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lunes, 14 de marzo de 2011

LA INVERNADA DEL MURCIÉLAGO DE CUEVA.

Nuestro protagonista. Frente abombada y orejas redondas poco salientes.

Las concentraciones invernales del Murciélago de Cueva (Miniopterus schreibersii), aunque de menor entidad que aquellas que se pueden encontrar en el Pirineo catalán o en las montañas búlgaras, son uno de los acontecimientos naturales más impresionantes de Extremadura, donde un mínimo de 5 localidades agrupan entre 4.000 y 30.000 individuos de esta especie durante el invierno. Y con la que les está cayendo a estas especies hoy día 1.000 murciélagos ya son muchísimos.


¿Cuántos Miniopterus pueden entrar en un Seat 600?

Esta enorme población, 70.000-100.000 individuos si sumamos otros refugios de menos de 4.000 individuos, procede de las colonias de cría de Extremadura y de zonas limítrofes de Portugal, Castilla la Mancha, Castilla-León y Andalucía, habiéndose confirmado gracias al anillamiento científico casos de desplazamientos superiores a 300 km entre los refugios de cría e hibernación. Los locales de hibernación son mucho menos abundantes que los de cría y por eso son más importantes, ya que de uno de estos refugios puede depender la continuidad de varias colonias de cría.



Las manchas negras son murciélagos...miles de ellos.

No es precisamente sol y playa lo que vienen a buscar a Extremadura, sino lugares cuya temperatura no baje de los 0°C, ni suba mucho de 10 °C, James Bond lo describiría perfectamente:”frío, pero no helado”, y con una humedad próxima al punto de condensación, un ambiente, en suma, que no hace más que acentuar mi deseo de no reencarnarme jamás en un Murciélago de cueva. De esta manera, reduciendo su actividad metabólica al mínimo y con ayuda de sus reservas de grasa pueden superar el período crítico del invierno, tan escaso en insectos.

Detalle de una de las manchas.

Para un animal que vuela cualquier peso extra debe ser totalmente justificado, por eso los murciélagos calculan su reserva de grasa con una precisión asombrosa y es que les va la vida en ello. Sus reservas cuentan con mantener a su organismo en stand by varios meses y cuentan con varias interrupciones de la hibernación en días templados para reponer agua o para realizar un desplazamiento de emergencia a otro refugio. No hay lugar para interrupciones no previstas. Despertar a un murciélago en este momento puede suponer condenarle a morir de inanición durante el invierno, al no poder asumir sus reservas este gasto extra de energía y pueden ser suficientes 10 minutos para que un murciélago pase de estar hibernando a volando. También debemos saber que, aunque en apariencia nuestra visita no haya sido advertida, puede suceder que esa noche varios de esos murciélagos abandonen un refugio que han dejado de considerar seguro.

4 comentarios:

  1. Apabullante. Magistral el pie de foto es el guateque quiropteril. Besos.

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  2. Recuerdos de andanzas trogloditas juntos...

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  3. Salomé, me alegra que te guste el guateque. Poco más se podía decir.
    Nico e Isabel, que no se entere nadie que dos tíos hechos y derechos se quedaron sin baterías y sin pilas dentro de una mina abandonada de varios niveles.

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  4. Siento mucho no poder dedicar más tiempo a la actividad "bloguera", pero hay cosas que merecen en verdad la pena. Los murciélagos siempre me cayeron bien. Pero después de haber leído (dos veces) tu espléndido artículo, aún me parecen seres más entrañables. Si la gente leyera sobre todo la última parte de tu reportaje, quizás se conmovieran hasta el punto de retornar a los murciélagos sus serenos lugares de hibernación. Un saludo,

    Ramón García

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