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lunes, 31 de diciembre de 2012

¡A POR EL 2013!

Globularia repens. El Bujaruelo (Huesca).


No sé qué deparará el año 2013, pero con seguridad no voy a aprender alemán, ni me apuntaré a un gimnasio para esculpir, aún más, mi apolíneo cuerpazo, ni amenazaré con tocar el oboe, ni construiré esa maqueta del Titanic en madera de balsa a escala 1:1. Un año más no conseguiré terminar el Ulises de Joyce y, desgraciadamente, seguiré sin conocer a ese tío perdido que me invitará a viajar a Nueva Zelanda.

Para aquellos que como yo todavía busquen un reto que platearse de cara al nuevo año, me he permitido sacar un párrafo de Thoreau, el archiconocido autor de “Walden or life in the woods” (unos de los 10 libros que me llevaría a una isla desierta, junto con un teléfono satelital de cobertura global). Pertenece a su libro “Letters to a Spiritual Seeker” que me he leído este año:

Me digo a mi mismo: dedícate un poco más a la labor que dices dominar. Usted no está satisfecho o insatisfecho consigo mismo sin razón aparente. ¿No posee una cualidad del intelecto de inestimable valor? Si existe algún experimento que le gustaría llevar a cabo, adelante. No deje espacio para las dudas que no le sean satisfactorias. Recuerde que no tiene por qué comer si no está hambriento. No lea los periódicos. Aproveche cada oportunidad de estar melancólico. Y en cuanto a salud, considérese sano. No se empeñe en encontrar las cosas tal y como usted cree que son. Haga lo que nadie puede hacer por usted. No haga nada más”.
 

¡FELIZ AÑO 2013!

viernes, 21 de diciembre de 2012

Grullas en el Embalse de Gabriel y Galán (Cáceres, Extremadura).



Familia  alimentándose en una dehesa del Ambroz.


Si alguien me pregunta por un lugar para ver grullas en Extremadura tengo claro que le diré que la zona de Madrigalejo-Navalvillar de Pela. Pero si la pregunta es por mi lugar favorito para ver grullas en esta región tampoco dudaría con la zona, en este caso la del Ambroz y Embalse de Gabriel y Galán.


El Embalse de Gabriel y Galán visto desde la subida al Puerto de Honduras.


Que este núcleo de invernada “sólo” acoja a unas 800-1500 grullas (algo menos del 2 % de las que invernan en Extremadura) no representa ningún demérito para mí. Este es un núcleo tradicional de grullas de las de antes, que se desparraman en pequeños grupos familiares buscando alimento por dehesas con paredes de piedras donde pastan vacadas de moruchas, avileñas y ganado bravo. Cuando muchos de estos núcleos de dehesa van perdiendo efectivos invierno tras invierno, en favor de otras zonas con cultivos de regadío, este núcleo se mantiene estable y me gusta pensar que es por fidelidad.


Grupo de grullas con el Torreón y el Pinajarro de fondo.


Tras observar a las grullas en las dehesas, el mejor momento del día es la entrada al dormidero del embalse y en eso tiene mucho que ver la ubicación del mismo (no es mala opción, aunque habrá que contar con la suerte, la de esperar el paso de las grullas por el Valle de Jerte desde la zona de Cabezabellosa, por ejemplo). El Embalse de Gabriel y Galán se encuentra rodeado por las montañas del Sistema Central por el norte, este y oeste, mientras que al sur se extienden los extensos y densos encinares del Ambroz. El propio embalse, con su contorno irregular entre pequeños cerros poblados con encinares y pinares, presenta un aspecto muy poco artificial que no desmerece en absoluto. El fondo sobre el que discurrirán los vuelos de las grullas difícilmente puede ser más atractivo.
 

Algunas de las primeras en llegar cruzan el Valle del Jerte desde La Vera y el norte de Monfragüe.


