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viernes, 11 de marzo de 2011

LA BASURA A CASA: LA ZAMÁRRAGA. Erigeron frigidus

Erigeron frigidus. El Veleta, 3.300 m. Granada (Spain).

Esta es probablemente mi margarita favorita, crece exclusivamente en la zona más alta de Sierra Nevada, por encima de los 3000 m, en zonas rocosas umbrosas u orientadas al norte (aunque le sirve también la pared de un refugio de montaña), territorios estos dominados por esos magníficos esquistos oxidados que aparecen en la foto. Su pequeño tamaño, con capítulos florales apenas mayores que una moneda de 1 euro, es compensado por el bello color lila o rosado, más o menos intenso, de sus flores externas, que hace que no nos pase desapercibida a poco que nos fijemos. Las zonas donde vive son frecuentadas por las cabras montesas, que ramonean sus capítulos florales sin compasión, aunque sus hojas peludas no parecen ser de su agrado.
La imagen está tomada en la población más amenazada de esta especie, la proximidad a un camino frecuentado por personas ha favorecido la aparición de plantas nitrófilas beneficiadas por la basura. Precisamente este, en apariencia inofensivo, descuido es algo más que una falta de educación que afea el entorno, ya que parece ser el responsable de la mayor amenaza que pende sobre esta especie. La razón es sencilla, Erigeron frigidus es una planta adaptada a medios duros con una estrategia vital basada más en la resistencia que en el crecimiento, al aumentar la materia orgánica en su entorno éste se hace "más acogedor" y otras especies menos rústicas aparecen en escena y terminan por desplazar a nuestra Zamárraga (en la foto ya aparece un cardo junto a ella). Lo peor de todo es que entre esos advenedizos aparece Erigeron major, mucho más abundante y con mayores crecimientos que desplaza al endemismo y lo que es peor, se hibrida con él poniendo en serio riesgo la salud genética de sus poblaciones, en la sierra de Gredos está ocurriendo algo similar entre la endémica Centaurea avilae y la extendida Centaurea alba.

Que las mondas de la naranja sean biodegradables no es razón suficiente como para tirarlas detrás de una piedra, esas plantitas que hay detrás de esa piedra lo último que necesitan es que alguien abone su parcela.

2 comentarios:

  1. Magnífica exposición de un efecto colateral, tan silencioso como desconocido, de nuestro amor a la naturaleza. Cuantas veces no habremos herrado los que pateamos el campo con buena fe e inocencia. Con divulgaciones como esta aportas un apreciable granito de arena a la conservación de ecosistemas tan poco acostumbrados a la presencia humana. Creo recordar que el programa Gloria establecía que las parcelas de trabajo deberían quedar convenientemente apartadas de las rutas de montaña ¿no?

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  2. Y cuántas se encuentran por los suelos. Sin querer mirar a nadie, especialmente en periodos en los que la caza es intensa... Yo comprendo que comer fruta es muy sano, pero también se pueden meter las cáscaras en el morral y llevárselas de vuelta a casa, que tampoco pesan tanto...

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