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sábado, 24 de diciembre de 2011

LAS FLORES DE MANANTIAL.

Aspecto de la comunidad de manantiales. Muchos musgos, césped tupido y corto de florecillas y rocas rezumantes.
El Tapadero. Sierra de Gredos. 2200 m.


Nada más puro que el manantial o nacedero de un arroyo serrano. Bueno esto era así hasta hace poco, hoy día hay que tener cuidado en donde bebemos, pues el exceso de ganado lo inunda todo.

El caso es que un hábitat de aguas limpias, frías y muy oxigenadas debería tener una comunidad vegetal acorde con tanta delicadeza. Y así parece que es, porque pocas veces veremos juntas tantas plantas diminutas, delicadas y con flores de una belleza suprema. Parece increíble que estas plantitas puedan soportar los rigores de la montaña.

Saxifraga stellaris subsp. alpigena

Veronica serpyllifolia subsp. langei

Myosotis stolinifera

Estas comunidades ocupan superficies diminutas, que se pueden medir en metros cuadrados y que se caracterizan por formar unos céspedes muy densos de poca altura, en los que dominan especies fontinales acompañadas de muchos musgos. Las podemos encontrar en las fuentes de nacederos y en fisuras de roquedos siempre rezumantes. Típicamente este hábitat entra en contacto con los cervunales y así podemos ver alguna especie típica de este hábitat, como la Campanilla (Campanula herminii), junto a especies de manantial.

Viola palustris

Wahlenbergia hederacea, la podemos encontrar en robledales también .

En Extremadura es un tipo de hábitat muy escaso, limitado a puntos muy concretos de las sierras de Gredos y Béjar, casi siempre por encima de los 1800 m. El acceso a estas zonas es complicado o restringido, pero podemos encontrar buenas muestras de este hábitat en la vertiente salmantina de la Sierra de Béjar, en una zona muy accesible y conocida: la subida a la cuerda del Calvitero desde la plataforma de Candelario. Para los más andarines, en la Ruta de la Alta Extremadura hay un magnífico ejemplo en el Tapadero (Tornavacas), poco antes encarar el último esfuerzo en la subida a Castifrío.
La fuente de la cuerda del Calvitero. Sierra de Béjar, 2200m.

La comunidad de manantial rodeada de cervunal (borreguil).
Arroyo de Piedra Partida. Sierra Nevada, 2900 m.

Bajo la cascada podemos ver las saxifragas y los musgos ¿cómo se polinizarán estas plantas?
Lavaderos de la Reina. Sierra Nevada, 2800m.

La especie más característica de este hábitat es la Saxífraga estrellada (Saxifraga stellata subsp. alpigena), una bellísima especie ártico-alpina que se distribuye desde Groenlandia hasta las altas montañas europeas, rusas y canadienses (a mayor altitud conforme desciende hacia el sur). Junto a ella otras bellezas como la Verónica de Lange (Veronica serpyllifolia subsp. langei), la Violeta de manantial (Viola palustris), la Campanilla de hojas de hiedra (Wahlenbergia hederacea), el Epilobio (Epilobium palustre), la Estrellada (Stellaria alsine), la Nomeolvides (Myosotis stolonifera), etc.

FELIZ NAVIDAD

domingo, 18 de diciembre de 2011

LOS CASTAÑOS DE CALABAZAS

Los troncos añosos y tortuosos le dan un toque de misterio al lugar.


La declaración del Geoparque de Villuercas, Ibores y La Jara me parece una especie de parche para una zona que merecería la figura de Parque Natural, incluso se llegó a valorar en su día la posibilidad de un Parque Nacional, pero esos son días que se ven ya muy lejanos. Nos encontramos así con el “geositio” de los Castaños de Calabazas. A mí esto ya me coge un poco mayor, lo reconozco.


La mayor parte del recorrido permite olvidarse del portabebé (realmente los riñones sí recuerdan).



Cuando la vegetación se cierra es fácil rodearla por las pedrizas, evitando molestias a nuestra pasajera.


