en Extremadura. Un buen amigo me indicó una zona próxima a la frontera portuguesa al norte de Badajoz donde él había visto la especie y que coincidía con una de esas poblaciones clásicas. Se trataba de una zona adehesada sobre terrenos llanos con suaves vaguadas, donde se formaban extensos pastizales con gamones muy favorables para la especie.

Un ejemplar de buen tamaño de Serapias perez-chiscanoi en su ambiente.

En cuanto llegué a la zona dejé el coche aparcado al borde de un camino y tan pronto como bajé de él puse mis ojos en el suelo y comencé a andar con la barbilla casi en mi pecho buscando la orquídea. Buscar Serapia perez-chiscanoi no es sencillo y exige concentración y esfuerzo visual para descubrir a esta críptica especie entre el herbazal. Sobre todo es complicado encontrar el primer ejemplar, después parece que el ojo aprende y todo va más rápido.

Con todos mis sentidos volcados en las orquídeas estuve caminando cabizbajo, sin rumbo y sin tomar referencias, durante más de 2 horas. Como no encontraba nada decidí cambiar de zona, así que levanté la cabeza para ir al coche, pero… ¿dónde estaba el coche? Parecía increíble, me había perdido en una dehesa.

No sabía en qué dirección caminar por miedo a alejarme del coche, toda la zona era idéntica y yo, además de no tomar referencias, había estado realizando continuos giros y vueltas. Era como si me hubiera preparado para jugar a la piñata, había conseguido desorientarme a mí mismo. Afortunadamente estaba sólo.

Tardé algo más de una hora en llegar al coche, que al final estaba a menos de 1 km. Aún así tuve suerte, porque tal y como estaba podría haber llegado andando al Atlántico.

lunes, 12 de septiembre de 2011

LOS PRADOS DE CUMBRES DE GREDOS

Bellísimo prado psicroxerófilo en la Sierra de Béjar. Un verdadero jardín japonés en miniatura.

Las plantas en la montaña parece que lo tienen muy claro a la hora de hacer frente a las duras condiciones ambientales. Unas esconderán sus rizomas en las fisuras de las rocas, otras prácticamente se enterrarán vivas entre las piedras de las gleras y pedreras, las hay que sólo prosperan en las zonas que forman grandes mantos de nieve que las protejan del frío, mientras que otras, en fin, crecerán abrigadas por los bloques de piedra. Sin embargo, hay un grupo de plantas a las que todo esto se la trae al fresco (nunca mejor dicho).

El Botón azul (Jasione crispa subsp. centralis), una de las plantas características de los prados de cumbres gredenses.

Silene ciliata, otra de las plantas características de este hábitat.

Encontraremos a estas plantas en las peladas cuerdas cimeras, en los collados más venteados, en las hombreras de los circos glaciares, allí donde arrecian los vientos invernales que arrastran la nieve, dejando a las plantas expuestas a temperaturas inferiores a -30 º C, donde en verano el sol aprieta y donde el agua parece desaparecer casi por arte de magia. Con todo, lo peor es el suelo árido y mineral de estas zonas y la crioturbación, que lo contrae y dilata con cada helada, con lo que ello debe suponer para las raíces superficiales de estas plantas.

Minuartia recurva

La Oreja de monte (Sedum candolleanum). El representante de las plantas crasas.


Interesante, pero ¿dónde encontrar semejantes prados? El nombre no ayuda ya que quien tenga en mente la definición de la palabra prado nunca los encontrará. Más que un prado florido lo que hay que buscar es un desierto namibio con plantas enanas. La mayoría de la gente que visita las montañas pasará por ellos sin percatarse de su presencia, los pisoteará y te mirarán con sorpresa (¿busca lagartijas?, ¿una lipotimia?...). El nombre técnico de prados psicroxerófilos los define muy bien, prados de zonas frías y áridas, aun sosteniendo el equívoco de la palabra prado. El aspecto que presentan es el de una comunidad de unas pocas especies de plantas enanas y almohadilladas de muy baja cobertura entre piedras y gravas. Plantas que durante la floración se convierten en diminutas bolas de flores, en un despliegue pirotécnico sin parangón.

El endémico Tomillo ansero o Ajedrea (Thymus praecox subsp. penyalarensis), responsable del olor a tomillo de las botas al volver a casa.

Otro endemismo, el Clavel de Gredos (Dianthus gredensis), que no es exclusivo de estos medios, aunque aquí están los ejemplares más bonitos.

Jurinea humilis

Plantago alpina, de reproducción clonal es la "planta despensa" de estos medios debido a la gran cantidad de restos vegetales que aporta, como se ve en la foto.

En Cáceres podemos disfrutar magníficos prados de cumbres en la cuerda del Torreón, en la Portilla del Losar, en la Portilla de los Caballeros, en la Loma de las Batallas, en la cuerda de la Covacha o en la cima de Castifrío. Pero cuidado donde colocamos los pies…
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