El macho cojo. |
Se acaba la temporada de apareamientos y parece que el joven
macho que tengo delante de mí no ha tenido un gran desempeño. Se ven pocas
hembras por el Lek, la mayoría estará incubando ya, ahora es vital no fallar, pero
todavía quedan algunos viejos machos por la zona con los que competir.
La hembra. |
A primera hora apareció una de las dos únicas hembras que
pasaron por allí esa mañana, la otra fue directamente a buscar a un gran macho
que, seguramente agotado por el sexo, sólo reaccionó cuando ella ya estaba
junto a él. Nada más verla el joven macho comenzó a moverse hacia ella, pero su
cojera era muy visible, tantos días de carreras y peleas parece que no le han
sentado muy bien.
La hembra y el macho caminaron uno hacia el otro y, cuando ya
estaban a un par de metros, la hembra giró 90 º y rodeó al joven macho, para continuar
en la dirección del gran macho. Eso no pareció acabar con las esperanzas de
nuestro macho, que comenzó a hacer la rueda, algo que provocó que el viejo
macho comenzara también a hincharse, ganándose inmediatamente la atención de la
hembra.
El macho durmiendo. |
Con la hembra ya lejos, el macho continuó un buen rato
haciendo la rueda, hasta que poco a poco comenzó a desinflarse. Mientras se
reponía de su fracaso picoteando algo, oigo los resoplidos de otro macho y
entra en escena un macho de grandes bigotes dirigiéndose hacia él, que
inmediatamente se retira. Por suerte para él, el nuevo macho, que también tiene
una perceptible cojera, parece dirigirse a otro lugar y se pierde tras un
cerro. Ha sido demasiado ya para este macho agotado y aunque son poco más de
las 9,30 de la mañana ya no hará más la rueda ese día, se retira cojeando y se
tumba a sestear. ¿Soñarán las avutardas?
Dura vida la de los machos de avutarda. El viejo sin casi energías y el joven en el paro.
ResponderEliminar¿no te habrás equivocado de especie y estás hablando de los humanos?
Saludos.
Muy bonitas Alberto,
ResponderEliminar¿te has metido ahora a fotógrafo pajarero? jeje
Un abrazo