Un ejemplar un poco gastado ya de Limenitis reducta. |
Hace unos días, mientras esperaba
en el colegio para recoger las notas de mi hija, me di cuenta que, por edad, podría
ser perfectamente el padre de alguno de los padres de los compañeros de mi
hija. Lo que, de hecho, me convertía en abuelo.
Por si no tenía bastante, días
después me acerqué a la Garganta de los Infiernos, por la entrada del Reboldo.
Una zona que hace tiempo que no frecuento, pues suele estar masificada. Había
tantos cambios que, sin querer, empecé a comparar la zona, tal y como está
ahora, con los recuerdos que guardo de mis primeras veces por allí.
Entonces todavía no era Reserva
Natural, el nombre se usaba menos y sonaba más misterioso. Podías montar la
tienda de campaña junto al puente de los Pilones durante una semana sin ver más
personas que algún cabrero y algunos nudistas entrados en años. Es más, podías
dejar la tienda con todas tus cosas dentro y bajar a Jerte a tomarte unas
cervezas con toda la tranquilidad, pues a la vuelta todo estaría en su sitio.
Tan sólo los mastines de un cabrero, que guardaba sus cabras donde ahora está
el mirador del Chorro de la Virgen, nos daban algún susto al atravesar el
robledal por la noche, cuando íbamos de recogida. Aunque el olor a alcohol y el
exceso de alegría parecía asustarlos y sólo veíamos los reflejos de sus ojos y
sus ladridos a nuestro alrededor, guardando siempre la distancia. Después la
zona se hizo famosa y vino el abuso, lo que llevó a la declaración de la
Reserva.
Recuerdo aquellas siestas en los
Pilones, buscando libélulas y mariposas mientras mis amigos dormían la siesta.
De aquella época viene mi debilidad por la Negra de las gargantas o Limenitis reducta, para mi gusto la
mariposa más bella de las que vuelan por Extremadura. Tan asociada está a
aquella época que siempre que la veo vuelvo a los 80. Es lo que tiene ser
abuelo.
¡ Es preciosa. Saludos.
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