Bombus pascuorum en su spa. |
Ya he dejado clara en varias ocasiones en este blog mi
admiración por los abejorros, soy completamente sospechoso de parcialidad, pero
me parecen unos bichos increíbles, fáciles de observar y me encanta estar en
sitios repletos de abejorros, sobre todo ahora que empiezan a hacerse raros en
muchos lugares. El otro día recorriendo unos prados de siega con setos en la Sierra
de Béjar cacereña me encontré con dos abejorros que me sorprendieron, como casi
siempre.
El primero de ellos era un Bombus terrestris de talla media-grande, me llamó la atención por
la torpeza con la que se movía, supuse que se habría “colocado” con algún
néctar, pero al acercarme me di cuenta que le faltaban las alas, en realidad sólo
tenía unos muñones. Me senté un rato a ver cómo se las apañaba y no pude evitar
sentir admiración por su tenacidad. Subía y bajaba de las flores trepando y se
desplazaba andando de una a otra. Lógicamente no podía ser muy exigente y
visitaba plantas que no son muy atractivas para un abejorro que puede volar, su
cosecha era casi inexistente y poca sería su aportación a la colonia. Los Bombus terrestris tienen varias tallas
en función de la alimentación que reciben cuando son larvas, desde obreras más
pequeñas que una abeja de la miel hasta pequeñas bolitas peludas de casi medio
gramo. Las tallas pequeñas se ocupan de las labores internas de la colonia y
las mayores recolectan el alimento en un radio de unos 2 km, aunque algunas de
estas grandes pueden quedarse dentro de la colonia. Dentro de la colonia las
alas no son necesarias, así que hubiera sido la mejor opción para este abejorro
sin alas, pero está claro que le pudo el instinto recolector.
El Bombus terrestris sin alas. |
El segundo era uno de esos Bombus pascuorum leonados, mientras recorría la sauceda de un
arroyo se posó delante de mis narices en la hoja de un sauce, con esa total
ignorancia hacia las personas tan de abejorro. Rápidamente llamó mi atención
porque comenzó a restregarse sobre la hoja como si fuera un perrillo, casi
parecía disfrutar mientras repasaba todo su cuerpo con las patas. La operación
duró casi un minuto y se marchó. Imagino que las hojas de sauce, cargadas como
están de alcoholes y taninos, pueden ser un remedio contra los ácaros, que no
son nada raros en los abejorros.
Me ha gustado la tenacidad del abejorro sin alas. Un saludo.
ResponderEliminarUna lección de supervivencia la que nos dan estos abejorros ¡y muy buenas las fotos que has hecho!
ResponderEliminarUn abrazo.