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jueves, 22 de mayo de 2014

¿De qué coño están hechos los pajarillos?


Macho de Collalba gris observando con lástima a un humano.

Lo del 40 de mayo y los sayos ya me lo conozco, pero eso no quita para que cada año se me olvide.

Dejo el coche a unos 1400 m, el día está gris, con nieblas y ha estado lloviendo a cántaros toda la noche. El termómetro del coche marca 3° C, bueno creo que con la chaqueta de Goretex y una camiseta térmica ya llevo suficiente sayo para unas horas.

La brisita que me recibe nada más salir del coche me hace apretar el paso, pero al llegar a la cuerda la brisita llamó a su hermano mayor el ventarrón y ahora puedo confirmar que voy muy justito de ropa de abrigo. Por otro lado, soy incapaz de seguir andando tan rápido. Me asaltan las dudas por primera vez.

Allí abajo el coche aún se puede ver y me asaltan las dudas por segunda vez. Comienza a llover, una lluvia horizontal de gotas grandes y frías que no estaban en el guión según la web meteorológica, que hablaba de lloviznas, pero como los vientos fuertes tampoco lo estaban no me voy a enfadar. Las dudas ya no tienen nada que asaltar y comienzo a bajar.

He atravesado una pradera empapada y las botas empiezan a hacer agua, pero al menos ha dejado de llover, aunque el viento no para. El cielo está gris, hay bancos de niebla y hace un frío del carajo, pero esto no le importa a una Alondra que, totalmente empapada, se pone a cantar desde una roca mientras deja las alas colgando para secarlas. Vale que no es su glorioso canto de vuelo, pero canta.

Llegando ya al coche atravieso un collado donde el viento sopla con mayor fuerza, allí me encuentro a un macho de Collalba gris también empapado. Imagino que su pareja estará por allí intentando mantener caliente sus huevos en un día de perros como este. Por un instante siento lástima por ellos, pero me dura muy poco, porque el tío se arranca a cantar en lo alto de una piedra, embolado y empapado pero sin inmutarse por el viento, que deja al descubierto su piel en el pecho. Ahora siento lástima de mí mismo, me siento realmente insignificante delante de un pajarillo de unos pocos gramos que ha soportado sin Goretex una noche entera de lluvia y vientos a temperaturas cercanas a 0° C y que ahora se permite el lujo de cantar cuando tiene todavía su cuerpo empapado. ¿De qué coño están hechos los pajarillos?

jueves, 15 de mayo de 2014

La Viborera gigante. Echium boissieri.


El típico hábitat de Echium boissieri en Extremadura.

La historia de Echium boissieri en Extremadura me parece una historia triste. La historia de una especie antigua, una auténtica reliquia, que hoy no parece encontrar acomodo en nuestra región.

 Los Echium son un género antiguo que parece que se originó en África del sur y de allí pasó a la Macaronesia, donde se diversificó en especies leñosas, y posteriormente a la Península Ibérica, donde se diversificó básicamente en especies herbáceas. Echium boissieri es un endemismo Iberomagrebí (bético-rifeño en su mayoría) más emparentado con las especies leñosas y más antiguas de la Macaronesia, los famosos Taginastes canarios. Su aparición en las cunetas le sirvió para cargar con el sambenito de especie viaria en expansión. Algo que como veremos es totalmente falso, al menos en Extremadura.

Ejemplares de hasta 3 m de altura en el talud de una carretera.

En 2006 se publicaron los resultados del seguimiento durante 20 años de las poblaciones extremeñas (Pérez Chiscano & Vázquez Pardo, 2006) y los resultados no pueden ser más desoladores, en ese periodo se han perdido el 50 % de las poblaciones conocidas (8) y el número de individuos en ellas se ha reducido en un 90 %. Si tenemos en cuenta que las poblaciones extremeñas suponían el 15 % de las conocidas en aquella época en la Península Ibérica y que en Portugal la cosa parece que sigue la misma tendencia, dudo mucho que la especie esté en expansión.


Con todo, la especie no está protegida en Extremadura, donde efectivamente es una especie ruderal y viaria sobre terrenos básicos. Sin duda en esa situación algo tendrá que ver un ciclo biológico “a la antigua” con 2-3 años de desarrollo para una única floración, por todo lo alto, eso sí. Este ciclo en una zona eminentemente agrícola puede calificarse de suicida y así los Echium boissieri sólo se mantienen en las zonas marginales, a expensas de los herbicidas de los “limpiacunetas”, de los arreglos de caminos, de una labor más apurada de lo habitual, etc. Una situación que no es única para esta especie y sí, más bien, un patrón cada vez más habitual en un campo excesivamente intensificado.

jueves, 8 de mayo de 2014

La Lagartija de las Batuecas (Iberolacerta martinezricai).

