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sábado, 16 de marzo de 2019

Diez razones para hacer la ruta de la umbría de las Corchuelas en Monfragüe (de la Fuente del Francés a la Casa de los Camineros).


Con un abrigo de pinturas rupestres en la solana, un castillo en la cuchilla, uno de los pocos puentes que cruzaba el río Tajo en el sopie y cortada por una Cañada Real, está claro que no estamos ante una sierra virgen. Por suerte, los bosques mediterráneos están preparados para aguantarlo casi todo y bastan unas pocas décadas de conservación para alcanzar un notable grado de naturalidad.

Aquí van mis diez razones:

1ª Porque el bosque, para poder ser llamado así, debe estar “sucio”, con todas su especies y todos su estratos.

Quejigo rodeado de arbustos y lianas.


2ª Porque las lianas no son solo cosa de las selvas, como podremos comprobar.

Liana monumental de Madreselva.


3ª Porque, siento decirlo, nuestra especie no inventó las cajas nidos.

Oquedad en un viejo Quejigo.


4ª Porque aunque no lo creamos los alcornoques pueden vivir con su corcho y no les hacemos ningún favor despellejándolos cada 9 años.

Es muy raro observar viejos alcornoques con su  aspecto natural.


5ª Porque hay pocas cosas más bonitas que un árbol creciendo con su porte natural.

Quejigo que no conoce el hacha.


6ª Porque conoceremos el secreto de la inmortalidad de los árboles.

Brotes basales de un viejo Quejigo.


7ª Porque podremos comprobar cómo, aún en el siglo XXI, lo mejor para estabilizar una ladera sigue siendo un bosque.




Árboles y arbustos fijando y revegetando una pedriza.



8ª Porque nunca volveremos a preguntarnos por qué se llama Brezo arbóreo al Brezo arbóreo.

Brezos arbóreos de más de 6 metros de altura.


9ª Porque la Selaginella denticulata es uno de los helechos más bonitos que hay, por mucho que se parezca a un musgo, y una de nuestras plantas más primitivas.

Selaginella denticulata


10ª Porque es cardiosaludable, sobre todo sus primeros 20 minutos. Pensar en esto nos ayudará.

Parte inicial del sendero.



jueves, 3 de diciembre de 2015

La Ruta de la Alta Extremadura.

Circo de La Serrá desde el Alto del Castifrío.

Durante décadas esta ha sido la ruta extremeña más famosa entre los montañeros y su prestigio no ha disminuido con los años, pues continua siendo una de las rutas que más aficionados atrae. No es una ruta fácil, más bien podría considerarse como dura, tanto por la longitud (unos 20 km) como por los desniveles acumulados (1.200 m de subida y 1.500 m de descenso). Esto hace que completarla pueda llevar fácilmente más de 9 horas, con alguna pequeña complicación al recorrer Cuerda Mala. Sin embargo, es posible utilizar esta ruta como base para realizar excursiones más cortas como la ascensión a La Covacha, la segunda mayor altitud de Extremadura (2.399 m) o al Alto de Castifrío (2.308 m).

Pero si sus exigencias físicas son elevadas, sus recompensas no lo son en menor grado. No es exagerado decir que nos encontramos ante la ruta de naturaleza más completa de Extremadura y una auténtica obligación para todos aquellos que quieran conocer la parte menos conocida de esta Comunidad: su alta montaña. Esta es una ruta que permite la observación de todas las especialidades de su avifauna de montaña, recorrer todos los hábitats de montaña extremeños, en los que observaremos 10 endemismos gredenses de flora y una buena lista de flora relicta ártico-alpina, sin olvidar las mejores manifestaciones de glaciarismo de la vertiente sur de Gredos.

La Ruta se inicia en el Puerto de Tornavacas (1.275 m), límite entre el Valle del Jerte cacereño y la comarca abulense del Barco de Ávila. En este punto ya es posible disfrutar de una auténtica rareza para estas latitudes, como es el Alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), que tiene aquí uno de sus pocos lugares de reproducción en Extremadura. Cruzaremos también el Cordel del Valle del Jerte, que mantiene sus 47 varas de anchura (37,61 m) y es el segundo paso más utilizado por el ganado trashumante en el Sistema Central. En los primeros años del siglo XXI todavía se llegaban a contar hasta 7.000 cabezas de vacas de raza Avileña por este puerto al año.

