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jueves, 21 de octubre de 2010

LA VIDA EN LAS GLERAS: Crepis pygmaea



Gleras finas bajo los Horcados Rojos (Picos de Europa, 2200 m)

Las gleras, esas laderas de piedra suelta tan típicas de las zonas montañosas, son uno de los medios más inhóspitos para la vida vegetal. Cuando el tamaño de la piedra es mediano o grande atrapan partículas más finas y terminan estabilizándose permitiendo que aparezcan algunas especies pioneras que podríamos llamar “convencionales” como senecios, doronicos, cardos, etc. Pero cuando las piedras son de pequeño tamaño las gleras son tremendamente móviles y en ellas falta de todo: alimento, agua, posibilidad de anclaje, etc. Aquí no valen plantas convencionales, frente a estas auténticas olas de piedra hacen falta plantas “surferas”, capaces de mantenerse siempre en la cresta de esa ola. Estas especies lo tienen claro, no se puede luchar contra la gravedad, así que hay que saber aprovecharse de ella. En un medio tan cambiante donde en unos segundos (basta la pisada de un montañero o una cabra montés) se produce un deslizamiento que entierra o arranca toda la parte aérea de la planta lo mejor es no construirse un palacio (del tipo plantas frondosas y exhuberantes de otros medios) sino vivir de alquiler y con las maletas preparadas.


Crepis pygmaea La Vueltona, Picos de Europa 2100 m

Crepis pygmaea lo sabe bien y lo hace a la perfección. Habita casi toda la alta montaña caliza peninsular y siempre en gleras móviles, únicamente sus flores amarillas, que parecen nacer de la roca, llamarán nuestra atención (sus bellas hojas casi siempre cubiertas de polvo son muy miméticas). Para ella la cosa es sencilla: desarrolla una extensa red subterránea y profunda de raíces y tejidos de crecimiento (asentada donde el terreno ya es estable) y desde allí emite muchos tallos largos y finos que se van colando entre la roca suelta hasta encontrar un hueco por el que salir al exterior. Una vez allí saca por esa ventana todas las hojas y flores que quepan por el hueco, esto repetido muchas veces crea una agrupación dispersa de “balcones floridos” muy característicos de este tipo de plantas de gleras. Si hay un deslizamiento alguna de esas ventanas se tapará, aunque siempre quedará alguna intacta, en otros casos los tallos serán cortados y arrastrados ladera abajo, algo que lejos de preocupar beneficia a Crepis, de este modo le es posible dispersarse, ya que ese tallo cortado, en definitiva un esqueje, conseguirá con suerte desarrollar una nueva planta que comenzará a tejer su propia red subterránea.

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