Al bueno de Caesar Rudolf Boettger (1888-1976), los murciélagos le jugaron una mala pasada y me imagino las malas noches que pasaría desde que en 1962 publicó en una revista científica la descripción de una nueva especie de gasterópodo recolectado en una cueva de Creta en 1955. Con toda una vida dedicada a la malacología, con doce especies y dos géneros de gasterópodos descritos como nuevos para la ciencia, su solvencia profesional era incuestionable. Es más, se trataba de un hombre con un agudo sentido de la observación como demostró al describir como nueva especie al Lagarto de El Hierro (Gallotia caesaris) en 1914, aún cuando no fue hasta 1997 cuando los avances en estudios genéticos corroboraron la afirmación de Boettger. Amparado por toda su pericia profesional no le tembló el pulso a la hora de describir la nueva especie de caracol (Tenagus sp.) en base a unos individuos juveniles. Más le hubiera valido no ir a trabajar ese día. Los caparazones de esos individuos juveniles de Tenagus resultaron ser unos huesos del oído del Murciélago grande de herradura (concretamente la cóclea o caracol) y la publicación de Boettger se convirtió en un ejemplo del profundo desconocimiento que existía con respecto a los quirópteros hasta hace bien poco.
Impresionante Rhinolophus mehelyi pelirrojo de los Montes de Toledo extremeños |
El estudio de los quirópteros no es cómodo y los horarios son lo menos complicado. Hace falta desplazar muchísima tecnología, tanta que un investigador de quirópteros puede llenar perfectamente una furgoneta con los trastos que necesita para una noche de trabajo. Posiblemente por ello son pocos los que se ocupan de su estudio, aunque lo compensan con un tesón casi fanático.
Rhinolophus mehelyi y Rhinolophus euryale descansando juntos en su refugio |
He tenido la suerte de pasar largas noches con este tipo de investigadores y guardo gratos recuerdos de ellas. Uno de ellos son las buenas noches pasadas en la Sierra de Gata cacereña siguiendo ejemplares de mi especie favorita, el Murciélago mediano de herradura o Rhinolophus mehelyi, equipados con transmisores. Es algo mágico poder seguir las correrías nocturnas de estos animales, aunque cuando te pilla la Guardia civil circulando con la antena en el techo del coche cuesta un poco explicarse (recuerdo la cara de ese guardia civil que no puede entender que a alguien le pagen por jugar a los cazafantasmas). Una de las colonias estudiada contaba con las dos especies de rinolofos medianos presentes en Extremadura (mehelyi y euryale), ambas muy similares, con gran solape en sus emisiones de ecolocación y con tamaños parecidos (aunque algo mayor el mehelyi). La pregunta era obvia ¿cómo pueden convivir dos especies casi idénticas en la misma zona?, la forma de proceder también. Así, se le colocaron transmisores a varios ejemplares de las dos especies y tras unas pocas noches de seguimiento la cuestión parecía aclararse. Los Rhinolophus euryale, algo más ligeros, abandonaban el refugio y permanecían toda la noche cazando en los robledales de la sierra, llegando a penetrar en zonas de arbolado muy denso. Los Rhinolophus mehelyi abandonaban el refugio y se dirigían sin detenerse a las vegas del Alagón a unos 20 km del refugio. Allí solían escoger alineaciones de chopos o eucaliptos próximos a zonas de praderas donde pasaban la noche cazando utilizando varios árboles como percha. Estas especies lo tienen muy claro, dentro del refugio no son competidores sino que suman su número obteniendo los beneficios del grupo y una vez que abandonan el refugio cada una ocupa su lugar sin interferir entre ellas. Un buen ejemplo.
Hola Alberto, tenía pendiente unas visitas a tu extraordinario blog. Como siempre, resulta admirable esa combinación de excelentes imágenes y unos textos amenos, por lo que tienen de originales.
ResponderEliminarSeguiré atento a lo que se cuece desde tu torreón y espero que podamos compartir pronto algunos días de campo.
Un abrazo y ¡bienvenido a la blogosfera!.
Víctor
Qué curiosa la anécdota de Boettger...a fin de cuantas el Tenagus era un caracol...pero de murciélago. Seguro que el uso del hábitat por parte de los murciélagos esconde aún más sorpresas, menos mal que hay gente que se dedica ellos mientras los demás dormimos...
ResponderEliminarHola Alberto, me resultaba raro que en tu blog no fueras a mencionar a esos ratoncillos alados, con los que hemos pasado algún que otro rato juntos.
ResponderEliminarMuy interesante el texto con la anécdota de Boettger.
Hola Alberto, que alegría haberme subido al Torreón, desde aquí se ve todo mas claro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero, eran caracoles al fin y al cabo. ¿O no?
ResponderEliminarMuy buena anécdota, que no desmerece en nada la enorme calidad profesional de este zoólogo alemán.
Hola Alberto, somos una asociación de Málaga (www.almijara.org) estamos diseñando una guía de flora y fauna de la Sierra del Camorro en el noroeste de la provincia y nos vendría de perlas la foto del Rhinolophus mehelyi, lógicamente si nos la cedieras para dicha guía que será de difusión gratuita, te citaríamos como autor y tu blog. Nuestro correo es almijara@malagareforesta.org Un millón de gracias. Miguel Ángel Barba.
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