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El Puente Nuevo, paraje emblemático de esta ruta. |
Debe de ser mi
gotita de sangre comunera, como buen placentino, pero Carlos I no es un
personaje que me resulte simpático. Con todo, reconozco que, gracias a esos
súbditos a los que tan poco respetó, llegó a ser el hombre más poderoso de la
Tierra. Por eso, siempre ha resultado tan llamativo entre los historiadores su
discreto retiro a Yuste. Para muchos, resulta difícil comprender la elección de
ese modesto rincón cacereño, frente al sinfín de lugares de mayor renombre de
entre sus vastos dominios. Basta acercarse hoy día allí para entender que, en
1554, Felipe II considerara el lugar como apropiado para acoger a todo un emperador.
La noche del 11
de noviembre de 1556 Carlos I llegó a Tornavacas procedente de Valladolid, en
lo que sería su último viaje. Su intención era llegar a Plasencia para desde
allí continuar hasta Jarandilla de la Vera, donde el conde de Oropesa le esperaba
en su palacio-castillo, hoy convertido en Parador Nacional. Eran otros 5 o 6 días
de marcha pero, ante la insistencia del Emperador por llegar cuanto antes, se
le ofreció la posibilidad de acortar su viaje a una sola jornada utilizando
viejos caminos serranos. No se lo pensó dos veces y con su comitiva de 99
alabarderos, 51 criados y varios mozos de Tornavacas, que actuarían como
porteadores, se internó por la sierra de Gredos en dirección a La Vera cruzando
el llamado Puerto Nuevo. La comitiva iba precedida de labriegos de Tornavacas,
que iban desbrozando el camino. Debió de ser un gran espectáculo y resulta
asombroso que completaran la ruta en unas 7 horas, la mayoría de las cuales el Emperador,
irascible por la gota, las pasó en brazos o a hombros de los mozos
tornavaqueños, que tan sólo quisieron aceptar un pellejo de vino a cambio de
sus servicios.
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Subida al Collado de La Encinilla. |
En 2015 el
Consejo de Europa reconoció a las Rutas del Emperador Carlos V, entre las que
se encuentra esta en un lugar destacado, como Itinerario Cultural Europeo por
su papel en la integración europea. Pero antes de ese reconocimiento, la Ruta
de Carlos V ya era conocida popularmente como la más famosa ruta senderista de
Extremadura.
Esta ruta es un
perfecto complemento a la Ruta de la Alta Extremadura, pues si aquella recorre
las zonas de cuerdas de alta montaña con su particular flora y fauna, esta lo
hace por laderas y collados de media montaña, dominados por los bosques. Se
trata de una ruta exigente por su longitud de unos 26 km, en los que se salvan
desniveles acumulados de 920 m positivos y 1.226 m negativos, lo que nos
obligará a unas 8-10 horas de marcha y sólo es recomendable para personas en
buena forma física. Al margen de esto, la ruta se encuentra perfectamente
señalizada (PR-CC-1) y carece de dificultades técnicas. Las gargantas, arroyos
y fuentes proporcionan agua a lo largo de casi todo el recorrido, pero es
recomendable llevar agua o pastillas potabilizadoras en épocas secas. Aunque lo
tradicional es realizar la ruta en noviembre, tal y como hizo el Emperador, la
ruta se puede hacer durante todo el año, aunque en invierno puede haber tramos
con nieve y nieblas en las proximidades del Collado de las Yeguas (1.482 m),
que es la mayor cota de esta ruta. En esta época de días cortos no está de más
llevar un frontal en la mochila, por si nos sorprende la noche en el descenso. Siempre
he sentido un gran respeto por los nombres serranos, que nunca se ponen con
ligereza, y por eso conviene prepararse para la zona del Hornillo si decidimos
hacer la ruta durante los meses del verano.
