He escuchado muchas veces aquello
de “si te subes a lo alto de la Sierra de Gata, al Jálama o al Carbonero, los
días con frente atlántico puedes oler el mar”. Bien, mis cualidades olfativas
deben haber quedado mermadas de oler tanto queso, porque yo no lo he conseguido
nunca en ninguno de los dos. A veces sospecho que hay mucho poeta suelto.
Lo que si os puedo asegurar es que
los días brumosos de otoño-invierno, cuando desde el Puerto de Honduras miro
hacia Las Hurdes, veo el mar.
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