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miércoles, 10 de abril de 2013

EL ESCRIBANO MONTESINO (Emberiza cia) DE MONFRAGÜE.


 
 
Hace unos días, aprovechando un hueco entre las lluvias, me acerqué a Monfragüe. Hacía un montón de años que no subía al castillo ni me asomaba a Peña Falcón. Los cambios son más que notorios, aunque uno no tiene claro que todo esto sea para mejor. Sé que es una batalla que tengo perdida, fruto seguramente de la crisis de los 40, pero pienso que menos paisajismo, menos señalítica (o cómo demonios se diga), menos asfalto, menos pasarelas de madera, menos barandillas, etc., no es sinónimo de peor parque. Entiendo que hoy día las cuestiones de seguridad son de obligado cumplimiento, sobre todo si esa obligación conlleva una obra, pero cuando voy al campo me gusta ir al campo y no al Parque de los patos (por poner un ejemplo). Creo que el problema que tiene este Parque Nacional es que se fue muy rácano con sus límites y los terrenos de propiedad pública son los menos interesantes y ahora absorber tantos visitantes y las infraestructuras que se supone que necesitan se hace complicado, más aún cuando el este del parque parece que no existe.

Ante tanto glamour estaba un poco acongojado y dudaba si iría correctamente vestido. El abrigo de las pinturas rupestres da pena con tanto hierro. Tampoco recordaba los escalones de subida al castillo y dado que comencé como un macarrilla, adelantando a un grupito que resoplaba delante de mí, al llegar al último tercio tuve que sacar todo lo mejor de mí para conseguir superar las escaleras sin aflojar el ritmo. Ya arriba me vinieron muy bien una florecillas para disimular mientras recuperaba el resuello (viejo truco del fotógrafo de flores de montaña). Hacía un viento frío bastante molesto arriba y los buitres volaban bajo sin asomarse a la cuerda, así que tras ver todo el amplio catálogo de reformas volví a bajar.

Ya en el área observacional del Salto del Gitano pasé un rato buscando los viejos nidos que recordaba, la verdad es que ha habido cambios y los buitres leonados siguen haciendo de las suyas. Precisamente antes de subir al castillo había estado viendo un par de nidos de Buitre negro y otro par de Cigüeña negra, todos ocupados por leonados. Pese a todo, Monfragüe es mucho Monfragüe y al rato ya le iba cogiendo el aire, de hecho tengo pensado volver otro día esta primavera. Creo que me convenció un Escribano montesino que pululaba a mi alrededor, algo que me recordó aquellos tiempos en los que uno se paraba en la cuneta y se sentaba en los quitamiedos a mirar pájaros. ¡Qué burros éramos!

2 comentarios:

  1. Alberto, lo llaman "puesta en valor", como si entornos naturales como Monfragüe o cualquier otro rincón natural lo necesitara. ¡Ni que fueran a cotizar en bolsa!
    Un abrazo

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  2. Muy buena reflexión, Alberto.
    Me alegra saber que compartimos dudas y criterios.
    Un abrazo.

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