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Encinas y cantuesos en el Collado de la Encinilla. |
Aunque en la
Calle Real de Abajo de Tornavacas se conserva la casa del sirviente Juan
Méndez-Dávila, donde pernoctó el Emperador, la Plaza Nueva suele ser el lugar
de inicio de esta ruta, para dirigirse desde allí a la Ermita del Humilladero y,
tras cruzar el Puente de San Martín, abandonar esta localidad por terrenos
aterrazados de cerezos. El ascenso nos irá internado en el bosque, primero por los
castañares del Reboldo y después por el magnífico robledal de rebollos (Quercus pyrenaica) del Egido de la
Umbría de Jerte, ya dentro de la Reserva Natural de la Garganta de los
Infiernos. Esta es una de las mejores zonas de Extremadura para la fauna
forestal con presencia como nidificantes de rapaces como el Halcón abejero (Pernis apivorus) o el Azor (Accipiter gentilis), así como la
presencia de murciélagos forestales tan escasos como el Murciélago ratonero
forestal (Myotis bechsteinii) o el
Murciélago de bosque (Barbastella
barbatellus). La flora de estos bosques tampoco nos dejará indiferentes
gracias a la presencia de numerosas orquídeas y vistosas flores como las
aguileñas, azafranes serranos, peonías, arenarias, prímulas, toronjiles,
gallos, sellos de Salomón, etc. y a las densas macollas de hojas rizadas de la Cañuela
o Lastón (Festuca elegans), tan
características de estos rebollares carpetanos. Tras unas dos horas de marcha
llegamos al Collado de las Losas o de Guijarros Rosas, que cruza la Cuerda de los
Lobos. Desde aquí descenderemos, a través del bello robledal de La Venta, hasta
uno de los puntos más famosos y clásicos de la ruta, el Puente Nuevo o de Carlos V, que cruza la Garganta de Tres Cerros o
Tras el Cerro (llamada de Asperones en su tramo superior y del Infierno en su
tramo inferior). Se trata de un bello puente ligeramente alomado de sillería y
mampostería de granito, con dos bóvedas de medio punto desiguales. El agua
normalmente discurre bajo el ojo de mayor tamaño, de modo que sólo durante
algunas grandes avenidas primaverales, tras el deshielo, veremos pasar el agua
bajo los dos ojos. Aunque no conserva los petriles, su estado de conservación
es excelente, seguramente porque su cimentación apoya directamente sobre
afloramientos de granito, lo que ha evitado deformaciones a las bóvedas. Estas
aguas trucheras son además refugio, entre otros, de Desmán ibérico (Galemys pyrenaica), Rana patilarga (Rana iberica) y Mirlo acuático (Cinclus cinclus).
Toca ahora
afrontar el tramo más duro de la ruta, el ascenso por el camino empedrado que
conduce al Collado de la Encinilla. Al pasar la Fuente de Roblehermoso o Robledohermoso el camino se bifurca, debemos continuar por
la izquierda. El camino de la derecha conduce al Puente del Carrascal sobre la
Garganta Chica o del Collado de las Yeguas. El estrecho sendero va ascendiendo
zigzaguente por el Cerro de la Encinilla (1.462 m), donde se mantienen los
alcornoques a mayor altitud de Extremadura. El Alcornoque (Quercus suber) es una especie muy escasa en el Valle del Jerte y
muchos de estos escasos ejemplares serranos tienen su origen con seguridad en
bellotas dispersadas por el Arrendajo (Garrulus
glandarius). El Collado de la
Encinilla supone un gran contraste con el resto de la ruta, de repente,
pisamos rocas que no son granitos y las encinas y cantuesos sustituyen al
robledal carpetano, casi parece que recorremos algunos de los riberos del
entorno del Tajo o el Almonte.
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Los Escalerones. |
Los restos de la
cultura pastoril trastermitante son muy patentes en esta zona, al margen de los
tramos enlosados del camino, aún se mantienen los restos de chozos de verano, majadas
de invierno, pasos de arroyos y algunas fuentes. Destacan, junto a la Fuente de Peña Lozana, los restos de
una típica majada que, pese a su altitud, se beneficiaba del microclima de esta
garganta. Ocupa una vaguada orientada al SW en medio del robledal y está
realizada a dos aguas, con mampuestos vistos de granito y grandes esquineras.
Presenta corral adosado para guardar el ganado y el típico muro de piedra que rodea
la entrada de la vivienda, que carece de ventanas. También se conservan las
pequeñas terrazas del huerto y una fresquera entre bolos de granito.
Llevamos ya 4 o
5 horas andando desde que dejamos Tornavacas y llegamos al que probablemente
sea el lugar más espectacular del recorrido: Los Escalerones o Escarralones. La Garganta Chica forma aquí un
pequeño cañón, al que nos podemos asomar desde un balcón rocoso. Aparecen
algunas agujas pétreas y una interesantísima vegetación, donde se mezclan
elementos de origen eurosiberiano con elementos típicamente mediterráneos.
Podemos encontrar aquí abedules (Betula
alba), acebos (Ilex aquifolium) o
serbales de cazador (Sorbus aucuparia)
copa con copa con almeces (Celtis
australis) o madroños (Arbutus unedo).
