Veronica micrantha |
Como cada año, llegadas estas
fechas, me he repetido la pregunta de si habría alguna pequeña Veronica micrantha floreciendo en
Extremadura. Tras años detrás de este fantasma casi me atrevería a decir que
no, pero eso sería muy osado por mi parte, teniendo en cuenta el bajo esfuerzo
que se le ha dedicado a resolver esta cuestión. Hace años que la especie
desapareció de su localidad clásica de La Garganta (Cáceres) y de la población
del Puerto de Honduras, tras varios años de búsqueda, sólo he podido ver un
pliego conservado en el herbario de La Orden. En este asunto me apunto a
Unamuno “No la verdad, si la verdad nos mata la esperanza”.
Siento una profunda envidia por
el Lince ibérico y me alegra ver que al final las cosas parece que están dando
sus frutos, aunque para ello ha sido necesario encadenar varios proyectos Life
y millones de euros. Siento envidia cuando veo a los medios de comunicación
buscar permanentemente una imagen o una noticia del lince. Siento envidia al
ver como ahora todo el mundo quiere ver un lince. El éxito atrae
irremisiblemente, aunque también nos permite lavar la conciencia. Por eso
también convendría recordar ahora los largos años previos de esfuerzos
silenciosos en el campo de numerosas personas que, por no obtener el resultado
deseado con la especie, han pasado al olvido.
Me vienen a la cabeza un puñado
de plantitas en Extremadura que, si fueramos honestos jugando a la conservación,
tendrían un interés similar al del Lince ibérico o el Águila imperial.
¿Cuándo les llegara su
oportunidad a los pequeños linces verdes?