Aún reconociendo que la
fotografía es una herramienta que permite manipular la realidad con relativa
facilidad, la imagen que os muestro se tomó al cruzar un pequeño arroyo de
las sierras del suroeste de Badajoz en primavera. Sin buscar encuadres “favorecedores”.
Como el tema de la biogeografía
de las plantas me apasiona, estas pequeñas sierras del entorno de Jerez de los
Caballeros (Badajoz) siempre me han resultado especialmente atrayentes. La
razón es que, pese a su escaso relieve, son auténticas atrapa-lluvias
al ser uno de los primeros obstáculos con los que se encuentran los frentes
atlánticos al penetrar en la Península Ibérica por el suroeste. Gracias a esto una
vez formaron parte de un puente que, incluyendo a otras pequeñas sierras
portuguesas, permitió que la flora atlántica y eurosiberiana saltara del
Sistema Central a Sierra Morena. Así se explican los restos de la presencia
de abedules en el Valle de Santa Ana durante el período postglacial hace unos 9.000
años.
Hoy día son pequeños vestigios lo
que queda de aquellos ambientes más frescos y húmedos, pequeños castañares y
pequeñas vaguadas orientadas al norte. Allí aún se pueden encontrar algunas
especies “exóticas” en la provincia de Badajoz como Roble carballo (Quercus robur) o Dactylorhiza sulphurea, junto a otras especies hoy muy escasas por
sus mayores requerimientos hídricos como Quejigueta (Quercus lusitanica), Quejigo moro (Quercus canariensis), Limodorum
trabutianum, etc.
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