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miércoles, 11 de diciembre de 2013

El Roble del Barranquillo de la Plata (Quercus pyrenaica). Losar de la Vera, Cáceres.


Diapositiva del Roble del Barranquillo.


Pocos árboles singulares hay en Extremadura tan alejados de carreteras y caminos principales. El Barranquillo de la Plata no es, sin embargo, un lugar virgen y olvidado. Para llegar hasta él tendremos que dejar atrás tres majadas (la última con el muy serrano nombre de Pie Gordo) y andar un trecho por el antiguo camino de la plata, que cruzaba por el Collado de la Plata en dirección a la antigua mina de plata de Navalonguilla, en la cara norte de la sierra, ya en Ávila.

Tanta actividad serrana seguramente permite explicar la supervivencia de un árbol tan majestuoso en un lugar donde entre el clima y las personas se da poca tregua al arbolado. Quiero imaginar que la ubicación de este árbol junto al manantial donde nace el Regajo de la Plata permitía un refugio frente al terrible sol serrano y por eso fue respetado.

A esta altura, unos 1400 m, los rebollos van dando paso a los piornales y en esta zona en concreto, los suelos escasos de berrocal o berrueco permiten que los enebros desplacen a los robles. Todo esto no parece importar a este gran árbol, instalado cómodamente en una pequeña vaguada que le garantiza agua abundante y algo de refugio frente a los vientos de montaña.

Con todo, este árbol muestra las huellas del paso del tiempo y de una relación no siempre fácil con las personas. Su tronco se eleva hasta los casi 4 m donde se abre en siete gruesos cimales que conformarán la copa de más de 25 m de diámetro, aunque no tan globosa como en otros robles de cotas más bajas y que nos muestra que el árbol está en una fase avanzada de su madurez con la aparición de los primeros síntomas de la vejez. El tronco de 5,25 m de perímetro a 1,30 m se muestra claramente inclinado como consecuencia de la pendiente, lo que explica la corteza de acordeón en su base y sus grandes paquetes de madera de reacción en el lado opuesto, que generan una base de casi 8 m de perímetro. Dos grandes ramas se han desgajado hace muchos años y han originado pudriciones que a buen seguro habrán afectado al tronco, algo totalmente normal en un árbol que seguramente supere los 400 años.

2 comentarios:

  1. Una descripción sencillamente magistral.

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  2. Alberto, coincido con lo que te ha escrito Jesús. ¡Enhorabuena por la entrada! Un saludo.

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