Esta zona además es una amplia zona deshabitada, sin luces de pueblos y sin carreteras principales (yo suelo situarme en un lugar desde el que la presa no es visible), lo que la convierte en una zona de una increíble tranquilidad durante estos atardeceres de otoño e invierno. Lo apreciaremos por lo distante de los bocinazos de las grullas que podremos escuchar. Las oiremos cuando aún están en el suelo de las dehesas y en vuelo las oiremos bastante antes de que las podamos ver. Al estar tan dispersas y estar los comederos tan próximos al embalse, las grullas van entrando en numerosos grupos, la mayoría de ellos de menos de 100 aves. Tampoco se esmeran mucho en adquirir una formación en V muy marcada, ni en ganar altura, de modo que son comunes los largos cordones de aves cruzando las aguas del embalse a pocos metros sobre el agua. Sus trompeteos en esos momentos suenan de una manera impresionante, como si estuvieran en un auténtico auditorio.
 
A la puesta del sol la llegada de grupos se acelera.


Vista del embalse, con un nivel de agua bastante bajo para la época.


Ya de noche nos retiramos, pero antes debemos atravesar alguno de los parajes por donde se vieron linces hasta hace muy pocos años. Sé que es un imposible y, aún así, nunca puedo evitar cierta tensión infantil que no se pasa por muchas veces que haya recorrido estos caminos. Soñar es gratis…todavía.

¡FELIZ NAVIDAD!

lunes, 17 de diciembre de 2012

Un endemismo de Nueva Zelanda: Raoulia australis.


Detalle de la floración de Raoulia australis.


Hace ya tiempo que no comento nada sobre la rocalla, pero seguimos adelante con el proyecto. Tener una planta alpina de Nueva Zelanda era una idea demasiado atractiva como para descartarla, sobre todo porque mis preferencias por Saxifraga y Androsace estaban convirtiendo este pequeño espacio en casi una colección temática de estos dos géneros. Saber decir no es una de las cosas más difíciles en jardinería.

La Raoulia australis, además de su procedencia, tiene unos indudables atractivos para el tipo de rocalla que mantengo. Es una planta siempreverde que crece de manera rastrera incluso sobre rocas, lo que permite crear llamativos volúmenes a pesar de que esta planta rara vez excede los 2 cm de altura. Además, mantiene un follaje muy compacto que a pleno sol se mantiene de un bello color plateado. La floración es bastante insignificante, con pequeños capítulos florales amarillos pegados al follaje que recuerdan a diminutas manzanillas y que son frecuentadas por abejas y mariposas. Aunque he leído que es una planta de crecimiento lento, en mi caso ocurre todo lo contrario y ya desde el segundo año he tenido que limitar su crecimiento recortando sus bordes.




Esta especie no plantea dificultades para su mantenimiento en nuestras latitudes, aunque habrá que tener ciertas precauciones. Lo más importante es disponerlas en una zona con un drenaje superior, ya que tienen unas raíces muy propensas a las pudriciones. Hay que recordar que aunque no soporta el exceso de humedad en el suelo es una planta que no debe pasar sed. En mi caso no he tenido problemas con ella en invierno, ha soportado temperaturas de hasta - 5° C y no tiene protección frente a las lluvias, aunque he leído que tanto el frío como la humedad invernal son fatales para ella, de hecho se recomienda tomar en primavera esquejes enraizados para reponerla al año siguiente (algo que yo nunca he conseguido). El mayor problema que estoy teniendo con ella es que todas las zonas que florecen mueren tras la floración, creando zonas secas en el interior de la planta, que en mi caso son sistemáticamente arrancadas por los pájaros produciendo daños a las delicadas raíces de esta planta. Me resisto a cubrir la rocalla con una malla pero la verdad es que los pájaros-mejor dicho los mirlos-son bastante dañinos para estas diminutas plantas.

La Raoulia australis es una compuesta (Asteraceae) que procede de las dos islas principales de Nueva Zelanda, donde recibe el nombre de Vegetable sheep (Planta oveja, supongo que debido a que las especies más alpinas del género forman cojines redondeados que en la distancia pueden parecer ovejas). Esta no es una especie propiamente alpina, más bien ocupa la media y baja montaña y le gusta instalarse en zonas de suelos desnudos, lechos de arroyos o terrazas fluviales. Por su aspecto y comportamiento me recuerda bastante a nuestros Gnaphalium. Se trata de una especie de interés para la industria farmacéutica por ser la fuente del ácido raúlico de gran efecto frente a los rinovirus humanos.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

El Castillo de Peñafiel. Parque Natural Tajo Internacional. Zarza la Mayor, Cáceres.