Iberolacerta martinezricai

El 2 de septiembre de 1954 el alemán Epple capturó un macho de lagartija en la Peña de Francia (Salamanca). Lagartija que en 1957 Klemmer, también alemán, clasificaría como Lacerta monticola. Años más tarde, Martínez-Rica (1979) la engloba en la Lagartija carpetana (Lacerta monticola subsp cyreni).Llegamos así a 1996, cuando Arribas describe a la Iberolacerta cyreni con dos subespecies: la castiliana en Gredos y la martinezricai en la Peña de Francia. Y todavía queda un último cambio para esta lagartija, pues en 2004 los estudios genéticos permiten separar a la Iberolacerta martinezricai, que mantiene mayor relación con la Iberolacerta monticola de Serra da Estrela (Portugal) que con la Iberolacerta cyreni de Gredos. Al parecer, las lagartijas de Gredos están más próximas las pirenaicas y los ancestros de las lagartijas de Batuecas y Serra da Estrela debieron separarse hace unos 2 millones de años, mientras que la separación respecto a las lagartijas de Gredos es mucho más antigua (6,1 Ma).

Iberolacerta cyreni para comparar

La Lagartija de las Batuecas pasó en unas décadas de población aislada de una especie ampliamente distribuida por la Península Ibérica a endemismo exclusivo de un peñón cuarcítico. Se convertía así en el reptil más raro de Europa, algo que no fue ningún obstáculo para que su población se viera disminuir año tras año por la transformación sufrida por la Peña de Francia. Parecía que tenía los días contados.

Por suerte, hace una década se descubrieron poblaciones en otros puntos de las Batuecas, algunos a altitudes inusualmente bajas para una lagartija serrana. La población pasaba de 10-40 individuos a 1500-2000. Cundió el optimismo y se planteo su existencia casi segura en la Sierra de Gata y Las Hurdes. Posteriores muestreos frenaron el optimismo y ahora se duda de su presencia fuera de las áreas conocidas en Las Batuecas, aunque no del todo.

La especie sí se ha encontrado en Las Hurdes (Cáceres), aunque en un área tan reducida que, si tenemos en cuenta las densidades obtenidas en otras zonas para la especie, no creo que sean más de20-50 individuos. Suficientes para pasar a formar parte de la fauna de Las Hurdes, pero poco más.

La Lagartija de las Batuecas ocupa un hábitat muy escaso en las Hurdes: las pedrizas de grandes bloques estabilizados en los pisos supramediterráneo y oromediterráneo. Un hábitat muy utilizado por la flora relicta de las montañas por permitir mayor humedad y frescor que su entorno (lo que explicaría las poblaciones a poco más de 800 m en Las Batuecas).

jueves, 1 de mayo de 2014

Los amores de las avutardas.


El macho cojo.
 
Se acaba la temporada de apareamientos y parece que el joven macho que tengo delante de mí no ha tenido un gran desempeño. Se ven pocas hembras por el Lek, la mayoría estará incubando ya, ahora es vital no fallar, pero todavía quedan algunos viejos machos por la zona con los que competir.

La hembra.

A primera hora apareció una de las dos únicas hembras que pasaron por allí esa mañana, la otra fue directamente a buscar a un gran macho que, seguramente agotado por el sexo, sólo reaccionó cuando ella ya estaba junto a él. Nada más verla el joven macho comenzó a moverse hacia ella, pero su cojera era muy visible, tantos días de carreras y peleas parece que no le han sentado muy bien.

La hembra y el macho caminaron uno hacia el otro y, cuando ya estaban a un par de metros, la hembra giró 90 º y rodeó al joven macho, para continuar en la dirección del gran macho. Eso no pareció acabar con las esperanzas de nuestro macho, que comenzó a hacer la rueda, algo que provocó que el viejo macho comenzara también a hincharse, ganándose inmediatamente la atención de la hembra.

El macho durmiendo.

Con la hembra ya lejos, el macho continuó un buen rato haciendo la rueda, hasta que poco a poco comenzó a desinflarse. Mientras se reponía de su fracaso picoteando algo, oigo los resoplidos de otro macho y entra en escena un macho de grandes bigotes dirigiéndose hacia él, que inmediatamente se retira. Por suerte para él, el nuevo macho, que también tiene una perceptible cojera, parece dirigirse a otro lugar y se pierde tras un cerro. Ha sido demasiado ya para este macho agotado y aunque son poco más de las 9,30 de la mañana ya no hará más la rueda ese día, se retira cojeando y se tumba a sestear. ¿Soñarán las avutardas?
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