Dejando el puerto nos internaremos por el antiguo Camino de Castilla, que unía Guijo de Santa Bárbara con el Puerto de Tornavacas, primero por un pequeño robledal que rápidamente dará paso al piornal y, con él, a la parte más monótona de esta ruta: Collado de la Rebollosa, Sillares (1.518 m), Collado Herido (1.486 m) y, por fin, Collado Cardiel. Aunque actualmente hay una senda que permite atravesar el piornal con comodidad, estas primeras dos horas y media se pueden llegar a hacer aburridas, además superaremos en ellas la mayor parte del desnivel positivo de esta ruta, por eso conviene no olvidar en estos momentos hacia donde nos dirigimos. La presencia de la endémica Alfilerillos (Festuca gredensis) o del Escribano hortelano (Emberiza hortulana) en este tramo no son suficiente consuelo. A partir del Collado Cardiel (1.962 m) las vistas empiezan a ser de gran belleza y también empezaremos a ver pajarillos de alta montaña como el Pechiazul (Luscinia svecica), la Collalba Gris (Oenanthe oenanthe) o el Bisbita alpino (Anthus spinoletta).

Del Collado Cardiel, tras un repecho, llegamos al Mojón Alto (2.155 m). Superados ya los 2.000 m las vistas son espectaculares ahora, con toda la vertiente norte de La Covacha, la Laguna del Barco o el Castifrío. Aparecen también los espinosos cambronales de Echinospartum ibericum y se dejan ver los primeros ejemplares del abundante Gualdoncillo de Gredos (Reseda gredensis), una humilde plantita exclusiva de esta sierra.

Pechiazul.

Del gran hito de piedras de Mojón Alto hasta el Tapadero (2.128 m) discurre el tramo más descansado de la ruta, que permite espectaculares vistas y el disfrute de los pájaros de montaña. También comienzan a ser abundantes las endémicas lagartijas serranas (Iberolacerta cyreni), aunque conviene prestar atención porque por la zona también está presente la Lagartija ibérica noroccidental (Podarcis guadarramae subsp. guadarramae). Con tantas lagartijas no es raro que esta sea una buena zona para encontrar a la exclusiva Víbora hocicuda de Gredos (Vipera latastei subsp. abulensis). Un cartel señala el lugar del Tapadero, aquí, durante generaciones, los mozos de Tornavacas y de los pueblos limítrofes de Ávila se disputaron las aguas del nevero que se forma en la subida al Castifrío y que drena sus aguas por un arroyuelo que discurre por la cuerda. En el Tapadero el arroyo se bifurca, por un lado va a la cacereña Garganta de San Martín y por otro a la abulense Garganta de Galín Gómez. Los mozos tapaban con piedras la bifurcación de los vecinos para hacerse con toda el agua. Según cuentan, aquí se han vivido auténticas batallas campales y aún siendo una mera anécdota, nos debe hacer reflexionar sobre un futuro de escasez de agua.

La Fuente del Tapadero es la única fuente del recorrido que mana durante todo el año y este es un lugar inmejorable para descansar y comer. Podemos aprovechar para investigar por el entorno de estos cervunales y descubrir verdaderas joyas botánicas: las delicadas comunidades vegetales de nacederos y fuentes de Verónica (Veronica serpyllifolia) con la presencia de Violeta palustre (Viola palustris) y la bellísima Estrellita (Saxifraga stellaris subsp. alpigena), una joya de origen ártico que llegó aquí durante las últimas glaciaciones; los prados hidroturbosos con Genciana de turbera (Gentiana pneumonanthe) y Carex furva; los canchales con Centaurea de Gredos (Centaurea avilae), Manzanilla de Gredos (Santolina oblongifolia), Belesa (Senecio pyrenaicus) y Dedalera (Digitalis purpurea subsp. carpetana), entre otras. También es un buen lugar para la observación del Roquero rojo (Monticola saxatilis). Por otro lado, la Cabra montés (Capra pyrenaica subsp. victoriae) ya estará siempre presente durante las próximas horas de recorrido.

Nuestro siguiente objetivo es el alto de Castifrío (2.308 m), para ello subiremos por la cuenca del Tapadero atravesando unas finas gleras donde abunda la bellísima Linaria de los Alpes (Linaria alpina). Precisamente en esta zona de roca suelta debemos extremar nuestro cuidado para seguir el camino trazado, evitando pisotear fuera del camino. Este paso es muy frecuentado y comienzan a verse signos de erosión y daños a las plantas de montaña por no seguir el camino trazado. También podremos observar diques de cuarzo con pequeñas cavidades en las que se formaron cristales de cuarzo. Debido a que la zona se asienta sobre numerosas fallas, de hecho cada valle discurre por una, estos cristales son de cuarzo lechoso con signos de rotura y soldadura por estrés tectónico, con disposiciones aleatorias y crecimientos secundarios, algunos de ellos de diminutos cristales de roca de hasta 1 cm. Una vez en el alto merece la pena desviarse unos metros para coronar el Castifrío y disfrutar sus inmejorables vistas y apreciar uno de los escasos prados de cumbre o psicroxerófilos de Extremadura, donde viven unas pequeñas plantitas almohadilladas, capaces de soportar las condiciones ambientales más extremas de la alta montaña. Aquí entraremos Botón azul rizado (Jasione crispa subsp. centralis), Silene (Silene ciliata), el endémico Clavel de Gredos (Dianthus gredensis), Orejas de monte (Sedum candolleanum), Escobilla (Jurinea humilis) y Minuartia (Minuartia recurva). En la cara sur del Castifrío aparece un valioso enebral de Enebro rastrero (Juniperus communis subsp. alpina) entre grandes bloques de piedra.

