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domingo, 18 de diciembre de 2011

LOS CASTAÑOS DE CALABAZAS

Los troncos añosos y tortuosos le dan un toque de misterio al lugar.


La declaración del Geoparque de Villuercas, Ibores y La Jara me parece una especie de parche para una zona que merecería la figura de Parque Natural, incluso se llegó a valorar en su día la posibilidad de un Parque Nacional, pero esos son días que se ven ya muy lejanos. Nos encontramos así con el “geositio” de los Castaños de Calabazas. A mí esto ya me coge un poco mayor, lo reconozco.


La mayor parte del recorrido permite olvidarse del portabebé (realmente los riñones sí recuerdan).



Cuando la vegetación se cierra es fácil rodearla por las pedrizas, evitando molestias a nuestra pasajera.


Saliendo de Castañar de Ibor en dirección a Guadalupe, nos encontramos con este monumental conjunto. Tengo mis dudas sobre cuál es la mejor época para visitarlos. Si en primavera podremos disfrutar en el recorrido de abundantes orquídeas en el castañar, prímulas en el rebollar y narcisos trompones y de roca en la Chorrera de Calabazas, el otoño siempre me ha parecido la época de mayor belleza para los bosques de hoja caediza. Así, los contrastes de tonos amarillos, marrones y rojos de castaños, quejigos, robles y cornicabras con los verdes de las encinas, alcornoques y enebros son también motivos suficientes para esta escapada. Siempre en perfecto estado de revista hay un puñado de arbolillos de esa reliquia subtropical que es el Loro (Prunus lusitanica), que encontraremos dispersos a lo largo de la garganta.


Foto de hace unos años, no conviene abusar de las molestias a estas impresionates raíces.


Castaño del Postuero  mostrando su ramillería con aspecto de capilares, típica de árboles muy viejos.


Los Castaños de Calabazas forman un conjunto de 15 castaños notables, varias veces centenarios, entre los que sobresalen varios ejemplares monumentales. Destaca sobre todos el denominado Castaño del Postuero, situado algo alejado del cauce, al borde de una pedriza. Hace años un rayo fijó su altura en algo menos de 17 metros, dejando una gran oquedad donde ha criado el Búho real. Su tronco alcanza los 8 metros de perímetro a la altura del pecho, aunque son las enormes raíces aéreas de este coloso lo que más llama la atención. Al estar situado sobre una ladera muy inestable están muy desarrolladas, para proporcionar estabilidad al árbol. Todavía podemos observar con vida al legendario Castaño Hueco, que da nombre a todo el paraje. Este árbol debió tumbarse como consecuencia de un deslizamiento de la pedriza donde crecía y ahora se desprende de su antiguo tronco mientras trata de crear una nueva copa. De esta manera se formó, con su tronco hueco, un pequeño refugio próximo a la vereda que cruza la garganta. Este refugio se perfeccionó con un murete de piedras y fue muy utilizado por cabreros y caminantes.



Refugio del Castaño Hueco.



El Quejigo de la Fuente, al fondo la Chorrera de Calabazas.


Finalmente, no podemos olvidar al bellísimo Quejigo de la Fuente que, aunque tiene unas dimensiones bastante notables, no puede ser considerado un árbol monumental, pero que mantiene la belleza de los árboles que apenas conocen el hacha. Por no hablar de su ubicación en medio de una pedrera, que le hace destacar aún más.





Uno de mis lugares favoritos de Extremadura, sin dudas.


1 comentario:

  1. Un lugar encantador, no hemos estado, pero tenemos muchas ganas de ir por allí, visitar esos castaños y sus vecinos los loros de la zona de Alía. Esperemos que ese viaje no tarde.

    Un saludo

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