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domingo, 28 de febrero de 2016

Abedules de Las Alamedas, Gargantilla (Cáceres).



Los niños son una buena excusa para hacer cosas que realmente nos apetecen más a nosotros que a ellos. Aprovechando que mi hija de cinco años no había visto nevar nunca, se me ocurrió, tras consultar las previsiones meteorológicas, que este sábado era una buena ocasión. Nos acercamos al Puerto de Honduras a comienzo de la tarde, el cielo tenía buena pinta y ya en Hervás nos cayeron unas gotitas de agua. Pero en la parte alta del puerto la temperatura había descendido demasiado (-3 º C) y hacía un viento muy frío. No pintaba bien la cosa y como era previsible cayeron unos pequeños granizos en lugar de los esperados copos.


Aunque no había mucha nieve al menos pude traerme una de esas imágenes que tanto me gustan del tipo “Extremadura durante la última glaciación”. Los abedules de Las Alamedas de Gargantilla se encontraban tan en su salsa como lo debieron estar sus antepasados hace unos 10.000 años, al inicio del período Boreal, finalizada ya la última glaciación.

lunes, 22 de febrero de 2016

Talamanca, el pico de las tres provincias.

Los tres mojones de piedras marcan el límite de las provincias.

La cumbre del Talamanca (2.394m) está situada en una cuerda que discurre a más de 2.300 m, por lo que apenas destaca sobre el resto y, en su aridez, no da sensación de tener ninguna relevancia. Sin embargo, allí se juntan las provincias de Ávila, Cáceres y Salamanca, y es uno de mis lugares favoritos de Extremadura.

Con los años me va surgiendo la duda de si soy un friki o un gourmet con mis gustos en asuntos de Naturaleza. Tantos años saliendo solo al campo que no sé si me habré perdido algo y, por eso, me incomoda ver la absoluta indiferencia o extrañeza, cuando no condescendencia, en otras personas ante lo que para mí es una auténtica joya de la Naturaleza.

Bola casi perfecta de Silene ciliata entre claveles de Gredos.

Al diablo. Estos prados de cumbres del Talamanca son impresionantes, posiblemente sean los que soportan las peores condiciones climatológicas de Extremadura y, por ello, las plantas aquí son de una extraordinaria belleza, al llevar al extremo sus adaptaciones. Yo también sé que no son un prado milflores alpino, ni sus habitantes deslumbrantes orquídeas tropicales, pero eso no debe desmerecerlo en absoluto. Es el minimalismo hecho Naturaleza. Una comunidad vegetal concisa, aunque exclusiva de las cimas de Gredos, con sólo unas pocas especies de plantas, diminutas y en apariencia iguales en sus sencillas formas semiesféricas, que apenas son capaces de cubrir un 10-20% del terreno sobre el que se asientan, dejando al descubierto entre ellas un suelo mineral blanco de grava estéril y rocas dispersas, casi como un jardín japonés seco (kare-sansui). Un lugar, cuanto menos, peculiar. Dianthus gredensis, Silene ciliata, Jasione crispa subsp. centralis, Agrostris rupestris, Minuartia recurva, Sedum brevifolium, Sedum candollei, Armeria bigerrensis subsp. bigerrensis, Jurinea humilis, Thymus praecox y para de contar. En algunos puntos cercanos a roquedos aparecerán, de manera testimonial, otras especies ajenas a esta comunidad, que aunque se podrán contar con los dedos de las manos, serán en buena medida endemismos exclusivos.

Banquete de Mylabris sobrina sobre Silene ciliata y Jasione crispa.