Saliendo de Castañar de Ibor en dirección a Guadalupe, nos encontramos con este monumental conjunto. Tengo mis dudas sobre cuál es la mejor época para visitarlos. Si en primavera podremos disfrutar en el recorrido de abundantes orquídeas en el castañar, prímulas en el rebollar y narcisos trompones y de roca en la Chorrera de Calabazas, el otoño siempre me ha parecido la época de mayor belleza para los bosques de hoja caediza. Así, los contrastes de tonos amarillos, marrones y rojos de castaños, quejigos, robles y cornicabras con los verdes de las encinas, alcornoques y enebros son también motivos suficientes para esta escapada. Siempre en perfecto estado de revista hay un puñado de arbolillos de esa reliquia subtropical que es el Loro (Prunus lusitanica), que encontraremos dispersos a lo largo de la garganta.


Foto de hace unos años, no conviene abusar de las molestias a estas impresionates raíces.


Castaño del Postuero  mostrando su ramillería con aspecto de capilares, típica de árboles muy viejos.


Los Castaños de Calabazas forman un conjunto de 15 castaños notables, varias veces centenarios, entre los que sobresalen varios ejemplares monumentales. Destaca sobre todos el denominado Castaño del Postuero, situado algo alejado del cauce, al borde de una pedriza. Hace años un rayo fijó su altura en algo menos de 17 metros, dejando una gran oquedad donde ha criado el Búho real. Su tronco alcanza los 8 metros de perímetro a la altura del pecho, aunque son las enormes raíces aéreas de este coloso lo que más llama la atención. Al estar situado sobre una ladera muy inestable están muy desarrolladas, para proporcionar estabilidad al árbol. Todavía podemos observar con vida al legendario Castaño Hueco, que da nombre a todo el paraje. Este árbol debió tumbarse como consecuencia de un deslizamiento de la pedriza donde crecía y ahora se desprende de su antiguo tronco mientras trata de crear una nueva copa. De esta manera se formó, con su tronco hueco, un pequeño refugio próximo a la vereda que cruza la garganta. Este refugio se perfeccionó con un murete de piedras y fue muy utilizado por cabreros y caminantes.



Refugio del Castaño Hueco.



El Quejigo de la Fuente, al fondo la Chorrera de Calabazas.


Finalmente, no podemos olvidar al bellísimo Quejigo de la Fuente que, aunque tiene unas dimensiones bastante notables, no puede ser considerado un árbol monumental, pero que mantiene la belleza de los árboles que apenas conocen el hacha. Por no hablar de su ubicación en medio de una pedrera, que le hace destacar aún más.





Uno de mis lugares favoritos de Extremadura, sin dudas.


martes, 6 de diciembre de 2011

LA OTRA FAUNA DE LA DEHESA I: LA BLANCA CACEREÑA.

Vaca Blanca cacereña en su ambiente clásico cerca de Cáceres.

También una vaca puede estar en peligro de extinción. Desde que vi por primera vez a esta raza hace 24 años, la Blanca cacereña se ha convertido para mí en un icono de la ganadería autóctona que desaparece. Posiblemente sea la raza bovina española más amenazada y también una de las más interesantes, por cuanto aporta de originalidad en el conjunto de las razas ibéricas.

Es una raza huidiza que aquí muestra sus rasgos primitivos característicos.


Hasta los años 30 del siglo XX, la raza aparecía en todos los certámenes ganaderos, lo cual hace pensar que su situación era aceptable. Pero después de esa fecha la raza es vista muy puntualmente y parece que se hace mucho más rara. Tanto es así, que en 1970 el Ministerio de Agricultura decide formar un rebaño reserva con animales de las últimas cinco ganaderías que mantenían la raza. El rebaño se estableció en el Centro de Selección y Reproducción Animal de Badajoz con 50 vacas y un toro. Si el amor por la raza de un puñado de ganaderos había mantenido la raza hasta esa fecha, no es menos cierto, que sin la creación de este rebaño reserva la raza hoy día no existiría. Con un censo de menos de 300 ejemplares, esta raza se enfrentaba en ese momento a la que posiblemente fuera su mayor amenaza: si el declive comenzó con la mecanización del campo, que relegó a esta raza de trabajo a un papel secundario incapaz de competir con la Retinta y la Avileña, la llegada a tierras cacereñas de la raza Charolesa en la década de 1960, trajo consigo el peligro claro de la absorción por cruzamiento, algo que de hecho había comenzado a producirse. En 1979 la raza es declarada oficialmente en Peligro de Extinción e incluida en los listados correspondientes de la Comunidad Europea. Hoy día se mantiene en menos de 20 ganaderías y su censo no debe ser superior a los 500 ejemplares.