El Castillo de Peñafiel visto desde Salvaterra do Extremo (Portugal).


Aunque no es este el tema de este blog, la realidad nos muestra que el Parque Natural Tajo Internacional y su entorno inmediato reúnen, cuanto menos, tantos valores históricos como medioambientales: el mejor puente romano del mundo (¿el mejor puente a secas?), un magnífico conjunto megalítico con dólmenes y menhires, abrigos con pinturas rupestres, castros prerromanos, juderías, conventuales, castillos medievales, etc.

Dejando de lado el puente de Alcántara (no muchos límites de un espacio natural son tan impresionantes) yo me quedo con el Castillo de Peñafiel, pocas cosas hay tan atractivas como unas ruinas medievales perfectamente integradas en un entorno natural privilegiado y si además existe una leyenda asociada a esas ruinas pues mejor. En este caso tenemos la leyenda de Racha Rachel (la peña de Raquel), con una hechicera mala-Miriam la egipcia-, un apuesto caballero cristiano-Leafar- y una bella princesa mora de nombre Rachel. El resto seguro que os lo podéis imaginar.

Parece ser que en el siglo IX los bereberes, tras meter en cintura a los moros, instalaron una torre de vigilancia donde ahora está el castillo. Poca cosa, no fue hasta la conquista de estas tierras por Alfonso IX de León en 1212 cuando este enclave adquirió importancia. La razón es sencilla, al otro lado del río Eljas está Portugal y sus caballeros templarios (aquellos que juraban no derramar sangre cristiana) no hacían otra cosa que disputar las fronteras con el reino leonés. Así que esta frontera se fue llenando de fortalezas, no para defenderse de los moros, sino para defenderse de los otros cristianos (algo parecido ocurría en la otra frontera extremeña entre León y Castilla). La obra actual procede del siglo XIII y en el siglo XVI sufrió una nueva reforma. Tras la guerra de independencia de Portugal del siglo XVII este castillo fue abandonado, las modernas piezas de artillería del ejército portugués hicieron inútiles fortalezas de este tipo.

Hoy día, lo mejor es cruzar a Portugal para poder apreciar este monumento en toda su magnitud. Mientras observo los buitres y las águilas pienso en la estupidez de los moros, los bereberes, los templarios portugueses y los caballeros de Alcántara. Tanto pa´na.

domingo, 2 de diciembre de 2012

FESTIVAL DE LAS GRULLAS EN EXTREMADURA.



Imposible resistirse a la  supermoto de la grulla gigante.


¿Un festival de grullas a mi edad? Pero oye, que las grullas y yo, uña y carne. Horas y horas de observaciones durante muuuchos años. Eso es algo de suecos educados, alegres por recibir la primavera. Pero bueno, este año teníamos la oportunidad irrepetible de ir a un festival de grullas a hacer milmoching y no era cosa de perdérsela. Y me alegro un montón de haber tenido esta oportunidad de descubrir este festival con los ojos de un niño.

Perogrullo en acción.


Para empezar la zona donde se celebra el festival es el mejor lugar de Europa para ver grullas en invierno. El espectáculo natural de magnitudes africanas está garantizado. Además, la observación de grullas tiene la grandísima ventaja de poder realizarse a cualquier hora del día, lo que facilita mucho las labores de despliegue para aquellos que cuenten con pajareros infantiles entre sus filas.

 Toma pipi.


Toma pipi a comer.


Que te reciba el duende Perogrullo en la casa de las grullas y puedas subirte a la moto de una grulla gigante ayuda a que se despierte la curiosidad al pajarero novel más reticente. Aprovechando unas réplicas a tamaño natural de las grullas le contamos a Águeda cómo y qué comen estas aves y es evidente que lo entendió, porque poco más tarde, mientras observaba por el telescopio un grupo de grullas, se sacó una bellota del bolsillo y acercándola al ocular empezó a decir “toma pipi a comer”.





Y por supuesto, cuando el milmoching finaliza y la joven pajarera descansa, es el momento de disfrutar del impresionante espectáculo de estas concentraciones de miles de grullas.
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