Junta de los arroyos en El Tapadero. Arriba El Castifrío.

Posiblemente el entorno del Castifrío sea el mejor lugar para apreciar el impresionante paisaje glaciar de esta zona. Tenemos bajo nosotros el valle de la Serrá, la mejor manifestación de glaciarismo en la vertiente sur de Gredos. Son bien visibles su valle en forma de U, su morrena lateral, los arcos morrénicos del fondo y el circo. Este complejo glaciar llegó a alcanzar los 6,5 km de longitud, con espesores de hielo de hasta 200 m. A nuestra espalda está el complejo glaciar de Castifrío, con una cuenca de acumulación muy asimétrica debido a la orientación, que llegó a tener una longitud de 3,24 km, con espesores de hasta 150 m. En las épocas más frías estos glaciares llegaron a estar unidos por el Collado de la Llana, e incluso se unieron al impresionante glaciar de la Laguna del Barco, también visible. Son muy patentes, además, las huellas de los procesos periglaciares como las agujas pétreas o perfiles de gelifracción -siendo La Azagalla y el Canchal del Pollo del Losar los dos mejores ejemplos en esta ruta-, las pedreras o derrubios de ladera o las morrenas de nevero.

Tras el Castifrío queda recorrer la Cuerda de las Azagallas hasta el Alto de Azagallas (2.343 m). Es un tramo sobre bloques sin mucha dificultad, aunque hay que tener cuidado para no tropezar. Este es un buen punto para la observación de aves. Aquí podemos ver Acentor alpino (Prunella collaris), que en años con abundantes neveros en la cara norte es posible que anide en Extremadura, Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), en grupos de hasta 40 individuos y Águila real (Aquila chrysaetos). Es este un lugar cada vez más frecuentada por juveniles en dispersión de Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), que pueden pasar varios meses aquí. También es una buena zona para la flora endémica amenazada, aunque la presión de la Cabra montés es muy fuerte y las plantas aparecen recomidas y enriscadas. Con todo, aquí podemos ver tres famosos endemismos: Consuelda del Almanzor (Saxifraga pentadactylis subsp. almanzori), Doronico de Gredos (Doronicum kuepferi) y Armeria de roca (Armeria bigerrensis subsp. bigerrensis). Esta última con algunos ejemplares híbridos con el también endémico Erizo serrano (Armeria caespitosa), muy abundante en la cercana Sierra del Barco. Los bloques sobre los que caminamos son muy buenos para observar al Neverón de Gredos (Chionomys nivalis subsp. abulensis), otra de las joyas de esta sierra. Esta pequeña ratilla nival es otro de esos ejemplos de especies llegados a Extremadura en tiempos más fríos y ahora aislados en las altas cumbres. Si decidimos llegar hasta la Covacha ese es el mejor sitio para su observación, porque allí está más acostumbrado a la gente y es menos tímido. Allí también hemos podido ver a la Comadreja (Mustela nivalis), seguramente en busca de estos gordos topillos.

Linaria alpina.

 En el Alto de Azagallas, podemos optar por continuar hacia la Covacha (2.399 m), la segunda cota más alta de Extremadura o seguir nuestra ruta. Para llegar a la Covacha (menos de 1 hora) tan sólo hay que rodear la espectacular Azagalla (2.369 m) por la cara sur y seguir por la Cuerda de la Covacha. Desde allí podemos observar los magníficos Riscos Morenos del Losar, la Laguna de los Caballeros, la Laguna Negra y la Laguna del Barco. En esta zona también podemos encontrar alguno de los escasos ejemplares extremeños de Gregoria (Androsace vitaliana), una planta que cuenta en la sierra de la Nava con su única población gredense. También llamará nuestra atención la Borrosilla de montaña (Omalotheca supina), una plantita peluda emparentada con las manzanillas, que algunos confunden con el Edelweiss.

Si hemos decidido continuar hasta el Guijo de Santa Bárbara, toda la ruta será ya prácticamente de descenso. Lo primero será bajar a la Portilla del Losar (2.201 m), junto al Canchal del Pollo de Losar, por la denominada Cuerda Mala. Hasta esta portilla la cuerda no hace honor a su nombre y se desciende bien (ahora que hay una vereda entre los piornos). Nos podemos asomar a la vertiente del Losar y así observar, creciendo en las paredes rocosas, algunos ejemplares del más famoso endemismo vegetal de Gredos: la Boca de Dragón de Gredos (Antirrhinum grosii). La Portilla del Losar mantiene otro magnífico prado de cumbres, al final del cual comienza la parte más complicada de la ruta, que es llegar al Estecillo (2.262 m) caminando sobre bloques. Nuestro destino es la Portilla de Jaranda (2.037 m), la puerta de La Vera. Como alternativa, se puede continuar desde el Estecillo hasta el Refugio-Ermita de Nuestra Señora de las Nieves y de allí a Guijo de Santa Bárbara.

