El Charrancito se resiste a abandonar este embalse. |
Definitivamente la colonia de larolimícolas del Embalse de
Guadiloba, cerca de Cáceres, no está pasando por su mejor momento. Hace tan
solo diez años se podían observar aquí grupos de más de 100 canasteras (Glareola pratincola), unas 10 parejas de
Charrancito (Sterna albifrons), más
de 15 parejas de Cigüeñuela (Himantopus
himantopus) o más de 10 parejas de Chorlitejo chico (Charadrius dubius). Incluso los fumareles cariblancos (Chlidonias hybrida) tonteaban algunos
años. Hoy, apenas una pareja de charrancitos que no tengo claro que estén
criando, algunas canasteras en vuelo alto sobre el embalse, 1 ó 2 parejas de
cigüeñuelas que tampoco parece que se reproduzcan y no más de 3 parejas de
Chorlitejo chico.
La razón de este declive parece clara, la ausencia de un
lugar de cría a salvo de los pescadores. Ya sé que no me gano muchos amigos con
esto, pero no hace falta más que darse una vuelta por el embalse para ver cómo
la isla-península de cría es invadida por coches en cuanto el nivel de las
aguas lo permite, sin importar que en esos momentos se esté iniciando la reproducción
de estas especies. Ya antes se había perdido una zona tradicional de nidos como
consecuencia de unas obras. En la cola del embalse tampoco mejora la cosa, ya
que se une a su mayor exposición, accesible por tierra para depredadores y
ovejas, la posibilidad de acceso en vehículo hasta casi la zona de cría.
Es una pena que en un momento en el que se mira al turismo
ornitológico como un recurso capaz de generar empleo, se permita la pérdida de
los valores que hacían de este sitio un lugar conocido por los pajareros, que
tras visitar los llanos del entorno se acercaban aquí a sumar alguna especie
interesante a su lista. Los Llanos de Cáceres ya no son lo que eran para el
Aguilucho cenizo o el Sisón, las estrellas aquí son cada vez más los actores
secundarios, quitarle ahora las canasteras y los charrancitos sin duda merma
bastante el producto. No sólo de Avutarda vive el hombre que, llegado el caso,
podría vivir mejor en Villafáfila.
La solución parece tan sencilla que resulta increíble que no
se haya acometido ya. Si realmente queremos ser un referente en turismo
ornitológico no se puede vivir sólo del tirón de Monfragüe y ver como todo el
mundo nos adelanta. No basta con conservar (que como se ve ni eso), además hay
que fomentar. Yo aquí veo dos acciones muy sencillas y económicas. Primero, la
apertura de un canal de unos pocos metros que convierta la isla-península en
una isla permanente, evitando el acceso con vehículos. Segundo, instalación de
islotes flotantes anclados al fondo en el centro del embalse, a una distancia
que permitiera su observación sin molestias. Esto no es complicado, ni caro. En
el cercano Embalse de Talaván se instalaron unos islotes diminutos en los que
han criado los charrancitos y los chorlitejos. Sólo habría que hacerlos de
mayor tamaño y esperar a que sean ocupados por charrancitos, canasteras, chorlitejos
chicos y cigüeñuelas y, quién sabe, tal vez con el tiempo incluso se podrían
instalar pagazas piconegras.
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