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martes, 4 de junio de 2013

EL EMBALSE DE GUADILOBA, CÁCERES.


El Charrancito se resiste a abandonar este embalse.

Definitivamente la colonia de larolimícolas del Embalse de Guadiloba, cerca de Cáceres, no está pasando por su mejor momento. Hace tan solo diez años se podían observar aquí grupos de más de 100 canasteras (Glareola pratincola), unas 10 parejas de Charrancito (Sterna albifrons), más de 15 parejas de Cigüeñuela (Himantopus himantopus) o más de 10 parejas de Chorlitejo chico (Charadrius dubius). Incluso los fumareles cariblancos (Chlidonias hybrida) tonteaban algunos años. Hoy, apenas una pareja de charrancitos que no tengo claro que estén criando, algunas canasteras en vuelo alto sobre el embalse, 1 ó 2 parejas de cigüeñuelas que tampoco parece que se reproduzcan y no más de 3 parejas de Chorlitejo chico.
 
La razón de este declive parece clara, la ausencia de un lugar de cría a salvo de los pescadores. Ya sé que no me gano muchos amigos con esto, pero no hace falta más que darse una vuelta por el embalse para ver cómo la isla-península de cría es invadida por coches en cuanto el nivel de las aguas lo permite, sin importar que en esos momentos se esté iniciando la reproducción de estas especies. Ya antes se había perdido una zona tradicional de nidos como consecuencia de unas obras. En la cola del embalse tampoco mejora la cosa, ya que se une a su mayor exposición, accesible por tierra para depredadores y ovejas, la posibilidad de acceso en vehículo hasta casi la zona de cría.
 
Chorlitejo chico

 
Es una pena que en un momento en el que se mira al turismo ornitológico como un recurso capaz de generar empleo, se permita la pérdida de los valores que hacían de este sitio un lugar conocido por los pajareros, que tras visitar los llanos del entorno se acercaban aquí a sumar alguna especie interesante a su lista. Los Llanos de Cáceres ya no son lo que eran para el Aguilucho cenizo o el Sisón, las estrellas aquí son cada vez más los actores secundarios, quitarle ahora las canasteras y los charrancitos sin duda merma bastante el producto. No sólo de Avutarda vive el hombre que, llegado el caso, podría vivir mejor en Villafáfila.


La solución parece tan sencilla que resulta increíble que no se haya acometido ya. Si realmente queremos ser un referente en turismo ornitológico no se puede vivir sólo del tirón de Monfragüe y ver como todo el mundo nos adelanta. No basta con conservar (que como se ve ni eso), además hay que fomentar. Yo aquí veo dos acciones muy sencillas y económicas. Primero, la apertura de un canal de unos pocos metros que convierta la isla-península en una isla permanente, evitando el acceso con vehículos. Segundo, instalación de islotes flotantes anclados al fondo en el centro del embalse, a una distancia que permitiera su observación sin molestias. Esto no es complicado, ni caro. En el cercano Embalse de Talaván se instalaron unos islotes diminutos en los que han criado los charrancitos y los chorlitejos. Sólo habría que hacerlos de mayor tamaño y esperar a que sean ocupados por charrancitos, canasteras, chorlitejos chicos y cigüeñuelas y, quién sabe, tal vez con el tiempo incluso se podrían instalar pagazas piconegras.

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