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lunes, 29 de noviembre de 2010

UNA DE TOROS: Pinguicula nevadensis


Pinguicula nevadensis. Los Lavaderos de la Reina, Sierra Nevada (Granada). 2600 m

Nadie me dijo que en Sierra Nevada necesitaría un capote de torero. La fotografía de flora habitualmente se considera una de las actividades de menor riesgo a la que puede someterse un fotógrafo, a la altura de la fotografía para catálogos de colchones. Esto, queridos amigos, no tiene porque ser cierto. No es necesario intentar fotografiar una Saussurea a más de 6000 m en el Himalaya o buscar una rara orquídea en tierra de caníbales para poner a prueba al fotógrafo de flora. Los idílicos borreguiles de Sierra Nevada pueden representar una potencial amenaza para nuestra salud.

Yo no sabía nada de eso cuando decidimos ir a fotografiar flora de borreguiles al espectacular paraje de Los Lavaderos de la Reina a más de 2.600 m de altitud. En la distancia el paisaje era impresionante, con un arroyo despeñándose entre prados salpicados de vaquitas. Conforme avanzábamos el paisaje se tornaba más hermoso si cabe y las vaquitas iban adquiriendo un preocupante aspecto toruno. Ya en el borreguil mis peores sospechas se hicieron realidad, aquellos prados eran los agostaderos de la ganadería brava que pasta a mayor altitud en España (unos auténticos toros de lidia con todos los beneficios que la altitud proporciona al deportista de élite). Ya antes había andado entre toros bravos, pero siempre había tenido una encina o una valla que me pudiera ayudar en caso de apuros. Completamente rodeados por esos bichos, que no paraban de mirarnos, decidimos ignorar los primeros endemismos nevadenses, tirarse al suelo entre tanto toro (alguno a menos de 20 m) me parecía una forma ridícula de suicidio y cada planta que iba dejando atrás era como una patada en las pantorrillas. Pasados los primeros momentos nos fuimos relajando y entramos en una zona con algunos bloques que podrían servir de refugio, había llegado el momento de fotografiar alguna de esas joyas exclusivas de esta sierra, realmente había centenares de Gentiana sierrae, Gentiana alpina, Pinguicula nevadensis y Plantago nivalis. El regreso lo hicimos por la cuerda para no tentar más la suerte y poder localizar otras especies.

3 comentarios:

  1. Alberto la fotografia de flora es un deporte de riesgo, me he divertido leyendo tus andanzas, pero creo que al final valio la pena.
    Saludos

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  2. Nunca se mue hubiese ocurrido que la ganadería brava podría llegar a ser una medida tan efectiva para la conservación de los endemismos... Los cuernos consiguen lo que no pueden las ordenes y los decretos....

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  3. Menos mezclar churras con merindas. La ganadaría "brava" como la llama Atanasio, lo único que consigue es someter a ciertos animales a la tortura, el dolor y la muerte para goce de una panda de sádicos que disfrutan con el dolor ajeno.
    Menos mezlcar ecología con maltrato.

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