Los niños son una buena excusa
para hacer cosas que realmente nos apetecen más a nosotros que a ellos.
Aprovechando que mi hija de cinco años no había visto nevar nunca, se me
ocurrió, tras consultar las previsiones meteorológicas, que este sábado era una
buena ocasión. Nos acercamos al Puerto de Honduras a comienzo de la tarde, el
cielo tenía buena pinta y ya en Hervás nos cayeron unas gotitas de agua. Pero
en la parte alta del puerto la temperatura había descendido demasiado (-3 º C)
y hacía un viento muy frío. No pintaba bien la cosa y como era previsible
cayeron unos pequeños granizos en lugar de los esperados copos.
Aunque no había mucha nieve al
menos pude traerme una de esas imágenes que tanto me gustan del tipo “Extremadura
durante la última glaciación”. Los abedules de Las Alamedas de Gargantilla se
encontraban tan en su salsa como lo debieron estar sus antepasados hace unos
10.000 años, al inicio del período Boreal, finalizada ya la última glaciación.
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