Novillo tras alejarse de mí a la carrera.


La importancia de esta raza es incuestionable, más allá de sus indudables valores culturales, la raza representa una rareza en la ganadería europea y no sólo por su color. Los estudios genéticos realizados muestran que la raza está claramente diferenciada de todas las razas europeas estudiadas y que se aproxima a las razas asiáticas. El Uro es el antecesor de todas las razas bovinas. Esta especie procedía de Asia, por lo que falta por saber en qué momento la raza cacereña se separó de este tronco, si fue desde el Uro asiático o ya desde su descendiente el Uro de Oriente Medio y , por supuesto, cómo llegó a Extremadura. Aunque se desconoce el origen de esta raza, lo que parece claro es que su presencia en Extremadura es muy antigua.


Cuernos insertos en la prolongación de la nuca, cara larga, hocico fino, papada y pliegue en ombligo. Todos rasgos primitivos.


Las principales cualidades de la raza son su increíble rusticidad y la altísima calidad de su carne, mientras que su mayor defecto es su baja productividad, con pesos muy inferiores a los de una Retinta. La coexistencia de la Blanca cacereña y la Retinta se explica por los diferentes usos de cada raza. Así, la Retinta era una raza de carne y la Blanca una raza para producir bueyes de trabajo y cabestros. Tal y como va la cuestión climática, más nos vale que conservemos las cualidades de esta raza para afrontar la torridez y la sequía. Y mientras tanto, ya me gustaría a mí poder comerme un chuletón de buey de Blanca cacereña.

Semental, más que un toro parece un cebú sin giba. Una imagen de pintura rupestre.

lunes, 5 de diciembre de 2011

BUITRES A LA BASURA.


Aunque mi equipo fotográfico no cuenta con teleobjetivo y pese a tener el sol casi de cara, no pude resistirme a tirar una fotos con mi macro de 105 mm (la foto está algo recortada). Me dio la impresión de que uno de los taludes que sirven para tapar la basura de este basurero (o como quiera que se llamen hoy día) se había desplomado, dejando a la vista enormes bolsas con restos. Dejé de contar buitres al pasar de los 300 individuos, casi al 50 % buitres negros y leonados. Junto a ellos un buen montón de cigüeñas blancas (unas 100) y más de 50 milanos reales.

No es un lugar muy bucólico, pero los prados de flores no son capaces de dar de comer a tanto ganado. En cualquier caso, los buitres comiendo con sus gritos y peleas, sea donde sea, siempre son un espectáculo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

LA SONRISA DEL JABALÍ.

El galán antes de perderse en el monte.


Había parado un rato a descansar apoyado en el tronco de un alcornoque, después de atravesar un espeso jaral mi ropa olía al pegajoso láudano de las jaras: el clásico olor a montuno. Mientras me comía una manzana contemplaba los pajarillos que poco a poco comenzaban a revolotear alrededor. Siempre me ha llamado la atención la poca memoria de estos pájaros, bastan cinco minutos de inmovilidad y silencio y parecen olvidarse de que hemos pasado por allí. De pronto oí un ruido entre el matorral, eran como unos jadeos. Como me había cruzado con tres perros cimarrones un rato antes, me puse de pie rápidamente por si las moscas.