El descenso de la Portilla de Jaranda al Guijo de Santa Bárbara nos puede llevar otras 2 horas, pero aquí tendremos ocasión de disfrutar con un buen baño en las aguas de la garganta de Jaranda, con El Trabuquete como lugar más conocido. Pero antes debemos atravesar los restos del poblado de chozos de verano de Pimesaillo, utilizado por los ganaderos hasta comienzo de los años 80 del siglo XX. A lo largo de la bajada encontraremos algunos chozos restaurados. La ruta finaliza en Guijo de Santa Bárbara (878 m), una localidad que conserva el atractivo de la arquitectura serrana verata.

Portada del libro que contiene la ruta descrita.


El libro "Rutas para descubrir Extremadura" ya está disponible en pdf en la página web de la Fundación Xavier de Salas. 

En cualquiera de estos enlaces se puede ver:






En breve también será accesible desde la web de la Dirección General de Turismo.

martes, 3 de noviembre de 2015

La Ruta de Carlos V.

El Puente Nuevo, paraje emblemático de esta ruta.

Debe de ser mi gotita de sangre comunera, como buen placentino, pero Carlos I no es un personaje que me resulte simpático. Con todo, reconozco que, gracias a esos súbditos a los que tan poco respetó, llegó a ser el hombre más poderoso de la Tierra. Por eso, siempre ha resultado tan llamativo entre los historiadores su discreto retiro a Yuste. Para muchos, resulta difícil comprender la elección de ese modesto rincón cacereño, frente al sinfín de lugares de mayor renombre de entre sus vastos dominios. Basta acercarse hoy día allí para entender que, en 1554, Felipe II considerara el lugar como apropiado para acoger a todo un emperador.

La noche del 11 de noviembre de 1556 Carlos I llegó a Tornavacas procedente de Valladolid, en lo que sería su último viaje. Su intención era llegar a Plasencia para desde allí continuar hasta Jarandilla de la Vera, donde el conde de Oropesa le esperaba en su palacio-castillo, hoy convertido en Parador Nacional. Eran otros 5 o 6 días de marcha pero, ante la insistencia del Emperador por llegar cuanto antes, se le ofreció la posibilidad de acortar su viaje a una sola jornada utilizando viejos caminos serranos. No se lo pensó dos veces y con su comitiva de 99 alabarderos, 51 criados y varios mozos de Tornavacas, que actuarían como porteadores, se internó por la sierra de Gredos en dirección a La Vera cruzando el llamado Puerto Nuevo. La comitiva iba precedida de labriegos de Tornavacas, que iban desbrozando el camino. Debió de ser un gran espectáculo y resulta asombroso que completaran la ruta en unas 7 horas, la mayoría de las cuales el Emperador, irascible por la gota, las pasó en brazos o a hombros de los mozos tornavaqueños, que tan sólo quisieron aceptar un pellejo de vino a cambio de sus servicios.

Subida al Collado de La Encinilla.

En 2015 el Consejo de Europa reconoció a las Rutas del Emperador Carlos V, entre las que se encuentra esta en un lugar destacado, como Itinerario Cultural Europeo por su papel en la integración europea. Pero antes de ese reconocimiento, la Ruta de Carlos V ya era conocida popularmente como la más famosa ruta senderista de Extremadura.

Esta ruta es un perfecto complemento a la Ruta de la Alta Extremadura, pues si aquella recorre las zonas de cuerdas de alta montaña con su particular flora y fauna, esta lo hace por laderas y collados de media montaña, dominados por los bosques. Se trata de una ruta exigente por su longitud de unos 26 km, en los que se salvan desniveles acumulados de 920 m positivos y 1.226 m negativos, lo que nos obligará a unas 8-10 horas de marcha y sólo es recomendable para personas en buena forma física. Al margen de esto, la ruta se encuentra perfectamente señalizada (PR-CC-1) y carece de dificultades técnicas. Las gargantas, arroyos y fuentes proporcionan agua a lo largo de casi todo el recorrido, pero es recomendable llevar agua o pastillas potabilizadoras en épocas secas. Aunque lo tradicional es realizar la ruta en noviembre, tal y como hizo el Emperador, la ruta se puede hacer durante todo el año, aunque en invierno puede haber tramos con nieve y nieblas en las proximidades del Collado de las Yeguas (1.482 m), que es la mayor cota de esta ruta. En esta época de días cortos no está de más llevar un frontal en la mochila, por si nos sorprende la noche en el descenso. Siempre he sentido un gran respeto por los nombres serranos, que nunca se ponen con ligereza, y por eso conviene prepararse para la zona del Hornillo si decidimos hacer la ruta durante los meses del verano.

