La Nieta es como esos actores secundarios de las películas de John Ford, tipos capaces de robarles el plano a fuerzas de la naturaleza como John Wayne, James Stewart o Maureen O´Hara. Tipos como Barry Fitzgerald, Ward Bond o Victor McLaglin.
No conozco otra encina que estando, como está, a tiro de piedra de La Terrona sea capaz de salir airosa de la comparativa. No es fácil que después de visitar a la grande entre las grandes te quede capacidad de asombro. Esto me ha ocurrido incluso con enormes encinas monumentales a las que fui a ver días después de una visita al coloso de Zarza de Montánchez. Mientras dura el “efecto Terrona” todas las encinas parecen ridículamente pequeñas y artificiales. Bueno, todas menos La Nieta.
Si la Terrona tenía a La Gobernadora en sus inmediaciones, que según la tradición competía con ella en tamaño, La Nieta debió tener su Abuela. No queda rastro de esos legendarios árboles y yo a veces me pregunto si no serán nada más que eso: leyendas. Me cuesta mucho imaginarme esas cuatro encinas tan próximas, sobre todo cuando La Terrona bien podría ser la abuela que dio nombre a La Nieta.
Visitar La Terrona y olvidarse de La Nieta, que veremos al pasar con el coche, no tiene perdón. Pocos árboles monumentales son tan accesibles. Imagino que el porte de esta encina, tan natural y alejado del habitual entre las encinas de la zona la hace pasar desapercibida, o la confunde con un alcornoque. Suele ocurrir en árboles armoniosos y equilibrados que no nos hacemos una idea de su tamaño hasta que estamos junto a ellos. Este es un buen ejemplo, porque biométricamente estamos hablando de una encina de la categoría de la ya desaparecida Marquesa o de las encinas del Romo y el Rañal. El vuelo de su copa no es tan amplio (20 m), pero esto lo compensa con una mayor altura (17m) y naturalidad. Su tronco supera los 5 m de perímetro a 1,30 m del suelo.
Por desgracia este árbol no ha sido tan respetado como su vecina y pese a ser más joven, su estado de conservación es peor. Muestra daños de aperos agrícolas en la base de su tronco y un horroroso cerramiento de alambre de espinos se clava en su corteza. Su copa cada vez está más clara y se aprecian varios puntos críticos que comprometen su estática.
Bravo por la nieta.
ResponderEliminarHasta la vista.
Desde luego sorprende lo desconocido que sigue siendo este ejemplar.
ResponderEliminarY la cantidad de gente que, desde la carretera, lo mira sin verlo.
Yo suelo parar cuando paso junto a él y siempre me sorprende la fortaleza y grosor de los cimales a varios metros de altura
un abrazo
Felicidades Alberto por esa maravillosa encina.
ResponderEliminarQué bonito lo que escribes de esta gran encian, y como me apena escribir aqui que se ha desprendido parte de su ramaje. ¿Por negligencia? Ver, como ha quedado me causa gran pesar. ¿Podría haberse evitado? yo me lo pregunto.
ResponderEliminarSaludos
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