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lunes, 26 de agosto de 2013

La Boca de Dragón de Gredos (Antirrhinum grosii).




El hecho de que la Boca de Dragón sea una de las plantas más comunes en jardinería, por su fácil cultivo e inagotable capacidad para originar variedades cada vez más espectaculares, y al tiempo sea una de las más estudiadas por su facilidad de hibridación, siendo un modelo clásico en esta cuestión desde los tiempos de Darwin, hace que pasen bastante desapercibidos el resto de los componentes de este género, de carácter eminentemente ibérico.

Es cierto que la especie más popular es Antirrhinum majus, que ocupa básicamente la región alpina (Pirineos y Alpes), pero de las 24 o 25 especies de Antirrhinum sólo 1 es ajena a la Península Ibérica, mientras que 20 son exclusivas de ella. Se trata además de un género con un patrón de especiación muy característico de nuestra península, pues como han demostrado los estudios genéticos más recientes (Vargas et al., 2009) se trata de un género en el que todas las especies se encuentran muy próximas, lo que supone una diferenciación reciente. Se cree que durante el final del Plioceno y el Pleistoceno se formaron por aislamiento geográfico, debido a fuertes variaciones climáticas, un puñado de endemismos con un posible origen en el sureste peninsular. Estos endemismos en época de bonanza climática extenderían sus áreas de distribución iniciando una cadena de contactos e hibridaciones entre ellas que condujeron al surgimiento de nuevas especies. Así hoy, aún dentro de su afinidad, pueden reconocerse un grupo de especies del noroeste ibérico, otro del noreste y otro del suroeste que nos orientan un poco sobre estos contactos.

De las cuatro especies presentes en Extremadura : A. grosii, A. graniticum, A. meonanthum y A. onubensis, yo siento especial debilidad por la primera, la Boca de Dragón de Gredos, exclusiva de las sierras de Gredos y Béjar entre Ávila, Salamanca y Cáceres. Siempre he tenido la impresión de que es una especie menos abundante de lo que se piensa, su facilidad de observación puede inducir a pensar que es una planta abundante cuando sus poblaciones, dados sus hábitos rupícolas, nunca son muy numerosas. Hace años intenté hacer un censo de la especie en Extremadura, para lo que me recorrí todo el tramo cacereño de las sierras de Gredos y Béjar. La especie presentaba una distribución casi continua desde la sierra de Béjar de Tornavacas hasta Madrigal de la Vera, en el centro mismo de Gredos. Pero, lógicamente, sólo aparecía en los lugares adecuados por encima de 1.900 m agrupados en 10 poblaciones que a su vez se dividían en subpoblaciones, algunas de un solo individuo. En total algo menos de 300 individuos de todos los tamaños y, aunque el censo en la zona de Riscos Morenos y El Cancho seguramente infravalora la población real, su número no creo que alcance los 400 individuos.

miércoles, 7 de agosto de 2013

LA COLLALBA RUBIA.




Aunque por desgracia es algo muy poco habitual, todavía hay veces en las que un pajarillo parece que no tiene miedo de nosotros y nos alegra el día, esto sucedió esta pasada primavera en un camino a las afueras de la ciudad de Cáceres. Al pasar junto a este macho de Collalba rubia (Oenanthe hispanica) noté que apenas se movió, me paré y me ignoró, así que comencé a andar muy despacio hasta él y cuando estaba a menos de 3 metros decidí pararme. Estuve un rato mirándole, él parecía que hacía lo mismo conmigo. Esto duró unos 10 minutos y después se tiró al suelo a poco más de 4 metros y estuvo buscando bichillos. Incluso se unió su pareja, aunque a mayor distancia.

 

Mientras esto pasaba se cruzó por el camino un perro con una pinta muy fea, que me echó una mirada terrible mientras sostenía la cabeza de un ternero en su boca. Allí se terminó todo por mi parte, aunque intenté no perder la compostura y me vino a la cabeza el famoso estrambote de Cervantes:

Y luego, incontinente,

caló el chapeo, requirió la espada

miró al soslayo, fuése y no hubo nada
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