Encinas y cantuesos en el Collado de la Encinilla.

Aunque en la Calle Real de Abajo de Tornavacas se conserva la casa del sirviente Juan Méndez-Dávila, donde pernoctó el Emperador, la Plaza Nueva suele ser el lugar de inicio de esta ruta, para dirigirse desde allí a la Ermita del Humilladero y, tras cruzar el Puente de San Martín, abandonar esta localidad por terrenos aterrazados de cerezos. El ascenso nos irá internado en el bosque, primero por los castañares del Reboldo y después por el magnífico robledal de rebollos (Quercus pyrenaica) del Egido de la Umbría de Jerte, ya dentro de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos. Esta es una de las mejores zonas de Extremadura para la fauna forestal con presencia como nidificantes de rapaces como el Halcón abejero (Pernis apivorus) o el Azor (Accipiter gentilis), así como la presencia de murciélagos forestales tan escasos como el Murciélago ratonero forestal (Myotis bechsteinii) o el Murciélago de bosque (Barbastella barbatellus). La flora de estos bosques tampoco nos dejará indiferentes gracias a la presencia de numerosas orquídeas y vistosas flores como las aguileñas, azafranes serranos, peonías, arenarias, prímulas, toronjiles, gallos, sellos de Salomón, etc. y a las densas macollas de hojas rizadas de la Cañuela o Lastón (Festuca elegans), tan características de estos rebollares carpetanos. Tras unas dos horas de marcha llegamos al Collado de las Losas o de Guijarros Rosas, que cruza la Cuerda de los Lobos. Desde aquí descenderemos, a través del bello robledal de La Venta, hasta uno de los puntos más famosos y clásicos de la ruta, el Puente Nuevo o de Carlos V, que cruza la Garganta de Tres Cerros o Tras el Cerro (llamada de Asperones en su tramo superior y del Infierno en su tramo inferior). Se trata de un bello puente ligeramente alomado de sillería y mampostería de granito, con dos bóvedas de medio punto desiguales. El agua normalmente discurre bajo el ojo de mayor tamaño, de modo que sólo durante algunas grandes avenidas primaverales, tras el deshielo, veremos pasar el agua bajo los dos ojos. Aunque no conserva los petriles, su estado de conservación es excelente, seguramente porque su cimentación apoya directamente sobre afloramientos de granito, lo que ha evitado deformaciones a las bóvedas. Estas aguas trucheras son además refugio, entre otros, de Desmán ibérico (Galemys pyrenaica), Rana patilarga (Rana iberica) y Mirlo acuático (Cinclus cinclus).

Toca ahora afrontar el tramo más duro de la ruta, el ascenso por el camino empedrado que conduce al Collado de la Encinilla. Al pasar la Fuente de Roblehermoso o Robledohermoso el camino se bifurca, debemos continuar por la izquierda. El camino de la derecha conduce al Puente del Carrascal sobre la Garganta Chica o del Collado de las Yeguas. El estrecho sendero va ascendiendo zigzaguente por el Cerro de la Encinilla (1.462 m), donde se mantienen los alcornoques a mayor altitud de Extremadura. El Alcornoque (Quercus suber) es una especie muy escasa en el Valle del Jerte y muchos de estos escasos ejemplares serranos tienen su origen con seguridad en bellotas dispersadas por el Arrendajo (Garrulus glandarius). El Collado de la Encinilla supone un gran contraste con el resto de la ruta, de repente, pisamos rocas que no son granitos y las encinas y cantuesos sustituyen al robledal carpetano, casi parece que recorremos algunos de los riberos del entorno del Tajo o el Almonte.

Los Escalerones.

Los restos de la cultura pastoril trastermitante son muy patentes en esta zona, al margen de los tramos enlosados del camino, aún se mantienen los restos de chozos de verano, majadas de invierno, pasos de arroyos y algunas fuentes. Destacan, junto a la Fuente de Peña Lozana, los restos de una típica majada que, pese a su altitud, se beneficiaba del microclima de esta garganta. Ocupa una vaguada orientada al SW en medio del robledal y está realizada a dos aguas, con mampuestos vistos de granito y grandes esquineras. Presenta corral adosado para guardar el ganado y el típico muro de piedra que rodea la entrada de la vivienda, que carece de ventanas. También se conservan las pequeñas terrazas del huerto y una fresquera entre bolos de granito.