Últimamente, sin embargo, ya no son tan placenteros mis paseos por esta zona, parece que los veranos comienzan a hacerse muy largos y los inviernos demasiado suaves para estas plantas. Demasiadas plantas adultas muertas, tengo la impresión de que en las zonas más expuestas no pueden soportar las fuertes heladas invernales, sin cobertura de nieve y sin un correcto endurecimiento por unas temperaturas relativamente suaves en los últimos otoños. En otros casos, parece que la falta de agua, debido a la falta de nieve, está acabando con las plantas más exigentes que ocupan las pequeñas vaguadas originadas por la escorrentía del deshielo. A esto hay que unir la predación de flores por parte de escarabajos florícolas, básicamente Mylabris sobrina, que en algunos puntos es alarmante (este verano he contado plantitas de medio palmo con más de 50 escarabajos comiendo sus flores, todas sus flores). Parece que estos escarabajos antes sólo abundaban en los piornales, pero la sensación es que cada año son más abundantes en las cumbres. Por si todo esto no fuera suficiente, los jabalíes también comienzan a ser habituales por aquí y levantan grandes superficies de estos prados psicroxerófilos, matando a todas sus plantas. Lo más grave es que estas plantitas necesitan vivir muchos años para poder garantizar que sus retoños las sustituirán, porque la mortalidad juvenil en una zona tan hostil es extremadamente elevada. Sin flores y con los adultos muriendo rápidamente el futuro no parece muy prometedor.

martes, 2 de febrero de 2016

Para los que irán a la FIO. La fresneda del Malvecino. Parque Nacional de Monfragüe.

Viejos fresnos trasmochos y tamujos ramoneados.

Siempre he pensado que ser una referencia mundial para la observación de rapaces predispone al visitante, que corre el riesgo de no valorar este espacio en toda su justa medida. Un ejemplo: Monfragüe da cobijo a una de las mejores colecciones de bosques de ribera mediterráneos de Extremadura. No es un pensamiento original mío, pues ya Unamuno, tan poco dado a los excesos de flores, consideró los sotos del río Tajo a su paso por Monfragüe como uno de los lugares más idílicos de España. Los embalses acabaron con eso y los ciervos causan muchos daños a lo que sobrevivió, pero, con todo, los bosques ribereños de los arroyos Riofrío, del Cubo o Calzones siguen siendo de lo mejor de Extremadura.



Las fresnedas mesomediterráneas luso-extremadurenses son uno de los bosques más castigados por la mano del hombre. Sin duda, el hecho de distribuirse en buena medida a lo largo de los cauces que cruzan las mejores tierras agrícolas tiene la culpa de ello. De hecho, hoy día en demasiadas ocasiones consideramos la presencia de este tipo de bosque cuando encontramos algún fresno testimonial a lo largo de un cauce desnudo, en una labor casi forense.

Pasarelas de madera en la zona más angosta del recorrido.

Por suerte, en Monfragüe no todos estos bosques están dentro de zonas de reserva no visitables, de hecho, la magnífica fresneda del Arroyo Malvecino se puede visitar desde Villarreal de San Carlos en un corto paseo. Para esto también están los Parques Nacionales.

El Arroyo Malvecino es un cauce modesto, que sufre un fuerte estiaje que impide que los alisos desplacen a los fresnos. Además, en un corto tramo podemos ver distintas morfologías de cauce: de tranquilo arroyo de aguas lentas, pasando por remansos con pocetas, a pequeña garganta encajada, que permite la formación de bellas comunidades colgantes de helechos y hepáticas sobre las rocas rezumantes situadas sobre el cauce. En todos estos tramos los fresnos son la especie dominante con ejemplares de todas las edades, entre los que sobresale un puñado de árboles notables con su porte natural, junto a otros viejos que muestran la huella de antiguos desmoches y avenidas. En algunos tramos la densidad de fresnos crea un ambiente umbroso y fresco, con troncos cubiertos de musgos y suelos tapizados de Flor de jarro. Junto a ellos se encuentran algunos almeces, viejas lianas de Parra silvestre y un cordón espinoso de tamujos, acompañante típico de estas fresnedas del suroeste ibérico y que, por exceso de ramoneo, apenas si muestran los típicos tonos rojizos de las yemas de esta especie durante el invierno. No faltan tampoco los juncales de Junco churrero, ni los verdes vallicares con Menta de burro en las orillas, que atraen a los ciervos como un imán.

Esta Cornicabra es una de las joyas de Monfragüe.

Durante este recorrido también nos cruzaremos con un monumental ejemplar de Cornicabra al atravesar el encinar de ladera. Está al borde del camino, no hay pérdida. Se trata de un ejemplar muy viejo que abandona su madurez para adentrarse en las primeras fases de la senescencia.
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