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miércoles, 13 de marzo de 2013

LA OTRA FAUNA DE LA DEHESA II. LA MORUCHA.



Hace años, mientras atravesaba con un amigo una zona de retamas densas muy altas escuchamos el bocinazo de una vaca y el sonido de un cencerro en movimiento muy cerca. Sólo podíamos ver unos cuernos que corrían a nuestro alrededor, por encima de las retamas que nos rodeaban, sin dejar de llamar al resto de la manada. Conseguimos salir a una pista que atravesaba el retamar y justo detrás de nosotros a pocos metros apareció una bellísima vaca morucha cárdena, que nos miró, se colocó y se arrancó hacia nosotros. Jamás he corrido tanto, no creo que fueran más de 30-40 metros, lo justo para llegar a unos grandes bloques de granito. Fruto del terror yo iba delante, algo incomprensible pues mi acompañante era un auténtico atleta. Al llegar a la base de los bloques me paré en seco ante un denso zarzal, mi amigo que no lo vio me saltó limpiamente por encima de los hombros y cayó dentro de él. Tuvo suerte y pudo salir casi entero. La vaca nunca tuvo la intención de cogernos, creo que con lo cerca que estaba no le hubiera costado mucho, y al vernos huir se reunió con el resto de las vacas, que ya estaban por todas partes armando un escándalo tremendo, y se fue con su pequeño ternero que estaba escondido entre aquellas retamas. Para nuestra desgracia habíamos asistido en primera persona a uno de los rasgos de comportamiento que caracterizan a esta antigua raza, el acarbado o ennidado de sus terneros durante los primeros días de vida y su gran instinto maternal.



Esta es para mí es la raza bovina autóctona más bella. De tamaño mediano, esqueleto fino y dorso horizontal que le dan una armonía casi natural, gran movilidad, carácter recio y unos ojazos negros enormes. Puede tener dos capas, la cárdena en distintos grados y la negra. Aunque hoy la negra está casi en peligro, en su momento fue el color más abundante y de hecho parece que el término morucho le viene de ese negro mal teñido.

Se trata de la raza propia de la llamada dehesa fría de la meseta, una zona de encinares, robledales y quejigares con unas temperaturas que oscilan entre los -10 y 40° C. Su lugar de origen es el campo charro salmantino y allí permanece el grueso de la raza, que también ocupa Cáceres y Zamora y en menor medida Valladolid, Ávila y Toledo.

Vieja foto de los 80 del toro morucho más bonito que he visto.

A pesar de su carácter la raza era un excelente animal de trabajo, lo que una vez más demuestra que los mejores bueyes no eran los de las razas más grandes como podría pensarse. Todavía en 1950 la raza fue capaz de ganar el concurso de arrastre en una feria internacional. Aunque hoy día su vocación es la de producir carne, donde impone su fertilidad, facilidad de parto, instinto maternal y peso proporcional del ternero al nacer. Sin olvidar la extrema calidad de su carne.



Pero seguro que lo que más famosa ha hecho a esta raza ha sido su pasado como animal de lidia, aunque de esto hace ya tiempo, el conocido encaste morucho aportaba animales grandes y agresivos, aunque según los taurinos no bravura. Desconozco estas sutilezas, aunque siempre he pensado que las razas de pelea, los toros de lidia son una de ellas, son psicópatas, seleccionados precisamente por serlo generación tras generación. Al toro de lidia se le exige embestida constante, que no se achique en el sufrimiento y que sea previsible noble en sus acciones. Según parece, los toros amoruchados además de grandes y fuertes no se andaban con tonterías e intentaban matar al torero a los primeros pases, para después rehuir la lucha, imagino que más preocupados por la huida y salvar el pellejo, una reacción completamente natural alejada de la actitud kamikaze de un toro de lidia.



Sus ganaderos, por su parte, adoran ese carácter hosco y la raza hoy cuenta con más de 200.000 cabezas. Recuerdo que una vez un ganadero salmantino que traía sus vacas en invierno al norte de Cáceres me las describió con orgullo: “Son como las avispas”.

5 comentarios:

  1. Alberto, ya sé que los lectores nos ponemos a veces un poco pejigeras, pero ¿sería posible que el tamaño de fuente fuese un poquito más grande?
    Un servidor lee con gusto todas tus entradas y lo haría con la misma afición, pero más descansadamente, si no tuviese que desojarse sobre la pantalla del ordenador. Dice mi oculista de plantilla que se me está formando una catarata y, la verdad, hago una cantidad considerable de guiños al leerte.
    Tampoco hace falta que sean del tamaño de la vaca morucha que has retratado.
    Un abrazo, y mis disculpas. J. J.

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  2. Juan José, lo tendré en cuenta. La verdad es que hay pocas opciones de tamaño y si una es cierto que se queda pequeña, la otra igual se pasa de grande. Buscaré una solución intermedia, de momento cambio a tamaño grande. Un abrazo.

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  3. Interesante este post sobre ese tipo de toro, no entiendo del tema ese de los toros, pero siempre me ha parecido un animal muy noble.
    Las fotos son increíbles ¿no te habrás acercado mucho, verdad? Uf, qué miedo me daría a mí estar tan cerca.
    Un abrazo.

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  4. ¡Ah! ¿Ves? Esto ya es otra cosa... Gracias, J. J.

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  5. Por si sirve de ayuda: para aumentar o disminuir el tamaño de la letra de cualquier web sólo hay que apretar la tecla Ctrl y darle a la rueda del ratón, así cada uno lo puede ver a su gusto.
    Muy interesante Alberto, ggracias.
    Mª Jesús García-Baquero Merino

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