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martes, 23 de junio de 2015

El jardín guardería.

Pardillos comunes a la hora del té.


No ha sido fácil la coexistencia entre dos grandes pasiones en un jardín tan pequeño. Por un lado, la rocalla con plantas alpinas. Por otro, ofrecer comida, agua y refugio para los pájaros. Durante un tiempo fue incluso difícil. Así, cuando mi querida pareja de mirlos se aficionó a arrancar mis maravillosas Androsace y Saxifraga venidas de lejanas nurseries, decidí abandonar la idea de atraer pájaros al jardín. Incluso, debo reconocer, estudié muy seriamente la forma de expulsar a los mirlos. Ahora parece que los pájaros van ganando la partida a base de renunciar a mantener alguna de mis plantas favoritas. Evidentemente, nunca se puede tener todo.


Basta una pequeña fuente como esta para rodearnos de pájaros.


Esta primavera ha sido, con diferencia, la más productiva en 6 años. A la pareja de mirlos reproductora se han sumado una pareja de pardillos que, aunque tenían el nido fuera del jardín, han traído a sus pollos volanderos a completar su desarrollo en el jardín, tres pollos la primera vez y cuatro la segunda. La pareja de verderones también ha traído sus pollos volanderos aquí y han sido habituales a las pipas de girasol del comedero. Los jilgueros sólo han traído sus pollos unos pocos días, al contrario que otros años. Por supuesto, los gorriones comunes han estado presentes todo el tiempo y es algo con lo que hay que contar a la hora de mantener el comedero, pues al final se juntaban aquí al menos 5 parejas y sus pollos. Este año, incluso las golondrinas comunes han utilizado el bebedero con sus pollos al atardecer. Un día una Golondrina dáurica se posó junto al bebedero pero no lo utilizó. Por contra, ha fallado este año la pareja de Tarabilla común, que ha sido fiel durante 4 años.

A los verderones les gusta más el comedero en el suelo.


Pero sin dudas, mi pájaro favorito este año ha sido la hembra de Colirrojo tizón que mantiene a su único polluelo estos días por el jardín. No sé si es la misma pareja de otros años, pero la pobre tiene amputado el pie derecho y seguramente por eso no ha podido sacar adelante a más polluelos (el macho aquí no parece ayudar mucho, pues sólo le he visto un día).

La hembra coja de Colirrojo tizón.

El polluelo de Colirrojo tizón.



En primavera la Curruca zarcera y el Carricero común, que utilizaron la fuente en un descanso de su migración, han elevado a 52 el número de especies observadas en el jardín desde 2013. Como más interesantes en lo que va de año, seguramente esté el macho de Avutarda que se puede ver en vuelo todas las primaveras a primera hora, un Águila real (segunda cita) y una Lavandera blanca enlutada que ha pasado todo el invierno en el barrio. Es lo que tiene vivir en la ciudad de Cáceres, tengo un lek de avutardas a 1 km de casa, a finales del invierno bandos de cientos de grullas pasan sobre mi casa (el 28/2/2010 pararon unas 2000 en una mañana) y el tráfico de rapaces es continuo.


Curruca zarcera, la cuarta especie de curruca observada aquí.


lunes, 8 de junio de 2015

El Lirio lusitano (Xiphion vulgare var. lusitanicum).



Flora Ibérica (Vol. XX , 2013) lo tiene muy claro y el otrora popular Iris lusitanica pasó a mejor vida. Amén.

A mí, sin embargo, siempre me quedará la espinita de que aquí había algo más. Desconociendo cómo se comporta este lirio fuera de la Lusoextremadurense, lo cierto es que dentro de ella su reino está en la cuenca del río Tajo, sobre todo en sus riberos. Por algo llegó a ser el símbolo del Parque Internacional del Tajo. En ellos sus poblaciones, en años de lirios, alcanzan los miles de individuos y ocupan decenas de hectáreas. Sus impresionantes flores amarillo-dorado resplandecen dentro de estos duros y grises ambientes, entre acebuches, esparragueras y espinos. Convirtiendo, por unos días, algunos de estos empinados y modestos ambientes en jardines colgantes. Las formas azules y blancas de Xiphion vulgare son testimoniales aquí (numéricamente y por área de ocupación).

Fuera de la cuenca del Tajo, parece que la planta se vuelve más “tímida” y recuerda más a su pariente azul. Ocupa olivares y terrenos soleados de una manera más dispersa y escasa, desde el sopié del Sistema Central cacereño hasta la Campiña sur pacense.


Siendo, como somos, animales de etiquetas, sería una pena que ahora que no es un “bello endemismo” pasase a ser “otro yerbajo”.
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