En esta zona, junto con el Arroyo del Piornalego que desciende de la Sierra de
Tormantos por la ladera opuesta, se refugia una de las poblaciones de Tejo (Taxus baccata) más saludables de
Extremadura. Podemos observar algunos viejos ejemplares desde los Escalerones o,
por debajo del sendero, en las paredes rocosas del arroyo que desciende de Peña
Lozana. Este paraje es un lugar que sirvió de refugio a un tipo de flora propia
de los bosques boreales, que se extendió por la Península Ibérica durante las
últimas glaciaciones. Hoy día, esta flora relicta sólo aparece en contados
puntos de nuestras montañas. Podemos destacar especies como la Calabacera (Adenostyles alliariae), el Pie de Oso (Heracleum sphondilium), el venenoso Acónito
o Matalobos (Aconitum vulparia) o la
Fiteuna (Phyteuma spicatum). También
aparece en estos rezumaderos el bello endemismo gredense Sedo acampanado (Sedum campanulatum). En los riscos de la
ladera que observamos frente al sendero es muy visible una pequeña buitrera de
Buitre leonado (Gyps fulvus).
De los
Escalerones al Collado de las Yeguas el recorrido es cómodo, sobre todo desde
que se instaló la pasarela de la Garganta del Hornillo, junto a la cual crece un
magnífico Serbal de cazadores. Muchos senderistas aún recordarán la desagradable
sensación de mojarse los pies en pleno invierno a más de 1400 m. El Collado de las Yeguas es el lugar
perfecto para un descanso tras unas 5-6 horas de marcha, mientras disfrutamos
de unas magníficas vistas. Si miramos hacía La Vera, con Cuacos de Yuste y
Jaraíz de la Vera bajo nosotros, las vistas son muy amplias, con las vegas del
Tiétar, Campo Arañuelo e incluso el Embalse de Valdecañas y las Villuercas. En
su vertiente norte, hacía el Valle del Jerte, sólo vemos montañas, destacando
en primer término Peña Lozana (1.642 m), tras la que aparece la cuerda del
Torreón, ya en la sierra de Béjar, que es la mayor cota de Extremadura (2.401
m). En su entorno, en terrenos de Aldeanueva de la Vera, se mantiene una de las
mejores poblaciones extremeñas del espectacular Narciso trompón (Narcissus pseudonarcissus). Esta
población fue tradicionalmente aprovechada como flor cortada, que era vendida
en Madrid. Un día al año, mujeres de Aldeanueva de la Vera subían a la sierra a
recoger los nardos. Hoy día esta planta se encuentra en regresión y está
protegida.
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Vertiente norte del Collado de las Yeguas. |
Pero sin dudas, si
por algo es conocido este collado es por la célebre frase, que según la
tradición, pronunció el Emperador al trasponer este puerto:”¡ya no franquearé
otro puerto que el de la muerte!”
Al internarnos
en La Vera abandonamos la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, pero
continuamos dentro de un espacio de la Red Natura 2000. El tramo inicial de
bajada, hasta llegar al cruce de la bella Garganta
del Yedrón, es el más exigente, descendiendo más de 500 m en tan corto
espacio. El paisaje verato ahora muestra sus diferencias con el del Valle del
Jerte, abierto a la llanura del río Tiétar y con un clima más suave, parece
menos agreste, más domesticado, aunque con la indudable belleza de los mosaicos
de vegetación.
Todavía atravesaremos
algunos buenos tramos de bosque, como el de Los Vínculos, antes de cruzar la
carretera local de Aldeanueva de la Vera a Guijo de Santa Bárbara, donde el
Ciervo volante (Lucanus cervus) es
muy abundante, al igual que las rapaces y murciélagos forestales. Tras cruzar
la Garganta de Jaranda por el denominado Puente de los Palos se alcanza el
final de la ruta en el Castillo de los Condes de Oropesa de Jarandilla. Es el
momento perfecto para buscar un lugar donde darse un homenaje que recomponga
nuestro agotado organismo y la cocina verata, con indudables raíces serranas,
sabe mucho de esto.
Para aquellos
que deseen completar el recorrido por Extremadura de Carlos V, o para los que
no se sientan con fuerza para completar la Ruta de Carlos V, puede ser
interesante combinar esta ruta con otra mucho más suave, que ha sido declarada
Fiesta de Interés Turístico Regional, denominada Ruta del Emperador Carlos V,
que discurre entre Jarandilla y el Monasterio de Yuste. Se realiza en febrero,
tal y como la realizó el Emperador el 3 de febrero de 1557.
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Portada del nuevo libro. |