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viernes, 14 de noviembre de 2014

Un paseo invernal por las Sierras Centrales de Badajoz.

Panel principal del abrigo de La Calderita. La Zarza (Badajoz).

Hay algo mágico en sentarse en el mismo lugar en el que lo hizo un humano de hace unos 4.000 años y observar el mismo entorno. Es inevitable meterse en la cabeza de esa persona y, aunque todo ha cambiado, las grandes líneas maestras del paisaje aún se pueden apreciar tal y como ella las vio: los llanos, los ríos, los riscos, etc. Si además en ese lugar han dejado huellas de su arte, nuestros ojos se esforzarán aún más e intentarán leer hasta el último detalle del lugar en un vano intento de interpretar la mente de aquella gente del Calcolítico.

El Erodium mouretii es la estrella botánica de estas sierras. Sierra de La Zarza (Badajoz).

La parte de las sierras centrales de Badajoz más próximas a Mérida, entre La Zarza y Arroyo de San Serván, nos ofrecen algunas buenas oportunidades de observar esas extrañas pinturas esquemáticas de tintes rojizos a las que los arqueólogos dan extraños nombres como ancoriformes, halteriformes, ramiformes, etc. y que en realidad son distintas maneras de representar la figura humana. Sería suficiente este motivo para acercarse a ellas y darse un tranquilo paseo, pero es que además en el mismo paseo podremos disfrutar de una de las comunidades florísticas más interesantes de Extremadura.

La Sierra de Alange con su castillo vista desde La Calderita (La Zarza).

El final de invierno es la mejor época para poder disfrutar plenamente de esta zona, pues no solamente se observarán mejor las pinturas, el paisaje se nos mostrará en su mayor esplendor, las sierras estarán repletas de humedad y la floración de estas bellísimas plantas de roca estará en su máximo apogeo. Realmente se podría hablar de jardines colgantes con grandes grupos de dos de nuestros narcisos más bellos: Narciso de roca blanco (Narcissus cantabricus) sobre las rocas y prados de Narciso pálido (Narcissus triandrus subsp. pallidulus) al pie de los cantiles, junto al híbrido de ambos. Pero las estrellas del lugar son las especies endémicas, empezando por el Relojillo de roca (Erodium mouretii), del que sólo se conocen en Europa un puñado de poblaciones en Badajoz junto a otras dos en Huelva y Cáceres. Fuera de aquí toda su distribución mundial se reduce a unas pequeñas sierras de Marruecos (que a buen seguro será otra subespecie distinta no descrita, si no otra especie). La Escrofularia de las Sierras Centrales (Scrophularia oxyrhyncha) es la otra gran joya de estas sierras, que sólo podremos encontrar en la alineación de sierras cuarcíticas que recorre  Badajoz, Córdoba y Ciudad Real. La primera ocupa repisas y fisuras terrosas de donde cuelgan sus flores blancas con nervios violetas y la segunda al pie de los cantiles, donde llama la atención por sus florecillas rojas. Encontraremos también las compactas y redondeadas matitas pegadas a la roca y cubiertas de flores azuladas del Botón azul de Sierra Morena (Jasione crispa subsp mariana) y próximas a ellas otras matitas menos compactas del Botón azul oretano (Jasione crispa subsp. tomentosa), que nos dan una idea del cruce de caminos que son estas sierras. No faltarán en estas paredes helechos como los bellísimos Polipodios (Polypodium cambricum) de las umbrías o los peludos Helechos lanudos (Cosentinia vellea) de las solanas, ni las elegantes Dedaleras (Digitalis thapsi).

Scrophularia oxyrhyncha. Sierra de Arroyo (Arroyo de San Serván).



Narcissus cantabricus. Sierra de Arroyo (Mérida).

Nuestro paseo invernal tendrá una última recompensa, ya que será fácil observar moviéndose entre los riscos de las zonas altas a pequeños grupos de Acentores alpinos (Prunella collaris), un ave de alta montaña que pasa el invierno por aquí.





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