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miércoles, 28 de octubre de 2015

La Niña hocecilla (Plebejus argus subsp. hypochionus).

Plebejus argus en bebedero. Hervás, 1.100 m.


Superado su ridículo nombre común, esta mariposilla se mantiene con los años como una de mis observaciones favoritas, siempre que doy con ella. Algo que en Extremadura no es muy fácil, dicho sea de paso. Aquí esta especie se muestra como un habitante de la media montaña, asociada a leguminosas arbustivas del género Genista (escobones) o piornos (Cytisus oromediterraneus), siempre con un lugar donde beber cercano. Esto reduce la cosa a la sierras del norte de Cáceres y puntualmente a la sierra de Guadalupe.

A pesar de ser una mariposa relativamente abundante, bien distribuida por Europa y ocupando multitud de hábitats, es un bicho un poco rarito en sus hábitos. Tanto que en Gran Bretaña está al borde de la desaparición pese a vivir en hábitats alterados como brezales y pastizales pastoreados.


Es, como muchos licénidos, una especie que busca a las hormigas para que protejan a sus larvas a cambio de secreciones azucaradas. Sus socios suelen ser hormigas del género Lasius o, más raramente, Formica. Tal es su dependencia de las hormigas que seleccionan los parches de hábitat donde viven sus hormigas favoritas, aún cuando no sean los mejores para su planta nutricia. Aquí no vale cualquier especie, ni siquiera dentro de un mismo género. De hecho, puede seleccionar una planta menos adecuada, donde sus orugas se desarrollarán peor, si con ello se asegura la presencia de la hormiga adecuada. Esto llevado al extremo, es lo que algunos autores consideran como responsable de la existencia de patrones ecológicos tan diferentes entre las distintas poblaciones y, con ello, de la aparición de subespecies por todos lados.
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