Llevamos ya 4 o 5 horas andando desde que dejamos Tornavacas y llegamos al que probablemente sea el lugar más espectacular del recorrido: Los Escalerones o Escarralones. La Garganta Chica forma aquí un pequeño cañón, al que nos podemos asomar desde un balcón rocoso. Aparecen algunas agujas pétreas y una interesantísima vegetación, donde se mezclan elementos de origen eurosiberiano con elementos típicamente mediterráneos. Podemos encontrar aquí abedules (Betula alba), acebos (Ilex aquifolium) o serbales de cazador (Sorbus aucuparia) copa con copa con almeces (Celtis australis) o madroños (Arbutus unedo). En esta zona, junto con el Arroyo del Piornalego que desciende de la Sierra de Tormantos por la ladera opuesta, se refugia una de las poblaciones de Tejo (Taxus baccata) más saludables de Extremadura. Podemos observar algunos viejos ejemplares desde los Escalerones o, por debajo del sendero, en las paredes rocosas del arroyo que desciende de Peña Lozana. Este paraje es un lugar que sirvió de refugio a un tipo de flora propia de los bosques boreales, que se extendió por la Península Ibérica durante las últimas glaciaciones. Hoy día, esta flora relicta sólo aparece en contados puntos de nuestras montañas. Podemos destacar especies como la Calabacera (Adenostyles alliariae), el Pie de Oso (Heracleum sphondilium), el venenoso Acónito o Matalobos (Aconitum vulparia) o la Fiteuna (Phyteuma spicatum). También aparece en estos rezumaderos el bello endemismo gredense Sedo acampanado (Sedum campanulatum). En los riscos de la ladera que observamos frente al sendero es muy visible una pequeña buitrera de Buitre leonado (Gyps fulvus).

De los Escalerones al Collado de las Yeguas el recorrido es cómodo, sobre todo desde que se instaló la pasarela de la Garganta del Hornillo, junto a la cual crece un magnífico Serbal de cazadores. Muchos senderistas aún recordarán la desagradable sensación de mojarse los pies en pleno invierno a más de 1400 m. El Collado de las Yeguas es el lugar perfecto para un descanso tras unas 5-6 horas de marcha, mientras disfrutamos de unas magníficas vistas. Si miramos hacía La Vera, con Cuacos de Yuste y Jaraíz de la Vera bajo nosotros, las vistas son muy amplias, con las vegas del Tiétar, Campo Arañuelo e incluso el Embalse de Valdecañas y las Villuercas. En su vertiente norte, hacía el Valle del Jerte, sólo vemos montañas, destacando en primer término Peña Lozana (1.642 m), tras la que aparece la cuerda del Torreón, ya en la sierra de Béjar, que es la mayor cota de Extremadura (2.401 m). En su entorno, en terrenos de Aldeanueva de la Vera, se mantiene una de las mejores poblaciones extremeñas del espectacular Narciso trompón (Narcissus pseudonarcissus). Esta población fue tradicionalmente aprovechada como flor cortada, que era vendida en Madrid. Un día al año, mujeres de Aldeanueva de la Vera subían a la sierra a recoger los nardos. Hoy día esta planta se encuentra en regresión y está protegida.

Vertiente norte del Collado de las Yeguas.

Pero sin dudas, si por algo es conocido este collado es por la célebre frase, que según la tradición, pronunció el Emperador al trasponer este puerto:”¡ya no franquearé otro puerto que el de la muerte!”

Al internarnos en La Vera abandonamos la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, pero continuamos dentro de un espacio de la Red Natura 2000. El tramo inicial de bajada, hasta llegar al cruce de la bella Garganta del Yedrón, es el más exigente, descendiendo más de 500 m en tan corto espacio. El paisaje verato ahora muestra sus diferencias con el del Valle del Jerte, abierto a la llanura del río Tiétar y con un clima más suave, parece menos agreste, más domesticado, aunque con la indudable belleza de los mosaicos de vegetación.

Todavía atravesaremos algunos buenos tramos de bosque, como el de Los Vínculos, antes de cruzar la carretera local de Aldeanueva de la Vera a Guijo de Santa Bárbara, donde el Ciervo volante (Lucanus cervus) es muy abundante, al igual que las rapaces y murciélagos forestales. Tras cruzar la Garganta de Jaranda por el denominado Puente de los Palos se alcanza el final de la ruta en el Castillo de los Condes de Oropesa de Jarandilla. Es el momento perfecto para buscar un lugar donde darse un homenaje que recomponga nuestro agotado organismo y la cocina verata, con indudables raíces serranas, sabe mucho de esto.


Para aquellos que deseen completar el recorrido por Extremadura de Carlos V, o para los que no se sientan con fuerza para completar la Ruta de Carlos V, puede ser interesante combinar esta ruta con otra mucho más suave, que ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, denominada Ruta del Emperador Carlos V, que discurre entre Jarandilla y el Monasterio de Yuste. Se realiza en febrero, tal y como la realizó el Emperador el 3 de febrero de 1557.