Pero lo que apareció a menos de 20 metros de mí fue un pequeño jabalí del año, cuyo color rojizo aún permitía intuir las rayas de los rayones. No se enteró de mi presencia y siguió a lo suyo, ahora los ruidos eran más fuertes. Me pegué bien al tronco y ante mí, a menos de 15 metros, aparecieron otras cuatro crías de jabalí seguidas de su madre. Lo mejor de todo es que un verraco venía siguiendo a la hembra, imagino que encelado. No sé si fue por el celo o por el olor a montuno, pero el caso es que ninguno de los 7 jabalíes se percató de que tenían a una persona a tan corta distancia. Al marcharse, el verraco se quedó un poco atrás y justo antes de desaparecer entre las jaras se paró, levantó el morro, giró la cabeza hacia donde yo estaba y puso una mueca que me recordó a una sonrisa con sorna. Unos segundos después se perdió en el monte. Era como si me hubiera dicho:”que sepas que sabía dónde estabas”.

La foto familiar.

sábado, 19 de noviembre de 2011

FESTIVAL DE LAS GRULLAS EN EXTREMADURA



Nueva edición del  Festival de las Grullas que se celebrará el día 4 de diciembre de 2011 en el Parque Periurbano de Conservación y Ocio "Moheda Alta" (Navalvillar de Pela, Badajoz).

lunes, 7 de noviembre de 2011

Soldanella alpina

Soldanella alpina. Pirineos (Francia), 2000 m.



Soldanella alpina es una de las especies clásicas de la flora de montaña europea, un pata negra, casi podríamos considerarla el canon para las flores de nevero gracias a las fotos de sus flores emergiendo entre la nieve mil veces repetidas. Esa es una foto que me gustaría incluir en mi archivo, pero de momento tendré que conformarme con imágenes como esta de arriba.

La Soldanella (se dice que sus hojas recordaban a las monedas con las que se pagaba la soldada a las legiones romanas) cumple perfectamente con todas las características propias de las plantas de nevero, zonas donde la permanencia de la nieve es larga e impredecible y el lema de su modo de vida podría ser “llega en el momento justo y llega a tope”. Al contrario que en la mayoría de las plantas de alta montaña su ciclo no se rige por el fotoperíodo y debe ser oportunista, esto es así pues bajo la nieve las plantas son capaces de percibir las radiaciones solares y florecer bajo una capa de 1 metro de nieve no es una idea brillante si lo que buscas son insectos que te polinicen. Además, la limitación de tiempo suele ser decisiva, por lo que al desaparecer la nieve la planta debe estar funcionalmente al 100 % desde el primer segundo, para ello sus hojas emergen verdes y fotosintéticamente activas, nada de hojas lacias y amarillas que requieren unos días de adaptación y sus flores están listas.

Esta forma de vida asociada a la nieve les permite estructuras menos costosas y por tanto de desarrollo más rápido, ya que protegidas por la nieve no deben soportar temperaturas extremas ni vientos fuertes, así la Soldanella se congela a tan“sólo” -6ºC en verano y -20 ºC en invierno (Silene acaulis lo hace a -10 y -196 ºC respectivamente). Bajo la nieve los problemas son otros: los hongos y el intercambio gaseoso, que puede jugar malas pasadas a unas plantas con el metabolismo activo.

 

sábado, 1 de octubre de 2011

EL PINO MÁS GRANDE DE ESPAÑA.

El Pino Gordo


Ahora que existe un gran interés por encontrar “productos” de la Naturaleza que puedan ser “puestos en valor” para explotarlos turísticamente (no nos engañemos, para esto sirve el Medio Ambiente), no es de extrañar el éxito que tienen los árboles monumentales con sus récords. En Estados Unidos este tema se lo toman muy en serio con su afición a los top y existe una legión de cazadores de árboles con sus equipos de medición láser que se encargan de buscar continuamente el árbol más grande, solucionando conflictos entre condados por tan deseado honor. La American Forestry Association ha establecido un sistema de puntuación muy estricto para dar rigor a esta cuestión, sistema que ellos mismos “modificaron” en la disputa entre las secuoyas General Grant y General Sherman, o para ser más correcto, entre los dos condados californianos donde viven. En España no hemos alcanzado ese nivel de profesionalidad de los americanos, aquí es suficiente que alguien mida de manera más o menos precisa un árbol para que ese dato se tenga por bueno, parece que eso de tomar una medida más exacta en un ser en crecimiento nos parece un poco tonto.

