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Circo de La Serrá desde el Alto del Castifrío. |
Durante décadas esta ha sido la ruta extremeña más famosa entre los
montañeros y su prestigio no ha disminuido con los años, pues continua siendo
una de las rutas que más aficionados atrae. No es una ruta fácil, más bien podría
considerarse como dura, tanto por la longitud (unos 20 km) como por los
desniveles acumulados (1.200 m de subida y 1.500 m de descenso). Esto hace que
completarla pueda llevar fácilmente más de 9 horas, con alguna pequeña complicación
al recorrer Cuerda Mala. Sin embargo, es posible utilizar esta ruta como base
para realizar excursiones más cortas como la ascensión a La Covacha, la segunda
mayor altitud de Extremadura (2.399 m) o al Alto de Castifrío (2.308 m).
Pero si sus exigencias físicas son elevadas, sus recompensas no lo son en
menor grado. No es exagerado decir que nos encontramos ante la ruta de
naturaleza más completa de Extremadura y una auténtica obligación para todos
aquellos que quieran conocer la parte menos conocida de esta Comunidad: su alta
montaña. Esta es una ruta que permite la observación de todas las
especialidades de su avifauna de montaña, recorrer todos los hábitats de
montaña extremeños, en los que observaremos 10 endemismos gredenses de flora y
una buena lista de flora relicta ártico-alpina, sin olvidar las mejores
manifestaciones de glaciarismo de la vertiente sur de Gredos.
La Ruta se inicia en el Puerto de Tornavacas (1.275 m), límite entre el
Valle del Jerte cacereño y la comarca abulense del Barco de Ávila. En este
punto ya es posible disfrutar de una auténtica rareza para estas latitudes,
como es el Alcaudón dorsirrojo (Lanius
collurio), que tiene aquí uno de sus pocos lugares de reproducción en Extremadura.
Cruzaremos también el Cordel del Valle del Jerte, que mantiene sus 47 varas de
anchura (37,61 m) y es el segundo paso más utilizado por el ganado trashumante
en el Sistema Central. En los primeros años del siglo XXI todavía se llegaban a contar hasta 7.000 cabezas de vacas de raza Avileña por este puerto al año.
Dejando el puerto nos internaremos por el antiguo Camino de Castilla, que
unía Guijo de Santa Bárbara con el Puerto de Tornavacas, primero por un pequeño
robledal que rápidamente dará paso al piornal y, con él, a la parte más monótona
de esta ruta: Collado de la Rebollosa, Sillares (1.518 m), Collado Herido (1.486
m) y, por fin, Collado Cardiel. Aunque actualmente hay una senda que permite
atravesar el piornal con comodidad, estas primeras dos horas y media se pueden
llegar a hacer aburridas, además superaremos en ellas la mayor parte del desnivel
positivo de esta ruta, por eso conviene no olvidar en estos momentos hacia
donde nos dirigimos. La presencia de la endémica Alfilerillos (Festuca gredensis) o del Escribano
hortelano (Emberiza hortulana) en
este tramo no son suficiente consuelo. A partir del Collado Cardiel (1.962 m)
las vistas empiezan a ser de gran belleza y también empezaremos a ver
pajarillos de alta montaña como el Pechiazul (Luscinia svecica), la Collalba Gris (Oenanthe oenanthe) o el Bisbita alpino (Anthus spinoletta).
Del Collado Cardiel, tras un repecho, llegamos al Mojón Alto (2.155 m).
Superados ya los 2.000 m las vistas son espectaculares ahora, con toda la
vertiente norte de La Covacha, la Laguna del Barco o el Castifrío. Aparecen
también los espinosos cambronales de Echinospartum
ibericum y se dejan ver los primeros ejemplares del abundante Gualdoncillo
de Gredos (Reseda gredensis), una
humilde plantita exclusiva de esta sierra.
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Pechiazul. |
Del gran hito de piedras de Mojón Alto hasta el Tapadero (2.128 m) discurre
el tramo más descansado de la ruta, que permite espectaculares vistas y el
disfrute de los pájaros de montaña. También comienzan a ser abundantes las
endémicas lagartijas serranas (Iberolacerta
cyreni), aunque conviene prestar atención porque por la zona también está
presente la Lagartija ibérica noroccidental (Podarcis guadarramae subsp.
guadarramae). Con tantas lagartijas no es raro que esta sea una buena zona
para encontrar a la exclusiva Víbora hocicuda de Gredos (Vipera latastei subsp.
abulensis). Un cartel señala el lugar del Tapadero, aquí, durante
generaciones, los mozos de Tornavacas y de los pueblos limítrofes de Ávila se
disputaron las aguas del nevero que se forma en la subida al Castifrío y que
drena sus aguas por un arroyuelo que discurre por la cuerda. En el Tapadero el
arroyo se bifurca, por un lado va a la cacereña Garganta de San Martín y por
otro a la abulense Garganta de Galín Gómez. Los mozos tapaban con piedras la
bifurcación de los vecinos para hacerse con toda el agua. Según cuentan, aquí
se han vivido auténticas batallas campales y aún siendo una mera anécdota, nos
debe hacer reflexionar sobre un futuro de escasez de agua.
