Con un abrigo de pinturas
rupestres en la solana, un castillo en la cuchilla, uno de los pocos puentes que
cruzaba el río Tajo en el sopie y cortada por una Cañada Real, está claro que
no estamos ante una sierra virgen. Por suerte, los bosques mediterráneos están
preparados para aguantarlo casi todo y bastan unas pocas décadas de
conservación para alcanzar un notable grado de naturalidad.
Aquí van mis diez razones:
1ª Porque el bosque, para poder
ser llamado así, debe estar “sucio”, con todas su especies y todos su estratos.
Quejigo rodeado de arbustos y lianas. |
2ª Porque las lianas no son solo
cosa de las selvas, como podremos comprobar.
Liana monumental de Madreselva. |
3ª Porque, siento decirlo,
nuestra especie no inventó las cajas nidos.
Oquedad en un viejo Quejigo. |
4ª Porque aunque no lo creamos
los alcornoques pueden vivir con su corcho y no les hacemos ningún favor despellejándolos
cada 9 años.
Es muy raro observar viejos alcornoques con su aspecto natural. |
5ª Porque hay pocas cosas más
bonitas que un árbol creciendo con su porte natural.
Quejigo que no conoce el hacha. |
6ª Porque conoceremos el secreto
de la inmortalidad de los árboles.
Brotes basales de un viejo Quejigo. |
7ª Porque podremos comprobar cómo,
aún en el siglo XXI, lo mejor para estabilizar una ladera sigue siendo un
bosque.
Árboles y arbustos fijando y revegetando una pedriza. |
8ª Porque nunca volveremos a
preguntarnos por qué se llama Brezo arbóreo al Brezo arbóreo.
Brezos arbóreos de más de 6 metros de altura. |
9ª Porque la Selaginella denticulata es uno de los helechos más bonitos que hay,
por mucho que se parezca a un musgo, y una de nuestras plantas más primitivas.
Selaginella denticulata |
10ª Porque es cardiosaludable,
sobre todo sus primeros 20 minutos. Pensar en esto nos ayudará.
Parte inicial del sendero. |
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