El Pino de las dos Pernadas. Aunque casi no se aprecia hay una persona
junto al tronco.

La localidad de Vilaflor, en la isla canaria de Tenerife, parece que ha resuelto la cuestión de una manera magistral. Ellos que son uno de los pueblos a mayor altitud de España (ver comentario) saben hacer las cosas a lo grande. Si vamos a tener el Pino canario (Pinus canariensis) más grande del mundo vamos a tenerlo de todas, todas. Así que a poco de salir del pueblo en dirección al Teide nos encontramos con dos auténticos colosos uno frente al otro, para que no haya lugar a dudas. Para aquellos cazadores de árboles más propensos a valorar los metros de altura allí está el Pino de las dos Pernadas, que con más de 56 m es de largo el pino más alto de España. Los seguidores de la escuela cubicadora, más dada a valorar los metros cúbicos de madera de un árbol, encontrarán más interesante al Pino Gordo que, aunque “sólo” alcanza poco más de 45 m, tiene un tronco de casi 10 metros de perímetro. De esta manera es sencillo acertar.


Yo por mi parte sigo pensando que los árboles monumentales nos brindan una oportunidad de oro para conocer cómo funcionan esos increíbles seres que son los árboles. De momento no necesito más, pero si se me obligara a decantarme por uno de los dos me quedaría con el Pino Gordo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

COMO BURRO DE NORIA

Con menos de 5 mm esta diminuta y abundante Violeta kitaibeliana sólo
 está al alcance de los que miramos al suelo.

Estos últimos días del verano se me han hecho muy duros. De tanto mirar al suelo tengo quemaduras de tercer grado en la parte superior del pescuezo y nacimiento del morrillo. Anoche, mientras me aplicaba una generosa dosis de crema hidratante en las zonas achicharradas, me acordé de una anécdota que me ocurrió hace unos años como consecuencia de esta manía mía de ir buscando yerbajos cabizbajo, como burro de noria.

Por aquella época me encontraba buscando las poblaciones clásicas de la orquídea Serapias perez-chiscanoi, un endemismo lusoextremadurense con la mayor parte de su población en Extremadura. Un buen amigo me indicó una zona próxima a la frontera portuguesa al norte de Badajoz donde él había visto la especie y que coincidía con una de esas poblaciones clásicas. Se trataba de una zona adehesada sobre terrenos llanos con suaves vaguadas, donde se formaban extensos pastizales con gamones muy favorables para la especie.

Un ejemplar de buen tamaño de Serapias perez-chiscanoi en su ambiente.

En cuanto llegué a la zona dejé el coche aparcado al borde de un camino y tan pronto como bajé de él puse mis ojos en el suelo y comencé a andar con la barbilla casi en mi pecho buscando la orquídea. Buscar Serapia perez-chiscanoi no es sencillo y exige concentración y esfuerzo visual para descubrir a esta críptica especie entre el herbazal. Sobre todo es complicado encontrar el primer ejemplar, después parece que el ojo aprende y todo va más rápido.

Con todos mis sentidos volcados en las orquídeas estuve caminando cabizbajo, sin rumbo y sin tomar referencias, durante más de 2 horas. Como no encontraba nada decidí cambiar de zona, así que levanté la cabeza para ir al coche, pero… ¿dónde estaba el coche? Parecía increíble, me había perdido en una dehesa.

No sabía en qué dirección caminar por miedo a alejarme del coche, toda la zona era idéntica y yo, además de no tomar referencias, había estado realizando continuos giros y vueltas. Era como si me hubiera preparado para jugar a la piñata, había conseguido desorientarme a mí mismo. Afortunadamente estaba sólo.