La Fuente del Tapadero es la única fuente del recorrido que mana durante
todo el año y este es un lugar inmejorable para descansar y comer. Podemos
aprovechar para investigar por el entorno de estos cervunales y descubrir
verdaderas joyas botánicas: las delicadas comunidades vegetales de nacederos y
fuentes de Verónica (Veronica serpyllifolia)
con la presencia de Violeta palustre (Viola
palustris) y la bellísima Estrellita (Saxifraga
stellaris subsp. alpigena), una
joya de origen ártico que llegó aquí durante las últimas glaciaciones; los
prados hidroturbosos con Genciana de turbera (Gentiana pneumonanthe) y Carex
furva; los canchales con Centaurea de Gredos (Centaurea avilae), Manzanilla de Gredos (Santolina oblongifolia), Belesa (Senecio pyrenaicus) y Dedalera (Digitalis
purpurea subsp. carpetana), entre
otras. También es un buen lugar para la observación del Roquero rojo (Monticola saxatilis). Por otro lado, la
Cabra montés (Capra pyrenaica subsp. victoriae) ya estará siempre presente
durante las próximas horas de recorrido.
Nuestro siguiente objetivo es el alto de Castifrío (2.308 m), para ello
subiremos por la cuenca del Tapadero atravesando unas finas gleras donde abunda
la bellísima Linaria de los Alpes (Linaria
alpina). Precisamente en esta zona de roca suelta debemos extremar nuestro
cuidado para seguir el camino trazado, evitando pisotear fuera del camino. Este
paso es muy frecuentado y comienzan a verse signos de erosión y daños a las
plantas de montaña por no seguir el camino trazado. También podremos observar
diques de cuarzo con pequeñas cavidades en las que se formaron cristales de
cuarzo. Debido a que la zona se asienta sobre numerosas fallas, de hecho cada
valle discurre por una, estos cristales son de cuarzo lechoso con signos de
rotura y soldadura por estrés tectónico, con disposiciones aleatorias y crecimientos
secundarios, algunos de ellos de diminutos cristales de roca de hasta 1 cm. Una
vez en el alto merece la pena desviarse unos metros para coronar el Castifrío y
disfrutar sus inmejorables vistas y apreciar uno de los escasos prados de
cumbre o psicroxerófilos de Extremadura, donde viven unas pequeñas plantitas
almohadilladas, capaces de soportar las condiciones ambientales más extremas de
la alta montaña. Aquí entraremos Botón azul rizado (Jasione crispa subsp.
centralis), Silene (Silene ciliata),
el endémico Clavel de Gredos (Dianthus
gredensis), Orejas de monte (Sedum
candolleanum), Escobilla (Jurinea
humilis) y Minuartia (Minuartia
recurva). En la cara sur del Castifrío aparece un valioso enebral de Enebro
rastrero (Juniperus communis subsp. alpina) entre grandes bloques de piedra.
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Junta de los arroyos en El Tapadero. Arriba El Castifrío. |
Posiblemente el entorno del Castifrío sea el mejor lugar para apreciar el
impresionante paisaje glaciar de esta zona. Tenemos bajo nosotros el valle de
la Serrá, la mejor manifestación de glaciarismo en la vertiente sur de Gredos.
Son bien visibles su valle en forma de U, su morrena lateral, los arcos
morrénicos del fondo y el circo. Este complejo glaciar llegó a alcanzar los 6,5
km de longitud, con espesores de hielo de hasta 200 m. A nuestra espalda está
el complejo glaciar de Castifrío, con una cuenca de acumulación muy asimétrica
debido a la orientación, que llegó a tener una longitud de 3,24 km, con
espesores de hasta 150 m. En las épocas más frías estos glaciares llegaron a
estar unidos por el Collado de la Llana, e incluso se unieron al impresionante glaciar
de la Laguna del Barco, también visible. Son muy patentes, además, las huellas
de los procesos periglaciares como las agujas pétreas o perfiles de
gelifracción -siendo La Azagalla y el Canchal del Pollo del Losar los dos
mejores ejemplos en esta ruta-, las pedreras o derrubios de ladera o las
morrenas de nevero.