Portada del nuevo libro.


martes, 14 de julio de 2015

El Chorro de la Meancera. El Gasco, Nuñomoral (Cáceres).



El Chorro de la Meancera desde el "Volcán" del Gasco.

 
Durante años me referí a este chorro como de la Miancera, pero ahora veo que estaba equivocado. Siendo, como soy, un reputado inexperto en chorros, cascadas y otras caídas de agua, lo cierto es que este chorro no sé si dará para el salto de agua más grande de Extremadura como se afirma. En esto creo que la última palabra está en La Vera, pero este es indiscutiblemente bonito.

Tampoco me atrevería a llamarlo salto de agua, porque como bien dice su nombre, es un chorro y aquí el agua no salta, chorrea (imagino que habrá días puntuales con alto caudal que salte). Algo que, por otro lado, es lo más habitual por Extremadura, supongo que por los caudales tan pequeños implicados. Como quiera que sea, este chorro me impresiona por la cuenca tan exigua que tiene, tanto que me parece milagroso el volumen de agua que es capaz de bajar por este cauce y que sea capaz de mantenerlo cuando cesan las lluvias. Probablemente toda la zona estará repleta de grietas en la pizarra, cada una de las cuales acumulará agua, que liberará lentamente.

Esto lo deben conocer las achaparradas encinas que se atreven a enriscarse por estas laderas de pura roca. El conjunto es una imagen típica de la naturaleza hurdana primigenia, de cuando los encinares cubrían estas duras laderas.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Un paseo invernal por las Sierras Centrales de Badajoz.

Panel principal del abrigo de La Calderita. La Zarza (Badajoz).

Hay algo mágico en sentarse en el mismo lugar en el que lo hizo un humano de hace unos 4.000 años y observar el mismo entorno. Es inevitable meterse en la cabeza de esa persona y, aunque todo ha cambiado, las grandes líneas maestras del paisaje aún se pueden apreciar tal y como ella las vio: los llanos, los ríos, los riscos, etc. Si además en ese lugar han dejado huellas de su arte, nuestros ojos se esforzarán aún más e intentarán leer hasta el último detalle del lugar en un vano intento de interpretar la mente de aquella gente del Calcolítico.

El Erodium mouretii es la estrella botánica de estas sierras. Sierra de La Zarza (Badajoz).

La parte de las sierras centrales de Badajoz más próximas a Mérida, entre La Zarza y Arroyo de San Serván, nos ofrecen algunas buenas oportunidades de observar esas extrañas pinturas esquemáticas de tintes rojizos a las que los arqueólogos dan extraños nombres como ancoriformes, halteriformes, ramiformes, etc. y que en realidad son distintas maneras de representar la figura humana. Sería suficiente este motivo para acercarse a ellas y darse un tranquilo paseo, pero es que además en el mismo paseo podremos disfrutar de una de las comunidades florísticas más interesantes de Extremadura.

La Sierra de Alange con su castillo vista desde La Calderita (La Zarza).

El final de invierno es la mejor época para poder disfrutar plenamente de esta zona, pues no solamente se observarán mejor las pinturas, el paisaje se nos mostrará en su mayor esplendor, las sierras estarán repletas de humedad y la floración de estas bellísimas plantas de roca estará en su máximo apogeo. Realmente se podría hablar de jardines colgantes con grandes grupos de dos de nuestros narcisos más bellos: Narciso de roca blanco (Narcissus cantabricus) sobre las rocas y prados de Narciso pálido (Narcissus triandrus subsp. pallidulus) al pie de los cantiles, junto al híbrido de ambos. Pero las estrellas del lugar son las especies endémicas, empezando por el Relojillo de roca (Erodium mouretii), del que sólo se conocen en Europa un puñado de poblaciones en Badajoz junto a otras dos en Huelva y Cáceres. Fuera de aquí toda su distribución mundial se reduce a unas pequeñas sierras de Marruecos (que a buen seguro será otra subespecie distinta no descrita, si no otra especie). La Escrofularia de las Sierras Centrales (Scrophularia oxyrhyncha) es la otra gran joya de estas sierras, que sólo podremos encontrar en la alineación de sierras cuarcíticas que recorre  Badajoz, Córdoba y Ciudad Real. La primera ocupa repisas y fisuras terrosas de donde cuelgan sus flores blancas con nervios violetas y la segunda al pie de los cantiles, donde llama la atención por sus florecillas rojas. Encontraremos también las compactas y redondeadas matitas pegadas a la roca y cubiertas de flores azuladas del Botón azul de Sierra Morena (Jasione crispa subsp mariana) y próximas a ellas otras matitas menos compactas del Botón azul oretano (Jasione crispa subsp. tomentosa), que nos dan una idea del cruce de caminos que son estas sierras. No faltarán en estas paredes helechos como los bellísimos Polipodios (Polypodium cambricum) de las umbrías o los peludos Helechos lanudos (Cosentinia vellea) de las solanas, ni las elegantes Dedaleras (Digitalis thapsi).

