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lunes, 26 de noviembre de 2012

ORQUÍDEAS Y BOTELLÓN: Epipactis helleborine.

Epipactis helleborine. Subida al Puerto de Honduras, Gargantilla (Cáceres).


A fuerza de ver a los insectos como pequeñas maquinitas dirigidas férreamente por sus instintos, nos suele resultar difícil darles al menos un pequeño margen de independencia para poder elegir. Pero está claro que tienen sus propios gustos y harán bien en conocerlos todas aquellas especies interesadas en aprovecharse de ellos. Aunque las plantas hacen todo lo posible por engañar y utilizar a los insectos, estos son capaces de vengarse mediante robos que acarrean graves daños. Es una batalla que nunca acabará.

Las prestigiosas y reputadas orquídeas son, sin embargo, algunas de las plantas más tramposas y canallas de la Naturaleza. Ya hemos hablado aquí del Zapatito de dama, le toca el turno ahora a la Falsa verdegambre (Epipactis helleborine), una planta que representa muy bien las malas artes de parte de las especies de este grupo.

Se trata de una planta extendida por toda Europa y Asia, por donde llega hasta Japón. En Norteamérica fue introducida en 1891 y ahora ocupa buena parte de Canadá y Estados Unidos, siendo considerada como plaga en algunas zonas. No parecen unas buenas credenciales, pero estoy seguro que la maldad no anida en su corazón y que todo debe tener su explicación.

Las Epipactis son orquídeas de bosques templados y umbrosos, zonas en las que los potenciales insectos polinizadores son escasos. Además, presentan unas flores pequeñas y poco llamativas (aunque vistas de cerca tienen la inconfundible belleza de las orquídeas). Su modo de vida no es fácil y requieren establecer una buena relación con las micorrizas de los árboles grandes de su entorno próximo, algo que muchas no consiguen. Si consiguen establecerse se aferran al lugar y son difíciles de erradicar (como bien saben los jardineros estadounidenses), aguantarán bajo tierra cuando las condiciones ambientales no sean las adecuadas, para florecer cuando la cosa mejore, no importa que eso suceda una vez cada 20 años. Ante tanta dificultad muchas especies de Epipactis son capaces de autopolinizarse para no depender de unos insectos tan poco predecibles en estos medios. Epipactis helleborine está en el grupo de las que todavía necesitan la ayuda de los insectos para su fecundación. Y lo consigue sí o sí.

Los investigadores han analizado el néctar de esta especie y el resultado es sorprendente, llegando a describirlo como una “bomba narcótica”. Así, entre las múltiples sustancias identificadas se encuentran 4 atrayentes de insectos, 3 sustancias fuertemente narcóticas que producen sopor, sedación, narcosis e incluso alucinaciones, varias sustancias responsables del olor característico de la planta (lo que sería la única artimaña honesta de la planta) y vanillin un fuerte atrayente de animales (incluida nuestra especie), que fue aislada por primera vez en la orquídea Vainilla (Vanilla planifolia). Por si esto no fuera ya suficiente, el néctar tiene sustancias azucaradas que reaccionan con los hongos que siempre están presentes sobre la flor, creando una fermentación etílica que origina alcohol etílico en buenas dosis. El resultado de esto no es ninguna sorpresa y aparece citado en la literatura científica como la “abeja borracha”.


Las plantas de Epipactis helleborine son grandes y tienen muchas flores, semejante despliegue químico no pasa desapercibido y cualquiera que pase un rato sentado frente a una de estas plantas se dará cuenta de cómo las organizadas abejas, las precavidas moscas, las marciales hormigas y las inflexibles abejas sociales sacan su lado más oscuro. Es un espectáculo lamentable de hormigas incapaces de andar con sus patas hacia arriba, avispas incapaces de coordinar sus dos pares de alas, abejas durmiendo la mona y escarabajos ahogados en el alcohol. Como estamos en verano el número y diversidad de especies de bichos es asombroso, muchas de ellas por su tamaño ni siquiera son útiles como polinizadores. ¿Por qué esta orquídea organiza semejantes botellones dejando tantos insectos intoxicados? Parece que esta planta no sabe contar y desconoce el efecto de lo que se cocina en su negocio, para ellas será suficiente con que algunas abejas o moscas atontadas e incapaces de volar correctamente recorran toda la inflorescencia pasando de flor en flor o, como máximo, sean capaces de desplazarse entre las plantas próximas de la misma población, asegurando con ello su fecundación. Lo más curioso es que los insectos se comportan como auténticos toxicómanos que buscan repetir la experiencia.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La Lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni). Cuidado con las colas.

Iberolacerta cyreni. El Torreón, Tornavacas (Cáceres). 2400 m.


La Lagartija carpetana es un valioso endemismo que habita los duros canchales oromediterráneos y crioromediterráneos (1800-2500 m) de las sierras de Béjar, Las Parameras, Gredos y Guadarrama. Siendo este un hábitat muy querencioso también para mí no es raro que hayamos pasado buenos ratos juntos. Recuerdo a algunos machos trepando descaradamente por mis pantalones para intentar arrebatarme parte de mi comida (pobres ilusos), comportamiento muy distinto al de otros individuos que se mantenían prudentemente en la entrada de su refugio hasta que yo abandonaba el lugar. Cuestión de temperamento supongo.

Hace poco leí unos estudios realizado con esta especie (*) con individuos que pierden su cola para burlar a un depredador y parece que la “personalidad” influye un poco en los tiempos de recuperación de cada individuo. Pero sobretodo me llamó la atención el coste tan brutal que la pérdida de la cola tiene para estos animales, que va más allá de los recursos destinados a la regeneración de la misma (¡ay! si hubiera sabido esto de niño).