Tardé algo más de una hora en llegar al coche, que al final estaba a menos de 1 km. Aún así tuve suerte, porque tal y como estaba podría haber llegado andando al Atlántico.

lunes, 12 de septiembre de 2011

LOS PRADOS DE CUMBRES DE GREDOS

Bellísimo prado psicroxerófilo en la Sierra de Béjar. Un verdadero jardín japonés en miniatura.

Las plantas en la montaña parece que lo tienen muy claro a la hora de hacer frente a las duras condiciones ambientales. Unas esconderán sus rizomas en las fisuras de las rocas, otras prácticamente se enterrarán vivas entre las piedras de las gleras y pedreras, las hay que sólo prosperan en las zonas que forman grandes mantos de nieve que las protejan del frío, mientras que otras, en fin, crecerán abrigadas por los bloques de piedra. Sin embargo, hay un grupo de plantas a las que todo esto se la trae al fresco (nunca mejor dicho).

El Botón azul (Jasione crispa subsp. centralis), una de las plantas características de los prados de cumbres gredenses.

Silene ciliata, otra de las plantas características de este hábitat.

Encontraremos a estas plantas en las peladas cuerdas cimeras, en los collados más venteados, en las hombreras de los circos glaciares, allí donde arrecian los vientos invernales que arrastran la nieve, dejando a las plantas expuestas a temperaturas inferiores a -30 º C, donde en verano el sol aprieta y donde el agua parece desaparecer casi por arte de magia. Con todo, lo peor es el suelo árido y mineral de estas zonas y la crioturbación, que lo contrae y dilata con cada helada, con lo que ello debe suponer para las raíces superficiales de estas plantas.

Minuartia recurva

La Oreja de monte (Sedum candolleanum). El representante de las plantas crasas.


Interesante, pero ¿dónde encontrar semejantes prados? El nombre no ayuda ya que quien tenga en mente la definición de la palabra prado nunca los encontrará. Más que un prado florido lo que hay que buscar es un desierto namibio con plantas enanas. La mayoría de la gente que visita las montañas pasará por ellos sin percatarse de su presencia, los pisoteará y te mirarán con sorpresa (¿busca lagartijas?, ¿una lipotimia?...). El nombre técnico de prados psicroxerófilos los define muy bien, prados de zonas frías y áridas, aun sosteniendo el equívoco de la palabra prado. El aspecto que presentan es el de una comunidad de unas pocas especies de plantas enanas y almohadilladas de muy baja cobertura entre piedras y gravas. Plantas que durante la floración se convierten en diminutas bolas de flores, en un despliegue pirotécnico sin parangón.

El endémico Tomillo ansero o Ajedrea (Thymus praecox subsp. penyalarensis), responsable del olor a tomillo de las botas al volver a casa.

Otro endemismo, el Clavel de Gredos (Dianthus gredensis), que no es exclusivo de estos medios, aunque aquí están los ejemplares más bonitos.

Jurinea humilis

Plantago alpina, de reproducción clonal es la "planta despensa" de estos medios debido a la gran cantidad de restos vegetales que aporta, como se ve en la foto.

En Cáceres podemos disfrutar magníficos prados de cumbres en la cuerda del Torreón, en la Portilla del Losar, en la Portilla de los Caballeros, en la Loma de las Batallas, en la cuerda de la Covacha o en la cima de Castifrío. Pero cuidado donde colocamos los pies…

miércoles, 31 de agosto de 2011

ATRAER PÁJAROS AL JARDÍN

Una pareja de Tarabilla común ha convertido el jardín en centro de su territorio.


Desde un principio tenía en la cabeza atraer pajarillos al jardín, a pesar de que por su escaso tamaño las aves y yo no podríamos permanecer al mismo tiempo en el jardín, pero me basta con oírlos y verlos por la ventana, además, siempre hay algún individuo confiado que te da una sorpresa.

Tarabilla común y Colirrojo tizón.


Partíamos de cero, la pequeña parcela destinada al jardín estaba completamente esterilizada tras dos años de obras. Lo que para un constructor es tierra vegetal para mí son escombros, lo que convertía el proyecto de jardín en un nuevo Krakatoa.

