Hace unos días, aprovechando un hueco entre las lluvias, me
acerqué a Monfragüe. Hacía un montón de años que no subía al castillo ni me
asomaba a Peña Falcón. Los cambios son más que notorios, aunque uno no tiene
claro que todo esto sea para mejor. Sé que es una batalla que tengo perdida,
fruto seguramente de la crisis de los 40, pero pienso que menos paisajismo,
menos señalítica (o cómo demonios se diga), menos asfalto, menos pasarelas de
madera, menos barandillas, etc., no es sinónimo de peor parque. Entiendo que
hoy día las cuestiones de seguridad son de obligado cumplimiento, sobre todo si
esa obligación conlleva una obra, pero cuando voy al campo me gusta ir al campo
y no al Parque de los patos (por poner un ejemplo). Creo que el problema que
tiene este Parque Nacional es que se fue muy rácano con sus límites y los
terrenos de propiedad pública son los menos interesantes y ahora absorber tantos
visitantes y las infraestructuras que se supone que necesitan se hace complicado,
más aún cuando el este del parque parece que no existe.
Ante tanto glamour
estaba un poco acongojado y dudaba si iría correctamente vestido. El abrigo de
las pinturas rupestres da pena con tanto hierro. Tampoco recordaba los escalones
de subida al castillo y dado que comencé como un macarrilla, adelantando a un
grupito que resoplaba delante de mí, al llegar al último tercio tuve que sacar
todo lo mejor de mí para conseguir superar las escaleras sin aflojar el ritmo.
Ya arriba me vinieron muy bien una florecillas para disimular mientras
recuperaba el resuello (viejo truco del fotógrafo de flores de montaña). Hacía
un viento frío bastante molesto arriba y los buitres volaban bajo sin asomarse
a la cuerda, así que tras ver todo el amplio catálogo de reformas volví a
bajar.
Ya en el área observacional del Salto del Gitano pasé un rato
buscando los viejos nidos que recordaba, la verdad es que ha habido cambios y
los buitres leonados siguen haciendo de las suyas. Precisamente antes de subir
al castillo había estado viendo un par de nidos de Buitre negro y otro par de Cigüeña
negra, todos ocupados por leonados. Pese a todo, Monfragüe es mucho Monfragüe y
al rato ya le iba cogiendo el aire, de hecho tengo pensado volver otro día esta
primavera. Creo que me convenció un Escribano montesino que pululaba a mi
alrededor, algo que me recordó aquellos tiempos en los que uno se paraba en la
cuneta y se sentaba en los quitamiedos a mirar pájaros. ¡Qué burros éramos!
Alberto, lo llaman "puesta en valor", como si entornos naturales como Monfragüe o cualquier otro rincón natural lo necesitara. ¡Ni que fueran a cotizar en bolsa!
ResponderEliminarUn abrazo
Muy buena reflexión, Alberto.
ResponderEliminarMe alegra saber que compartimos dudas y criterios.
Un abrazo.