La pérdida de la cola genera problemas de locomoción, esto hace que las lagartijas que la pierden se sientan vulnerables y busquen los lugares más seguros (grandes rocas) donde, pese a ganar en seguridad, tendrán una dieta mucho más pobre y tendrán mayores problemas para mantener su temperatura corporal. Por el contrario, los individuos con cola frecuentan los pastizales y piornos próximos a las rocas, que ofrecen mayor número e idoneidad de presas y les permiten calentarse con mayor velocidad. Esta conducta, podemos llamarla atemorizada, de los individuos amputados al final redunda en una reducción de su actividad para compensar sus carencias. Además, sólo los individuos en buen estado pueden permitirse moverse dentro del refugio para salir por un lugar distinto al de entrada, engañando así al predador. Si vas justo sales por donde entraste, aún a riesgo de que te estén esperando. Así, de cómo sean capaces de optimizar el uso del refugio para minimizar la pérdida de condición física asociada al mismo dependerá su supervivencia.

Macho de Iberolacerta cyreni  regenerando la cola. El Calvitero, Béjar (Salamanca). 2300 m.


A fuerza de esconderse más y de ser menos activas en sociedad, estas lagartijas pierden su estatus. Los machos pasan a ser individuos con territorios más pequeños, donde habrá menos hembras, que además les encontrarán muy poco atractivos para aparearse con ello. Estos machos cada vez son más huraños e inactivos intentando con ello desviar el mayor número de recursos a la regeneración de su cola. Esta falta de vida social parece que además les hace crecer más que los machos dominantes, envueltos en mil cortejos y combates, algo que me recuerda a lo que ocurre con capones y bueyes. La vida de un macho sin cola puede llegar a ser un mar de tranquilidad casi eremítica, sin sexo y con una dieta frugal.

Las hembras lo tienen más difícil aún. Cualquier macho verá a una hembra sin cola (que es como decir sin su reserva de grasa) como a una futura mala madre y no perderá su tiempo con ella. A diferencia del macho, la hembra sin cola se vuelve más activa (su territorio no disminuye), buscando desesperadamente aparearse. Lo tendrá difícil porque muy pocos machos la cortejarán. Si la pérdida de la cola se produce cuando mantiene los huevos en su interior, la situación es aún peor. Los embriones necesitan una temperatura óptima constante para un buen desarrollo, lo que incluso puede acortar su periodo de desarrollo, que parece que aumenta sus posibilidades futuras de supervivencia. Si la hembra pasa mucho tiempo en un refugio perderá temperatura y eso afectará tanto al desarrollo embrionario como a su propia masa corporal. Así que estas hembras tienen que armarse de valor y jugar a una peligrosa lotería acortando periodos de permanencia en el refugio tras una amenaza. Estará contribuyendo a mejorar su estado físico y el desarrollo embrionario, pero a costa de dar más oportunidades a sus depredadores.

Ahora la verdad es que me pensaré muy mucho lo de esperar junto al refugio de una de estas lagartijas para que se deje hacer una foto, sabiendo que todo el tiempo que pasa de más dentro del refugio va en contra de ella y, sobre todo, cuidado con las que han perdido su cola.

  

(*) Martín,J., Salvador, A. (1992). Tail loss consequences on hábitat use by the Iberian rock lizard Lacerta monticola. Oikos 65: 328-333.
Martín,J., Salvador, A. (1993). Thermoregulatory behavior of rock-lizards in response to tail loss. Behaviour, 124: 123-136.

Martín, J., López, P. (1999). When to come out from a refuge:risk-sensitive and state-dependent decisions in an alpine lizard. Behavioral Ecology, 10:487-492.

Amo,L., López, P., Martín, J. (2007).Pregnant female lizards Iberolacerta cyreni adjust refuge use to decrease thermal cost for their body condition and cell-mediated immune response. Journal of Experimental Zoology 307A (2):106-112.

Amo,L., López, P., Martín, J. (2007). Refuge use: A conflict between avoiding predation and losing mass in lizards. Physiology &Behaviour, 90 (2-3):334-343.

domingo, 11 de noviembre de 2012

MILMOCHING




Es una nueva actividad a la que me he ido aficionando en los últimos meses. Siento el palabro pero no encuentro ningún sinónimo en español. Un día que salíamos al campo con nuestra pequeña Águeda se nos ocurrió bromear con la palabra birdwatching, sin caer en la cuenta que un niño de 2 años no tiene cerebro sino esponja. Esa tarde cada vez que salía un pájaro delante de nosotros era una algarabía y no dejaba de gritar “mira papá un milmoching”. Pese a su edad, ella ya es conocedora perfecta de nuestra fauna, así los pájaros son los pipis que vuelan, mientras que los pipis que nadan son los peces, el resto de vertebrados se divide en diversos caballos y guau-guaus. Por otro lado, todos los invertebrados son “otro”, estando en revisión el estatus de los lepidópteros. Realmente, no sé porqué Linneo quiso complicar tanto la cosa.

Pero un milmoching es algo más, es salir al campo con un extraño objeto colgado al cuello, que nos llevaremos a los ojos cada vez que nos crucemos con un pipi que vuela, y cuya función es ayudarnos a mantener los párpados perfectamente cerrados de forma que no seamos capaces de ver absolutamente nada. Gente rara estos adultos.
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