Un buen número de concejales y
jefes de parques y jardines lleva en su interior a un pequeño Rey Sol. Su afán
versallesco por los setos sólo se ve superado por su mal gusto y éste, por la más
absoluta ignorancia en las artes de la jardinería.
Los setos fuera de un diseño
formal son absolutamente abominables y combinados con las praderas de césped
son una de las cimas del mal gusto. Pero es que además resulta que incluso los
más feos requieren un altísimo coste de mantenimiento, totalmente inalcanzable
para las arcas de un ayuntamiento que pretenda deslumbrar con una jardinería de
postín en todas sus zonas verdes, incluso las más diminutas. Aquí es donde la
ignorancia hace su trabajo al dirigir al gestor en dirección opuesta a la
biología de la planta. En su afán por reducir costes de mantenimiento se dejan
naturalizar los setos y se los poda salvajemente 1 o 2 veces al año. En pocos años
el desastre será tal, que habrá que arrancar esos espantosos esqueletos vegetales.
Tahler ha pasado por aquí. Cáceres, mayo de 2017 |
Lógicamente los pájaros
desconocen los desvelos de los reyes sol y gustan de anidar en esos setos
asalvajados. Los pobres no saben que en plena primavera es fácil que un
cortasetos acabe con sus nidos, sus huevos y sus pollos. En mi barrio las
currucas, pardillos y verderones sufren esto cada año. Pero este año me ha
molestado más porque parecía que unos petirrojos andaban tonteando en un seto
frente a mi casa y ahora, tras la poda, sólo veo al macho de vez en cuando
cantando por el madroño de casa.