Tras el Castifrío queda recorrer la Cuerda de las Azagallas hasta el Alto
de Azagallas (2.343 m). Es un tramo sobre bloques sin mucha dificultad, aunque hay que tener cuidado para no tropezar. Este es un buen punto para la
observación de aves. Aquí podemos ver Acentor alpino (Prunella collaris), que en años con abundantes neveros en la cara
norte es posible que anide en Extremadura, Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), en grupos de
hasta 40 individuos y Águila real (Aquila
chrysaetos). Es este un lugar cada vez más frecuentada por juveniles en
dispersión de Quebrantahuesos (Gypaetus
barbatus), que pueden pasar varios meses aquí. También es una buena zona
para la flora endémica amenazada, aunque la presión de la Cabra montés es muy
fuerte y las plantas aparecen recomidas y enriscadas. Con todo, aquí podemos
ver tres famosos endemismos: Consuelda del Almanzor (Saxifraga pentadactylis subsp. almanzori),
Doronico de Gredos (Doronicum kuepferi)
y Armeria de roca (Armeria bigerrensis subsp. bigerrensis). Esta última con algunos
ejemplares híbridos con el también endémico Erizo serrano (Armeria caespitosa), muy abundante en la cercana Sierra del Barco.
Los bloques sobre los que caminamos son muy buenos para observar al Neverón de
Gredos (Chionomys nivalis subsp. abulensis), otra de las joyas de esta
sierra. Esta pequeña ratilla nival es otro de esos ejemplos de especies
llegados a Extremadura en tiempos más fríos y ahora aislados en las altas
cumbres. Si decidimos llegar hasta la Covacha ese es el mejor sitio para su
observación, porque allí está más acostumbrado a la gente y es menos tímido.
Allí también hemos podido ver a la Comadreja (Mustela nivalis), seguramente en busca de estos gordos topillos.
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Linaria alpina. |
En el Alto de Azagallas, podemos optar por continuar hacia la Covacha
(2.399 m), la segunda cota más alta de Extremadura o seguir nuestra ruta. Para
llegar a la Covacha (menos de 1 hora) tan sólo hay que rodear la espectacular
Azagalla (2.369 m) por la cara sur y seguir por la Cuerda de la Covacha. Desde
allí podemos observar los magníficos Riscos Morenos del Losar, la Laguna de los
Caballeros, la Laguna Negra y la Laguna del Barco. En esta zona también podemos
encontrar alguno de los escasos ejemplares extremeños de Gregoria (Androsace vitaliana), una planta que
cuenta en la sierra de la Nava con su única población gredense. También llamará
nuestra atención la Borrosilla de montaña (Omalotheca
supina), una plantita peluda emparentada con las manzanillas, que algunos
confunden con el Edelweiss.
Si hemos decidido continuar hasta el Guijo de Santa Bárbara, toda la ruta
será ya prácticamente de descenso. Lo primero será bajar a la Portilla del
Losar (2.201 m), junto al Canchal del Pollo de Losar, por la denominada Cuerda
Mala. Hasta esta portilla la cuerda no hace honor a su nombre y se desciende
bien (ahora que hay una vereda entre los piornos). Nos podemos asomar a la
vertiente del Losar y así observar, creciendo en las paredes rocosas, algunos
ejemplares del más famoso endemismo vegetal de Gredos: la Boca de Dragón de
Gredos (Antirrhinum grosii). La
Portilla del Losar mantiene otro magnífico prado de cumbres, al final del cual
comienza la parte más complicada de la ruta, que es llegar al Estecillo (2.262
m) caminando sobre bloques. Nuestro destino es la Portilla de Jaranda (2.037
m), la puerta de La Vera. Como alternativa, se puede continuar desde el
Estecillo hasta el Refugio-Ermita de Nuestra Señora de las Nieves y de allí a
Guijo de Santa Bárbara.
El descenso de la Portilla de Jaranda al Guijo de Santa Bárbara nos puede
llevar otras 2 horas, pero aquí tendremos ocasión de disfrutar con un buen baño
en las aguas de la garganta de Jaranda, con El Trabuquete como lugar más
conocido. Pero antes debemos atravesar los restos del poblado de chozos de
verano de Pimesaillo, utilizado por los ganaderos hasta comienzo de los años 80
del siglo XX. A lo largo de la bajada encontraremos algunos chozos restaurados.
La ruta finaliza en Guijo de Santa Bárbara (878 m), una localidad que conserva
el atractivo de la arquitectura serrana verata.
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Portada del libro que contiene la ruta descrita. |
El libro "Rutas para
descubrir Extremadura" ya está disponible en pdf en la página web de la
Fundación Xavier de Salas.
En cualquiera de estos enlaces se puede ver:
En breve también será accesible desde la web de la Dirección General de
Turismo.