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sábado, 12 de enero de 2013

EL ALCORNOQUE ABUELO. Alburquerque, Badajoz. Extremadura (Spain).


El joven fotógrafo y bloguero junto al viejo abuelo.


Mi primera visita al Abuelo de Alburquerque, o el Abuelo de Extremadura como algunos lo llaman, fue en 1997 y por aquella fecha el árbol aún se mostraba formidable, con su magnífica copa rectangular, sus grandes crecimientos y  sus hojas lustrosas y de un intenso color verde. Tenía ya algunos problemas estructurales serios debidos a una antigua poda bastante desafortunada, que originó grandes heridas sobre las que se anclaría posteriormente la nueva estructura del árbol, confiriendo así gran fragilidad al conjunto. Algunos desplomes ya se habían producido de hecho. Pero lo que menos me gustó en aquella visita fue contemplar su corteza completamente llena de inscripciones de nombres e iniciales, sólo habían pasado dos o tres años desde su último descorche y el árbol ya presentaba ese triste aspecto. Sin duda una grave falta de respeto hacia el venerable abuelo.

Después de aquello, en 1999, se produjo una nueva agresión brutal sobre este árbol. Otra poda salvaje añadía nuevas heridas de gran calibre y hacía desaparecer su bellísima copa. Seguramente para siempre. No volví a visitar el árbol hasta 2001 para comprobar la evolución de la poda, lo que vi me gustó tan poco que hasta diciembre de 2012 no he vuelto.


La base se desparrama sobre la roca casi como la lava de un volcán.


 Puede que ahora ya no sea la misma persona, más de una década es mucho tiempo, pero el caso es que he mirado al Abuelo con otros ojos. Cierto que la copa no se recuperará y los desplomes seguirán mermándola, pero me encontré el tronco limpio de marcas de desaprensivos, el árbol sigue con vigor y ver de nuevo ese bellísimo tronco de 6 metros de perímetro abriéndose paso entre la roca sigue siendo impresionante.

En mi mente estaba tratando de ver a este alcornoque, que no creo que alcance los 300 años, dentro de unos años. Quería imaginarlo como  uno de esos viejísimos castaños casi milenarios en los que ya apenas queda un tronco, ¡pero qué tronco! Difícilmente esto será posible ya que el alcornoque no tiene la fuerza estructural del castaño, o la encina, ni su capacidad de recogerse sobre su viejo tronco, repetidamente podado y descorchado.  Al Abuelo, por su edad y vigor, todavía le quedaban años de plenitud expansiva antes de iniciar sus fases regresivas, pero ahora deberá comportarse como un árbol anciano, eliminando su estructura periférica y reconstruyéndose desde el tronco. Y eso es ir contra la Naturaleza. Que tenga suerte.

2 comentarios:

  1. Es curioso como se ven las cosas a medida que pasan los años, con una perspectiva diferente aunque dentro del mismo respeto.
    La naturaleza es hermosa, pero también cruel, hay que aceptarla como es, lo inaceptable son las manipulaciones humanas.
    Un conmovedor reportaje, Alberto, te felicito.
    Un abrazo.

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  2. Impresionante, las raíces sobre la mismísima roca...
    Y lo que yo me pregunto: ante un árbol que debería merecer cierta protección, no se pueden asegurar los dueños o los responsables que sean a hacer unas podas que no dañen este árbol tan fabuloso?

    Un saludo!

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