Adenocarpus desertorum. Sierra de Montánchez, Cáceres. |
¿Ahora resulta que a un
endemismo de flora exclusivo de Extremadura también le voy a poner pegas?
Me temo que no lo puedo evitar.
Cuando en el año 2004 se estaban
seleccionando las especies de flora leñosas amenazadas de Extremadura, para
realizar un estudio sobre su estado de conservación, defendí
la inclusión de este taxón frente a los investigadores que veían serias
dudas al respecto de su validez como especie. Mi argumento era sencillo, pero demoledor:
se trataba de una especie descrita por el coordinador general de la principal
obra de referencia (Flora Ibérica) y era la única endémica de Extremadura. Y
concluí: “para una vez que tenemos un endemismo no vamos a ser más papistas que
el Papa”. Puro razonamiento científico, ya lo sé.
En 1998 Santiago Castroviejo
describió esta especie con ejemplares de la sierra de Montánchez y la denominó Adenocarpus desertorum como homenaje a
unos amigos fallecidos (los desertores). Siempre había visto la palabra desertorum asociada a especies africanas
(del desierto), por lo que no entendía su significado en el Codeso de
Montánchez.
El mismo autor que la describió
ya ponía algunas dudas sobre la validez de los rasgos distintivos, al ser estos
muy variables, e incidía en rasgos ambientales y de ecología. Previamente una
revisión sobre este grupo de especies en Extremadura había colocado al Codeso
de Montánchez dentro del Adenocarpus
complicatus subsp. complicatus
(López Martínez, 1995), algo con lo que coincidían otros autores (López, 2001).
En 2003 dentro del proyecto Atlas de Flora Amenazada se realizó un estudio con
esta especie para determinar su distribución y grado de amenaza (Blanco &
Ruiz, 2003) volviendo a suscitar la duda sobre la validez de esta especie, que
para los autores podría ser una subespecie de Adenocarpus complicatus. Aunque finalmente, ese mismo año, aparece
recogida en la publicación del Atlas como
Adenocarpus desertorum (algo que por supuesto también ocurre en Flora Ibérica).
El género Adenocarpus tiene menos de 30 especies repartidas por la región
Mediterránea, Norte de África y Macaronesia, gran parte de ellas con
distribuciones endémicas muy restringidas. Se trata seguramente de unas reliquias
de la antigua flora preglacial. Adenocarpus
complicatus es el más extendido de estas especies, el más variable y el que
tiene más hibridación con otras especies con las que contacta. Pocas veces un
nombre estuvo tan bien puesto, pues junto a las hojas enrolladas (complicatus) presenta un embrollo (complicatus) de formas intermedias que
vuelve locas a generaciones de osados taxónomos.
Así pues, la duda era: ¿se trata
de una especie endémica o de una forma rara de la subespecie más complicada del
Adenocarpus más complicado? Un reto
que no amilanó a los investigadores de la Universidad de Extremadura, que como
sus anteriores colegas quedaron atrapados por la variabilidad de este grupo.
Sólo algo menos del 40 % de los individuos estudiados presentaron los rasgos
característicos descritos por el autor. Algo que plantea una duda razonable
sobre el status de la especie. Para poner todavía más turbia la cosa otro autor
da por buena la especie y cita una nueva población en Malpartida de Cáceres
(Vázquez, 2004).
Sea lo que sea, estamos hablando
de una planta con buena capacidad colonizadora que habita zonas de berrocal
granítico casi desarboladas entre los 500 y 850 m, con suelos poco
desarrollados y en fuerte competencia con Cytisus
multiflorus y Cytisus scoparius.
Planta con ciertos requerimientos térmicos que prefiere laderas de solana. Se
estima una población de unos 30.000 individuos en la sierra de Montánchez en la
provincia de Cáceres y su entorno (Plasenzuela y Zarza de Montánchez), sin
incluir la población de Malpartida de Cáceres. En los extensos codesares de las
laderas orientadas al sur es donde aparecen un mayor número de ejemplares de lo
que se considera Adenocarpus desertorum,
junto con ejemplares dudosos. En las otras partes de la sierra el número de
ejemplares dudosos es muy superior.
Aquí lo dejo.
De nuevo, gracias por tus entradas, Alberto,
ResponderEliminarun saludo
Saludos, me ha encantado la lectura sobre Adenocarpus desertorum y, me ha sorprendido el origen del adjetivo del género. Al que, según leo, se lo dio Santiago Castroviejo. Te iba a comentar lo de contemplar lo que se puede apuntar sobre le tema en Flora Ibérica pero veo que lo haces.
ResponderEliminarun saludo y buen día.
Interesante entrada sobre un genero del que tengo muchas cosas que aprender. sabes si hay alguna especie de este genero que habite en las riberas?; te lo pregunto porque el martes estuve por la presa de montijo y vi uno. saludos
ResponderEliminarYo no conozco ninguna especie del género que sea ribereña. Lo que ocurre con los embalses es algo particular, ya que la vegetación de la zona se ve invadida por el agua y en determinadas condiciones (sobre todo en función de los cambios de nivel) esa vegetación puede seguir desarrollándose. Se ven así encinas ribereñas, jaras, retamas o, como tú comentas, codesos. En el entorno del embalse de Montijo hay Adenocarpus a ambos lados y esa podría ser la explicación. Saludos.
EliminarQUE GUAPOERES JAJAJAJJA MENTIRA LAMPARA NO
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