Scrophularia oxyrhyncha. Sierra de Arroyo (Arroyo de San Serván).



Narcissus cantabricus. Sierra de Arroyo (Mérida).

Nuestro paseo invernal tendrá una última recompensa, ya que será fácil observar moviéndose entre los riscos de las zonas altas a pequeños grupos de Acentores alpinos (Prunella collaris), un ave de alta montaña que pasa el invierno por aquí.





miércoles, 3 de septiembre de 2014

La Garganta de los Infiernos: un entretenimiento.

Macho de Lagartija carpetana gredense. El amo del lugar.

La Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos es un espacio protegido único en Extremadura, pese a contar con menos de 7.000 ha (menos de la mitad que algunas fincas particulares de Extremadura) y pese a debatirse entre el coto de caza y el parque temático.

En mi penúltima visita de este verano fui a ver las pocetas donde nace la Garganta La Serrá, es un sitio que me encanta, si te sientas tu campo visual se limita a las laderas del antiguo circo glaciar y la cima del Castifrío y de frente, al estar elevados como en un escenario, sólo veremos El Torreón. Lo mejor de la montaña extremeña en un solo vistazo.

Vista desde el Circo de La Serrá. Ese día, pese a estar en agosto, las nubes tapaban todo por debajo de 1800 m.

He subido muchas veces a esta zona y la bajada cada vez me cuesta más, se me hace aburrido el tramo llano de las Poveas, que es el más utilizado por el ganado y se nota. Esta vez, un poco por animarme y un poco por hacer un experimento, me dio por apuntar todo lo que viera al caminar durante mis primeros 400 pasos (la primera cifra que se me ocurrió y que equivale a unos 280 m con mi longitud de paso), os resumo lo que salió:

-  Endemismos gredenses de flora: Boca de Dragón de Gredos (Antirrhinum grosii), Clavel de Gredos(Dianthus gredensis), Gualdoncillo de Gredos (Reseda gredensis), Manzanilla de Gredos (Santolina oblongifolia), Armeria de roca (Armeria bigerrensis subsp bigerrensis), Sedo acampanado (Sedum campanulatum).
-  Endemismos ibéricos de flora muy localizados: Junquillo asturiano (Isoetes velatum subsp asturicense),Genciana de Bory (Gentiana boryi), Alfilerillos (Festuca gredensis).
-        Especies de flora muy localizadas en Extremadura: Vedegrambre (Veratrum album), Genciana de turbera (Gentiana pneumonanthe), Cardo azul (Eryngium bourgatii), Asplenium septentrionale, Belesa (Senecio pyrenaicus subsp. carpetanus), Campanilla de la Sierra de la Estrella (Campanula herminii), Flor de rocío (Drosera rotundifolia), Musgo sauce (Fontinalis antipyretica), Margarita serrana (Leucanthemopsis alpina), Helecho perejil (Cryptogramma crispa), Tormentila (Potentilla erecta), Gallaritos (Pedicularis sylvatica), Cañuela de arroyo (Festuca rivularis).
-      Hábitats de Interés Comunitario: 5, de los cuales 2 son prioritarios (cervunales y estanques temporales mediterráneos).
-        Mariposas diurnas: Erebia meolans (1 ind.) y Zygaena contaminei subsp. almanzorica (1 ind.), ambas limitadas en Extremadura a Gredos, de donde es exclusiva la segunda. Junto a ellas, dos habituales de los piornales: Lasiommata maera y Satyrus actaea.
-        Odonatos: Cordulegaster boltonii, Orthetrum coerulescens.
-        Anfibios: Sapo común (Bufo spinosus). 1 individuo. No levanté ni una piedra.
-        Reptiles: Lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni subsp. castiliana). Endémica de Gredos. 15 individuos en tan sólo unos 80 m (ninguno juvenil). Lagartija ibérica (Podarcis hispanica).
-     Mamíferos: Musgaño de Cabrera (Neomys anomalus). 1 individuo y Cabra montés (Capra pyrenaica subsp. victoriae). 9 individuos.
-        Aves: Acentor común (Prunella modularis), Collalba gris (Oenanthe oenanthe), Roquero rojo (Monticola saxatilis), Bisbita alpino, (Anthus spinoletta), Escribano montesino (Emberiza cia), Escribano hortelano (Emberiza hortulana), Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris), Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), Buitre leonado (Gyps fulvus).

No creo que sea fácil alcanzar este nivel en otra zona de Extremadura en menos de 300 m lineales y eso que no he incluido las plantas primaverales ya resecas, que añadirían 3 especies de narcisos, una de crocus y una de orquídea. Se abre la veda.
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