Plebejus argus en bebedero. Hervás, 1.100 m. |
Superado su ridículo nombre
común, esta mariposilla se mantiene con los años como una de mis observaciones
favoritas, siempre que doy con ella. Algo que en Extremadura no es muy fácil,
dicho sea de paso. Aquí esta especie se muestra como un habitante de la media
montaña, asociada a leguminosas arbustivas del género Genista (escobones) o piornos (Cytisus
oromediterraneus), siempre con un lugar donde beber cercano. Esto reduce la
cosa a la sierras del norte de Cáceres y puntualmente a la sierra de Guadalupe.
A pesar de ser una mariposa
relativamente abundante, bien distribuida por Europa y ocupando multitud de
hábitats, es un bicho un poco rarito en sus hábitos. Tanto que en Gran Bretaña
está al borde de la desaparición pese a vivir en hábitats alterados como
brezales y pastizales pastoreados.
Es, como muchos licénidos, una
especie que busca a las hormigas para que protejan a sus larvas a cambio de
secreciones azucaradas. Sus socios suelen ser hormigas del género Lasius o, más raramente, Formica. Tal es su dependencia de las
hormigas que seleccionan los parches de hábitat donde viven sus hormigas
favoritas, aún cuando no sean los mejores para su planta nutricia. Aquí no vale
cualquier especie, ni siquiera dentro de un mismo género. De hecho, puede
seleccionar una planta menos adecuada, donde sus orugas se desarrollarán peor,
si con ello se asegura la presencia de la hormiga adecuada. Esto llevado al
extremo, es lo que algunos autores consideran como responsable de la existencia
de patrones ecológicos tan diferentes entre las distintas poblaciones y, con
ello, de la aparición de subespecies por todos lados.