El Mirlo común, terror de la rocalla.

Observé las especies de avecillas que tenía por los alrededores y descubrí con alegría que había más especies de las esperadas: Gorrión común, Jilguero, Pardillo, Verderón, Mirlo, Tarabilla común, Estornino negro, Cogujada común, Roquero solitario, Colirrojo tizón, Mosquitero común y Curruca capirotada. Muy mal habría que hacerlo para que ninguna de ellas se pasara por el jardín.

Al realizar la fase de plantación tuve en mente a parte de la estética una funcionalidad de cara a las aves. Los árboles y arbustos deberían aportar refugio y comida. Opté por ejemplares ya crecidos de Majuelo (Crataegus monogyna), Madroño (Arbutus unedo), Tejo (Taxus baccata), Serbal (Sorbus domestica), Acebo (Ilex aquifolium) y Abedul (Betula pubescens). En otoño los frutos gordos por el riego de estas especies se convirtieron rápidamente en un reclamo para los Mosquiteros comunes en sus pasos migratorios. Durante unos días en el jardín siempre hay uno o dos de estos bonitos pájaros comiendo o durmiendo en la copa de los setos de tejo. Esta es la época de las currucas capirotadas, aunque son mucho menos asiduas que los mosquiteros. Este año además una pareja de jilgueros que lleva dos años criando en un árbol a la puerta de casa ha inspeccionado las copas de un abedul y del serbal al inicio de la temporada de cría, aunque finalmente volvieron a su árbol. Espero que en pocos años estos árbolillos del jardín sean suficientemente grandes para ellos.

Uno de los pollos de Jilguero sesteando en un Abedul.

Un punto permanente de agua limpia era otra de nuestras ofertas en el jardín y desde el principio fue bien acogido por los fringílidos, gorriones y tarabillas a partir de mayo y durante todo el mes de julio, coincidiendo con el final de la temporada de cría. En agosto es menos concurrido. Los jilgueros llevaban todos los días a sus pollos volanderos de la última puesta a beber en las horas de la siesta.

La fuente no puede faltar para atraer animales, al margen de los pájaros algún Sapo común y una Ranita meridional han pasado por allí.

El comedero es algo en lo que todo el mundo piensa y así instalé un modelo de comedero muy famoso y éxitoso…y al poco tiempo dejé de rellenarlo con comida. Era tal la cantidad de gorriones que acudían a él que lo vaciaban a diario, dejando tras de sí un rastro de excrementos difíciles de aguantar. Tan sólo una vez pude ver un jilguero en el comedero, el resto eran juveniles de gorrión con algunos adultos.

Actualmente el comedero está sin uso.

Aunque los excrementos eran un inconveniente obvio son fáciles de limpiar. Algo peor empezó a ocurrir en el jardín. Los mirlos se acostumbraron a comer las abundantes lombrices de la zona con plantas y en su frenesí gastronómico llegaron a la rocalla donde comenzaron a causar daños a las pequeñas plantas alpinas, conociendo así de primera mano la mala fama que esta especie tiene entre los jardineros británicos y centroeuropeos. Durante un periodo de tiempo intenté soportarlo pero cuando las bajas alcanzaron a dos de mis plantas favoritas (Saxifraga burseriana y Androsace muscoidea) empecé a colocar pequeños banderines junto a las plantas para disuadir a los asaltantes. Como los banderines afeaban tremendamente la rocalla los he estado poniendo y quitando durante meses, a cada nuevo ataque un periodo de banderines en los que cesaban las incursiones, para ser reanudadas tan pronto como los retiraba. Ahora estoy probando con pequeñas barreras alrededor de las plantas atacadas (curiosamente siempre Saxifraga burseriana y las Androsace de pequeñas rosetas). Por desgracia he descubierto que también las tarabillas escarban y desentierran las plantas y, lo más curioso, sus víctimas son siempre las mismas que las de los mirlos, pese a tener más de 50 especies distintas a su disposición.
La Saxifraga burseriana del fondo la encontrado tres veces este verano arrancada y con todas las raíces al sol. Al final, pese a la protección ha sido arrrancada de nuevo y esta vez ha muerto. A la Androsace cylindrica del centro le han arrancado tres rosetas. Esto es sin dudas lo peor de los pájaros en el jardín.



sábado, 20 de agosto de 2011

LA ENCINA DEL ROMO. Badajoz.

