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sábado, 22 de abril de 2017

Un paseo por el tiempo en Los Barruecos, en el que no se habla para nada de “Juegos de Trono”.



Hace ya años que me hablaron de unas dedaleras blancas en Los Barruecos (Malpartida de Cáceres), pero por una u otra causa nunca encontraba la ocasión de ir a buscarlas. Este año he dado dos paseos por la zona y he revisado centenares de Digitalis thapsi, aunque todavía sin flor. En cualquier caso, viendo las hojas de estas plantas, nada que se pudiera atribuir a alguna de las dos subespecies de Digitalis mariana que tenemos por Extremadura. Siempre he pensado para este caso en unos ejemplares de flor blanca de Digitalis thapsi, pero la presencia de Digitalis mariana en el río Almonte despiertan la duda.



Y ya puestos a pasear por estos impresionantes berrocales, he dejado libre la imaginación y no me ha costado nada trasladarme a otras eras geológicas. El entorno del Barrueco de Arriba, menos espectacular y famoso que su hermano mayor (el Barrueco de Abajo, como era fácil imaginar), mantiene unas formaciones de bolos graníticos a modo de corrales, que guardan en su interior unas curiosas agrupaciones arborescentes de Codeso (Adenocarpus desertorum), un endemismo extremeño, reliquia de la vegetación del Terciario. Al pasear por alguno de esos pequeños corrales, bajo la copa de esos codesos de hasta 3 m y troncos añosos, no me ha costado nada retroceder un par de millones de años en el tiempo. Conocidos en la zona como Leña del diablo, estos viejos codesos tienen unos portes de planta antigua, hoy día totalmente desacostumbrados por estas latitudes, donde el fuego, el ganado y la grada sólo permiten la observación de codesos achaparrados. Acompañando a estos viejos codesos, el matorral de escoba blanca (Cytisus multiflorus) perfecciona esta imagen de un hábitat relicto dominado por matorrales de leguminosas.

Sedum rubens


Los cordones verdeazulados de las acederas (Rumex induratus) bajando por las grietas de los bolos graníticos, los prados efímeros rojizos de Sedum rubens en las repisas y partes altas de los bolos, los detalles color crema entre el granito de la Coincya monensis y el verde rabioso de la comunidad de base de cantil con parietarias, mercuriales y la Scrophularia sublyrata (endémica del suroeste ibérico) añaden color a este magnífico cuadro. Es una lástima que un loco alemán llenara de basura una parte de este increíble paisaje, en un acto supremo de soberbia.

Scrophularia sublyrata

domingo, 2 de abril de 2017

Hay vida detrás de las orquídeas.

Scrophularia oxyrhyncha. Sierras Centrales, Badajoz.


Las orquídeas y en menor medida los narcisos, se llevan la mayor parte del interés de los aficionados por la flora en Extremadura. Es una pena, porque se suele dejar de lado a una de mis familias favoritas dentro de las plantas: las Escrofulariáceas (Scrophulariceae). Dicho así no suena muy prometedor, pero si decimos dedaleras (Digitalis), verónicas (Veronica), escrofularias (Scrophularia), bocas de dragón (Antirrhinum), linarias (Linaria), eufrasias (Euphrasia), crestas de gallo (Rhinanthus), etc., la cosa cambia. Tenemos de pronto ante nosotros una colección digna del mejor de los jardines botánicos, llena de plantas de gran belleza, algunas de ellas capaces de competir con cualquiera de nuestras orquídeas, y llena también de raros endemismos.


Ahora mismo tenemos en Extremadura en flor a las escrofularias, unas plantas que a simple vista nos parecen el típico yerbajo amante de la materia orgánica, pero que en un segundo vistazo empiezan sorprendernos por sus llamativas flores en como pequeños odres rojizos con orejas agrupadas en varas. Atraen a los bichos con su abundante provisión de néctar y también a algún aficionado a las plantas, que sabe que por aquí tenemos joyas como la Scrophularia oxyrhyncha de las cuarcitas del centro de Badajoz y en menor medida Córdoba y Ciudad Real; la Scrophularia sublyrata, endémica del suroeste peninsular; la rarísima Scrophularia arguta, con sus enigmáticas poblaciones murciana, granadina y cacereña y las endémicas de Gredos Scrophularia reuteri y Scrophularia bourgaeana (esta en realidad un subendemismo casi exclusivo de Gredos).
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