Hace unos días, gracias a mi
amigo Roberto, pude recuperar mi vieja Peterson, mi primera guía de pájaros. Tardé
poco en colocarla con sus viejas compañeras y pude así recomponer la que fue mi
primera biblioteca, la biblioteca de un chaval de 12 años.
Cierto que “Monfragüe, sierra
brava” es un par de años posterior, pero su presentación en Plasencia, en la
sala de Caja Plasencia de la calle del Verdugo, con Jesús Garzón, José Luis
Rodríguez y los dibujos originales de Luis Cuaresma, es uno de mis recuerdos
imborrables de aquellos años. Me acompañó mi padre y estaba muy nervioso,
porque Garzón me imponía mucho respeto. Creo que evitaron que me comportara
como un auténtico fan, tanto mi timidez, como el hecho de ya en 1981, cuando él
vivía en los Saltos de Torrejón y viajaba en su Jeep Comando rojo forrado de
pegatinas, me dedicó su libro “De la sierra al Llano”, obra aún no superada.
La enciclopedia “Fauna”, que me
leí completa dos veces durante una convalecencia en 3º de EGB y me convirtió en
un repelente; la “Guía del Naturalista de Gerald Durrell”, que me metió el
veneno de los cuadernos de campo, las mochilas y el gusto por bichejos y
plantas. Por supuesto, los “Cuadernos de Campo del Dr. Félix Rodríguez de la
Fuente”, en gran parte de mi primo, que yo le guardo con amor (al igual que él
lo hace con una guía Omega de razas de palomas de un servidor). La Chinery de
insectos con las marcas de dientes de mi perro Curro cuando era un cachorro (murió
a los 14 años, hace ya 15 años…), la Harrison de huevos y la sorprendente guía
de “Aves marinas del mundo” de Heinzel, muy apropiada para un crio de Cáceres.
He incluido la primera edición en
español de la Peterson de 1957, aunque la compré por Internet a una librería de
viejo de Chile hace unos 10 años. Lógicamente, la pobre nunca fue usada en
Chile y su deterioro se debe a que cruzó 4 veces el Atlántico en una extraña
competición por ver que correos era el más ineficaz, el chileno o el español.
Lo cierto es que el librero la recibió de vuelta húmeda y, tal cual, la
envolvió en plástico y la reenvió. Los hongos hicieron el resto. Hoy, gracias a
encuadernaciones Roma está en un estado muy aceptable, aunque con una cubierta
nueva, amarilla como la original.
Finalmente la óptica, mis Super
Zenith 10x50 y el catalejo soviético TYPNCT-3 de 20x50. Un profesor de inglés
canadiense que tuve hace unos años se sorprendió al descubrir que en España, en
los 70 y 80, se utilizara material óptico de la pérfida CCCP. Se ve que en
Canadá nunca pudieron experimentar la extraordinaria sensación de clavar un
clavo en la pared con un instrumento de precisión.
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