Año 2005. La encina y el cerdo. La imagen típica.

El cerdo ibérico ha ejercido de arquitecto y paisajista en el suroeste de Badajoz durante siglos. Un ser exigente al que le gustan los bosques aclarados para andar por ellos con comodidad, pero  repletos de encinas y, si no hay más remedio, de alcornoques. Árboles además abiertos, para que la luz entre bien en su copa y den bellotas gordas.

Año 2005. El arranque de los tres cimales. Puro músculo.

El hombre en esta tierra se aplicó y le dio al cerdo todo lo que pedía, aunque no precisamente gratis, como bien sabe todo aquel al que le guste el chorizo. Con tanta gente podando y tanta encina que podar era inevitable que coincidieran el podador artista y la encina bonita de gran crecimiento. Puedo imaginar la cantidad de grandes encinas que serían podadas con esmero como símbolos de una finca o incluso de un pueblo. La legendaria dureza estructural de la encina ayudó a los podadores artistas y les permitió llevar la poda de producción a extremos casi increíbles en los mejores árboles, pocos, pero mucho más abundantes que en la actualidad. Surgen así encinas con copas de más de 30 metros de diámetro con alturas que no sobrepasan los 10 m. Un portento que se logra a base de unos troncos cortos (de menos de 2 metros) y gruesos, proyectados en ángulos muy abiertos en tres grandes cimales estructurales con gran desarrollo horizontal, que generarán gruesos paquetes de madera de reacción que les da una apariencia musculosa. En los extremos de estos cimales se desarrollará una copa, idealmente en un único plano, que unido a la zona central desprovista de ramillería crea una apariencia muy artificiosa pero eficaz, con la copa dividida en tres sectores independientes, como si tres encinas se hubieran unido por el tronco. El ejemplo más extremo que conozco de este tipo de poda es el de la  Encina de la Gira Grande de Manchita (Badajoz), donde una copa de 25 m de diámetro se despliega a 6 metros del suelo en un único plano horizontal en un trabajo de poda más propio de la jardinería de alta escuela. La apariencia del árbol es la de un enorme emparrado sin soportes.

Año 2004. Otro ángulo e igualmente impresionante.

Este manejo tan artificial de la encina parecía olvidar que existe la Ley de la Gravedad y estas encinas gigantescas llevadas al límite de su resistencia son sus favoritas. Una estructura así debe ser permanentemente vigilada para que sus cargas no excedan el límite de resistencia de la madera, esto supone podas continuas y con ello heridas continuas. Tarde o temprano un mal podador pasará por la encina…y esa será su sentencia de muerte.

Año 2007. Vista aérea que permite apreciar la copa dividida en sectores. El tercero ya se ha desplomado.

Ya no queda ninguna encina gigante intacta, todas han perdido alguno de sus cimales o, cuanto menos, grandes ramas secundarias. De las tres más grandes la que peor está es la Madre Encina de Campillo, en total ruina. La portentosa Encina del Rañal (Fregenal de la Sierra) con sus 36 m de diámetro de copa sufrió importantes daños en el temporal de noviembre de 1997 y hace pocos años perdió uno de sus cimales. Algo similar le ocurrió a la bellísima Encina del Romo (Badajoz) de 32 m de diámetro de copa, primero perdió gruesas ramas secundarias y en 2007 sufrió la caída de un cimal, aunque no llegó a desgajarse del todo. Al ser un árbol protegido se ha intervenido para mantenerlo y consolidar el resto de la estructura, siendo así nuestra segunda encina abuela con muletas tras la Terrona.
Año 2007. El cimal desgajado consolidado, aún se aprecian los soportes provisionales junto a los definitivos.
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